
Es innegable que los desórdenes informativos como la infodemia requieren de una combinación adecuada de conocimientos y estrategias reconocidas, pero con la potencialidad que la tecnología ofrece.
Hace treinta años el sociólogo Neil Postman (1990) expresaba su preocupación por el exceso de información que, a juicio de él y en aquel entonces, no permitía distinguir aquella que finalmente era relevante para nuestras vidas, rebasando y dejando inoperante nuestro “sistema de inmunidad informacional”.
En una exposición reciente el filósofo Rafael Capurro (2020) retomaba este concepto, a propósito de la actual coyuntura generada por la pandemia, y resaltaba la necesidad de mejorar o crear sistemas de inmunidad informacional que, con una debida supervisión y revisión crítica constante, garanticen la elaboración de normas sociales basadas en información fiable. ¿A qué se refieren con inmunidad informacional? ¿Acaso es posible inmunizarse contra la desinformación? Pues al menos, en teoría, sí parece posible.
Imitando a la naturaleza
Aquel término introducido por Postman fue adoptado tiempo después por Chao y Forrest (2003), dos especialistas de Ciencias de la Computación de la University of New Mexico, para presentar su modelo conceptual de sistema de inmunidad informacional (SII) para entornos informáticos. En términos simples el modelo se basa en el filtrado por computador de la información indeseable antes de que esta pueda llegar al usuario final. Para ello se apoya en una base de datos, equivalente a una memoria inmunológica, que le permite “recordar” y por ende filtrar o incluso eliminar aquella información que se presume peligrosa. Actualmente los SII son parte de la familia de los sistemas inmunológicos artificiales, los cuales por su parte se inspiran en los sistemas inmunológicos naturales que protegen a los humanos de los patógenos.
El modelo de Chao y Forrest, pensado para sistemas automatizados de filtrado de información, ha sido absorbido por la ingeniería computacional para el desarrollo de soluciones en fraude electrónico, detección de spam, filtrado basado en el contenido y la colaboración, recuperación de información, minería de datos, procesamiento de imágenes, web semántica, etc. En tiempos actuales de infodemia (Organización Mundial para la Salud, 2020), el desarrollo de sistemas automatizados de filtrado de información falsa es propicio. No obstante, y al igual que otros desarrollos tecnológicos, siempre existe más de una alternativa a los algoritmos de parte de los expertos.

Verificación de información por expertos
En el ámbito periodístico la verificación de los rumores y las noticias falsas es cosa de todos los días. No en vano se suele hablar del “buen olfato” periodístico para validar la veracidad de las informaciones, actividad que, sobre todo en periodismo de investigación, siempre está respaldada por una red de contactos. Esta capacidad para desenmascarar información falsa ha evolucionado y en tiempos de fake news ya podemos hablar de plataformas de verificación de noticias o fact-checking.
La labor de estos equipos profesionales es la verificación posterior de las informaciones difundidas por medios de comunicación (Ufarte-Ruiz, Anzera y Murcia-Verdú, 2020). De acuerdo con el Duke Reporter’s Lab, una iniciativa de la Duke University que monitorea estas plataformas profesionales, solo hasta el pasado mes de abril había 236 servicios de fact-checking en el mundo, y al menos 32 en América Latina. Curiosamente la actividad de los fact-checker, denominación de los especialistas dedicados a esta actividad, no es nueva y data de inicios del Siglo XX con el periodismo moderno. Es de entender entonces que, en la actualidad, dicha actividad cuente inclusive con códigos de ética que garanticen su labor (Mantzarlis, 2018). Si bien ya existen plataformas independientes de fact-checking, aún en la mayoría de los casos estas se encuentran vinculadas o son parte de un medio de comunicación (Vizoso y Vázquez-Herrero, 2019). Un estudio reciente verificó que la conformación de estos equipos es multidisciplinar, incluyendo profesionales de la información como los documentalistas (Ufarte-Ruiz, Anzera y Murcia-Verdú, 2020).
¿Algoritmos o sabuesos de la información?
Es innegable que el estribillo de la canción de Los Iracundos: “El mundo está cambiando y cambiará más”, está más vigente que nunca, y que los desórdenes informativos que vivimos actualmente requieren de una combinación adecuada de conocimientos y estrategias reconocidas, pero con la potencialidad que la tecnología nos ofrece. Solamente así podremos estar a la altura de retos como la infodemia y nuevos fenómenos sociales por venir. En un próximo post nos pondremos a indagar sobre el uso de las aplicaciones móviles de orientación ciudadana ante la pandemia.
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Referencias (Para saber más)
1. Capurro, R. (2020). De mensajes y mensajeros en tiempos de pandemias biológicas e informacionales [Rafael Capurro].
2. Chao, D. L., & Forrest, S. (2003). Information Immune Systems. Genetic Programming and Evolvable Machines, 4(4), 311-331.
3. Duke Reporter’s Lab. (2020). Fact-Checking.
4. Mantzarlis, A. (2018). Fact-checking 101. In C. Ireton & J. Posetti (Eds.), Journalism, fake news & disinformation: Handbook for journalism education and training (pp. 85-100). Francia: Unesco.
5. Organización Mundial de la Salud (2020). Novel coronavirus (2019-nCoV). Situation report – 13. 2 February.
6. Postman, N. (1990). Informing Ourselves to Death [Gesellschaft fiir Informatik].
7. Ufarte-Ruiz, María-José; Anzera, Giusseppe; Murcia-Verdú, Francisco-José (2020). Plataformas independientes de fact-checking en España e Italia. Características, organización y método. Revista mediterránea de comunicación, v. 11, n. 2, pp. 1-17.
8. Vizoso, Ángel; Vázquez-Herrero, Jorge (2019). Plataformas de factchecking en español. Características, organización y método. Communication & society, v. 32, n. 1, pp. 127-144.
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COMCIENCIA PERU S.A.C. Dirección de Proyectos. https://orcid.org/0000-0002-1906-2370
julio.santillan@gmail.com
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