Entrevistamos al doctor en Bibliotecología y Documentación, Alonso Estrada Cuzcano, docente en San Marcos y actual candidato a ser decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Esta parte de la entrevista trata precisamente sobre eso, pero también puede mirar la entrevista completa en el canal de YouTube de la Revista Otlet, donde comenzamos con un recorrido sobre los inicios de la Escuela de Bibliotecología en San Marcos en los años 80.
Entrevista
¿Sigue siendo director de la Revista Letras?
Sí, si no me equivoco, desde el 2018.
En un CRECS del año 2019 usted comentaba algo muy curioso, con mucha ironía comentaba que el equipo que normalmente trabaja en la revista hacía trabajo prácticamente ad honorem y que cuando la universidad le pedía a usted que sincerara los costos, usted lo sinceraba, pero no había respuesta. ¿Continúa este tipo de problemas o ya hay una mejor situación?
Hay un mejor tratamiento para las revistas. Recuerda que ahora la Facultad de Letras tiene dos revistas en Scopus: Lengua y Sociedad y Letras, y ya se paga un editor, se paga un corrector de estilo, se paga un diagramador, de manera que trabajamos con mejores condiciones para editar la revista.
Se ha luchado por eso, se ha insistido.
Sí, se ha insistido por eso, es algo que ha posicionado a la facultad y también a la universidad. También en un último CRECS se vio que hay solo dos instituciones que podrían decirse representativas en el país: por las universidades asociativas está la Universidad Católica; y, por la universidad pública, San Marcos. Entre las dos hacen no sé si el 60 o 70 por ciento de las revistas indizadas del país. El resto, que son ciento veintitantas universidades, tienen números muy marginales en términos de revistas. Es calamitoso, realmente.
Debe ser bien satisfactorio estar dirigiendo una revista como Letras en la que han publicado tantas figuras de la intelectualidad sanmarquina, escritores, filósofos.
Y está digitalizada desde el año 1929, así que se pueden revisar todos los números.
Más bien, en la revista de Letras no tienen participación los bibliotecólogos o los comunicadores. ¿Normalmente es para humanidades “duras” digamos?
Sí, eso fue uno de los requisitos que nos exigió Scopus, porque era una revista de humanidades más abierta, pero como verás en alguna época ha habido artículos de comunicadores y bibliotecólogos, pero nos dijeron que teníamos que cerrar el área, hacerla mucha más específica y esa fue también una decisión que tuvimos que tomar, aunque no nos gustara.
Está como candidato para el cargo de decano de la Facultad de Letras. ¿Cómo se ha dado?
Bueno, hay un colectivo que ha querido que sea su candidato, yo lo he pensado bastante, pero finalmente me he animado. Vamos a ver cómo nos va, pero hay un colectivo detrás. Creo que hoy [17 de septiembre] ya estamos soltando la información de la candidatura porque todavía estamos en el proceso de inscripción, todavía hay tachas y pasado mañana deberíamos saber con certeza si la candidatura pasó más allá de las tachas[1]. Es un proceso complicado. En San Marcos es casi casi como si uno estuviera candidateando a un nivel más alto.
Algunas de las propuestas que he visto, al menos en las redes sociales, por ejemplo, en términos de promesa, dice: Se promete una gestión más transparente y pública dentro de la Facultad de Letras. ¿No existe acaso una gestión transparente ya?
Lo que pasa es que el concepto de transparencia que se maneja es muy limitado y nosotros, por formación, sabemos que el origen de los documentos debe ser público y las excepciones deben ser muy pocas. En el ámbito de la propia universidad, el concepto se maneja al revés: muy pocos documentos tienen que ser del ámbito público y muchos cerrados al acceso a la comunidad universitaria. Por eso creo que esto del principio de transparencia es válido. Se han hecho algunos intentos de colgar las resoluciones decanales, pero se ha retrocedido también en ese aspecto. La experiencia no gusta mucho a las autoridades de la universidad.
Sería retomar eso.
Que fue propuesta nuestra también hace muchos años y se hizo, pero se ha retrocedido. Yo creo que una gestión, para que haya participación de la comunidad universitaria, tiene que ser transparente.
Luego había otra propuesta de que si ganaran proponen viajes internacionales para todos los docentes. ¿Eso es factible?
El plan de gobierno es priorizar que viajen los docentes que no han viajado.
Pero que cumplan ciertos méritos, por supuesto.
Obviamente. A ver, nosotros no gestionamos viajes que no partan de una invitación determinada. Pero los fondos asignados a la movilización docente y estudiantil todavía son pequeños, entonces vamos a tratar de acrecentar esos fondos dando prioridad a un profesor que todavía no ha viajado. Esa es la idea fundamental de la movilización docente y estudiantil.
He visto un cuadro sobre los candidatos. Todavía están en el proceso Marco Martos, que ya fue decano. También vi a Marcel Velázquez, que suele tener comentarios sobre la Sunedu. ¿Usted tiene alguna posición acerca de la contrarreforma universitaria?
Sí. Ha habido un desmantelamiento, bueno, no solo de la Sunedu, sino también de otras entidades que hacían una supervisión a la universidad; por ejemplo, Sineace ha tenido un manejo muy poco eficiente y lo que ha evitado es que la universidad siga teniendo escuelas acreditadas porque por cuestiones de diferente índole donde entra el político no se ha querido seguir acreditando algunas facultades de la universidad, entonces han optado por la acreditación internacional para acreditarse en el país, es más, la Escuela de Bibliotecología estaba acreditada y no lo ha hecho justamente por esos problemas que hay. Y la Sunedu obviamente que está en una situación penosa. Por ejemplo, tenemos un problema grave de una directiva de la Sunedu de los acentos en los apellidos y los nombres. La Reniec, donde haces tus trámites para cuestiones patrimoniales y todo eso no exige los acentos, entonces la Sunedu se ha inventado eso y ha hecho que haya un colapso porque muchos de los documentos que se generan no tienen acento, si a veces la partida de nacimiento tiene acento o no tiene acento, cosas de ese tipo que no tienen ningún sentido.
Y en el rubro de investigación, en el que usted está más metido, antes se exigía para obtener el grado de bachiller el trabajo de investigación. Hay quienes están a favor, hay quienes han estado en contra. ¿Usted qué opinión tiene al respecto?
Nosotros hemos dado las directivas necesarias para que haya un trabajo de investigación y una tesis. Nos hemos ordenado para hacer trabajos de investigación que luego se han suprimido en setiembre u octubre y es que esa es la informalidad política en la que estamos. Y hay una ley en ciernes que va a volver a exonerarlo hasta el 2026. Hasta el momento solo una promoción ha hecho trabajo de investigación. No podemos tener resultados positivos ni negativos porque es la tercera o cuarta vez que se suspende. Estamos haciendo nuestro trabajo pensando que van a ver trabajos de investigación, pero ya en el Congreso hay una ley que va a dar al estudiante el bachillerato automático y lo va a exonerar hasta el 2026. ¿Qué hacemos con los estudiantes que están haciendo un trabajo de investigación? Bueno, volver a adecuarles el trabajo para que sea una tesis. La situación política nos tiene espantosamente mal.
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Yo he notado que en los últimos años la Escuela de Bibliotecología -no tengo el dato, es solo una impresión, no sé si usted tiene la misma impresión- de que han salido más tesis en los últimos años. Antes había este esquema del informe profesional por el que iban los estudiantes porque no había mucho acceso a los docentes, en cambio ahora con el trabajo de investigación, si bien se da o no se da, finalmente tenían como algo avanzado para luego presentarlo como tesis y ya salir con el título profesional.
Claro, hemos cambiado el contenido de los cursos. Por ejemplo, nos dimos cuenta de que los cursos eran muy teóricos, enseñando qué es un enfoque cuantitativo, cualitativo, qué son indicadores, qué es una dimensión, qué es un ítem. Lo que hicimos un año antes de la pandemia fue reestructurar los contenidos de los cursos, del noveno y del décimo era de frente hacer que el estudiante investigue, comenzar con el planteamiento del problema, con el marco teórico, la metodología, los resultados, la discusión y las conclusiones, y en dos semestres de este tipo de curso nos ha dado muy buen resultado, de manera que el número de tesis se ha incrementado sustancialmente.
Entonces hay un trabajo ahí.
Sí. Ya no enseñamos teoría porque lo que hacemos es orientar al alumno en el tipo de trabajo que desarrolle y tenemos profesores que ya se han orientado más a lo cuantitativo y otros a lo cualitativo, entonces tenemos algunos perfiles para enseñar a los alumnos. Nos ha dado buenos resultados; la injerencia política es la que evita que los resultados sean mejores.
Usted ha ocupado cargos muy importantes, ha estado en la jefatura de la Biblioteca Central de San Marcos, a cargo de la revista Letras, ha asumido también cargos en la dirección de la Escuela de Bibliotecología, ha escrito artículos de investigación, es docente, ha sido profesor invitado en universidades del extranjero, en México. Yo quería preguntarle si teniendo todo este bagaje, no se ha interesado en algún momento por una obra personal, si incursionar en la ensayística para tratar un tema particular. Usted suele mencionar a Luciano Floridi en sus conferencias. ¿No le gustaría tener una obra similar, global?
Sí, pero con un poco más de calma. Creo que mis artículos son una especie de desafíos en relación con lo que va sucediendo, por ejemplo este artículo de desinformación que fue un boom, que es un artículo muy citado a nivel latinoamericano en habla hispana, respondía a una cuestión que tenía que ver con los conceptos de desinformación, misinformación y va en la línea de lo que trabajo, y ahora estoy trabajando algo sobre guerra de información que es parte de la ciberguerra.
Ciberguerra, ¿cómo es eso?
La ciberguerra es un tipo de guerra no convencional que tiene que ver con el jaqueo, la vulneración de los sistemas de seguridad de los países, que no tiene que ver nada con balas ni con tanques. Y uno de los elementos de la ciberguerra es la guerra de información, es decir, ganar a la opinión pública en términos del manejo informativo, no necesariamente con un manejo informativo sano, sino que puede ser fake news, desinformación y cosas que ya se han puesto en práctica a partir de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Ahora que se habla mucho de imponer un discurso, de quién impone la narrativa, por ejemplo, yo recuerdo que cuando terminaron los años 90, yo era niño todavía, pero había en el Perú todo un tema que trataba sobre los valores, sobre recuperar la moral del país después de esa época nefasta, pero ahora se ve más bien que hay todo un cambio, se ven grupos que justifican lo que sucedió en su momento, parece un olvido y se intenta cambiar la situación.
Y la tecnología ha hecho que se distorsione mucho de la realidad y, lamentablemente, estamos en contextos de desinformación más que de información de calidad. La tecnología ha permitido eso y los estados lo utilizan, porque hace cuarenta o cincuenta años nadie ponía en duda los datos oficiales generados por el Estado, pero ahora sabemos que los estados también mienten. Lee 1984. Estamos viviendo 1984.
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[1] Para el momento en que se realizó esta entrevista, aún había un proceso de tachas. Letras Unidas presentó dos; y su rival electoral, Letras en Movimiento, se manifestó en diversos medios por las tachas recibidas. La ONPE suspendió temporalmente su asistencia al comité electoral hasta que se publiquen las resoluciones sobre las tachas.
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Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Contacto: cesar_023@hotmail.com
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César Antonio Chumbiaucahttps://www.revistaotlet.com/author/cchumbiauca/
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