
SEPARAR LA PAJA DEL TRIGO. ¿Cómo combatir la desinformación que circula en medios y redes sociales? Una trinchera llamada alfabetización informacional.
La desinformación puede ser intencional o no. Un ejemplo de desinformación no intencional fue la emisión del episodio radial del actor Orson Welles para la Columbia Broadcasting System en 1938, previa mención de que era una novela de H.G Wells lo que leería, La guerra de los mundos, dramatizada a modo de noticia pero que fue tomada como evento real por los oyentes, lo que provocó gran pánico. Tanta fue la incertidumbre, que tuvo que dar al día siguiente una conferencia de prensa para explicar que solo leyó una novela. Como este caso hay otros, pero lamentablemente ya no son solo curiosos sino hasta deliberadamente peligrosos.

Bots poderosos y emociones que desinforman
El peligro radica justamente porque la desinformación tiene motivaciones de todo tipo. Ahora no solo las personas se encargan de desinformar. Existen los bots sociales, popularmente conocidos como usuarios fantasmas, es decir, un programa que simula actividad humana y que en función de tus búsquedas en Internet o alguna red social, te mostrará información similar, creando una burbuja de “veracidad” irreal. Por ejemplo, se usaron los bots en campañas electorales, como la de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, el referéndum del Brexit, el debate sobre las vacunas, el proceso electoral del Perú, así como en la difusión de otros falsos rumores.
Por otro lado, el uso indiscriminado de cuentas falsas permite crear contenido y orientarlo según nuestros temas de interés. El contenido que despierta fuertes emociones se propaga más rápida y ampliamente sobre todo por redes sociales, por lo que la falsedad, que apela directamente a las emociones, se difunde más rápido que la verdad. Contrariamente a la lógica, cierto tipo de información se acepta sin críticas por encajar con nuestras ideas o creencias. Sí, tenemos sesgos. Muchas decisiones las tomamos en función de nuestros prejuicios. Es decir, el sesgo no está en la noticia, sino en nosotros como consumidores de la información, que realizamos juicios basados en nuestros principios según factores emocionales, por eso escogemos la información que confirma nuestro punto de vista.
La autora Burkhardt (2017) dice que, psicológicamente, lo primero que vemos o escuchamos sobre un tema es lo que recordamos como verdadero. Cuantas más veces escuchemos que algo se repite, más probable será que lo recordemos, incluso si no es cierto. Todos hemos caído alguna vez en esta afirmación.

Por todo lo anterior, con mayor razón es necesario contar con mecanismos que nos permitan rebatir la desinformación, por lo que son importantes los esfuerzos destinados a capacitar a las personas para evaluar la información que encuentran, y los cambios estructurales destinados a prevenir la exposición de las personas a noticias falsas (Lazer et al., 2018). Por ejemplo, Google Digital News Initiative es un programa que busca ayudar a los usuarios a verificar la información por sí mismos. Facebook también ha empezado a emplear verificadores y mejorar sus algoritmos, sin embargo, sigue siendo insuficiente a nivel tecnológico.
Alfin: bibliotecas y bibliotecarios
Pero en el ecosistema de las bibliotecas y de la educación en sí, se han desarrollado conceptos como la alfabetización informacional (alfin), para sumarse a los mecanismos contra la desinformación. Alfin no es otra cosa que la capacidad de comprender, evaluar y aplicar información para resolver problemas o responder preguntas. Por lo que, es un objetivo que nuestros usuarios conozcan en qué consiste el sesgo de confirmación, la atención selectiva y otras formas en las que, lo que da sentido a lo verdadero, al final tiene mucho más que ver con nosotros mismos que con la información en sí.
Por tanto, la enseñanza de la alfin debe ir más allá de preparar a los usuarios, pero sobre todo a los estudiantes, para evaluar fuentes y afirmaciones. También necesitan poder evaluarse a sí mismos, por lo que deberíamos buscar que los usuarios desarrollen habilidades de alfabetización de manera más natural, si bien guiados inicialmente por nosotros, pero finalmente que sean capaces de evaluar la información de forma crítica sin que mediemos para decirles qué leer o no.
Gooblar (2018) nos dice que la alfin debe trascender el determinar qué es verdad y qué es falso y adentrarse más en por qué somos tan fácilmente engañados y por qué nos engañamos tan fácilmente. Esto implicaría conocernos mejor a nosotros mismos.

Por otro lado, a nivel más técnico, es importantísimo la selección y adquisición de recursos en bibliotecas universitarias donde se aplique regularmente filtros científicos (bibliometría, almetrías, etc.) para asegurar la calidad en el ámbito académico por repercutir en lo profesional, a diferencia de bibliotecas como las públicas, donde la selección es más compleja, pues en el mundo editorial abundan los materiales sesgados, incluso pseudocientíficos, etc. Los bibliotecarios, a pesar de conocer la baja calidad de estos documentos, no podemos caer en el riesgo de la censura y por el contrario debemos dejar a los lectores sacar sus propias conclusiones. Será la mejor forma de poner a prueba el éxito de contar con un programa alfin.
En conclusión, en esta época se ha democratizado el acceso a la información, sin embargo, existe también la manipulación de esta para influir en la opinión pública, respondiendo a intereses particulares, políticos o económicos. Producto de esto la democracia se ve amenazada por la facilidad con la que se puede difundir información inexacta o falsa. Por ello se hace necesario formar a ciudadanos escépticos (de forma positiva) para que se cuestionen permanentemente la información que encuentran. Por esto los bibliotecarios, como profesionales, estamos llamados a ser la némesis de la desinformación.
Referencias
1. Burkhardt, J. M. (2017). Combating fake news in the digital age. ALA TechSource.
2. Gooblar, D. (2018). How to teach information literacy in an era of lies. The Chronicle of Higher Education. The Chronicle of Higher Education.
3. Lazer, D. M. J., Baum, M. A., Benkler, Y., Berinsky, A. J., Greenhill, K. M., Menczer, F., … Zittrain,J. L. (2018). The science of fake news: addressing fake news requires a multidisciplinary effort. Science, 359(6380), 1094–1096.
4. Martínez-Cardama,S. y Algora-Cancho, L. (2019). Lucha contra la desinformación desde las bibliotecas universitarias. El profesional de la información, 28, (4), e280412.
5. Corral, C. (2019). El papel de las bibliotecas y la alfabetización informacional en la era de las noticias falsas.
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Licenciada en Bibliotecología y Ciencias de la información y egresada de la Maestría de Psicología Educativa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Habilitada por el Colegio de Bibliotecólogos del Perú. Miembro fundador del Colectivo “Infómanos” de profesionales de la información. Con experiencia en gestión de bibliotecas universitarias, especializadas y con énfasis en organización de la información, metadatos y alfabetización informacional.
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