
A partir de la revisión del artículo «Biblioteca y nostalgias» en el diario Expreso de Lima, del año 1975, se origina la búsqueda de entrevistas y poemas de Mario Benedetti donde hace referencia a los libros, la lectura y las bibliotecas. Se desarrollan las primeras lecturas, la censura, el destierro, la destrucción y el abandono de libros y bibliotecas. Finalmente, resalta la vinculación de Benedetti con la conformación de bibliotecas.
Escribe
Hace varios años, a raíz de la muerte de Mario Benedetti, el 17 de mayo del 2009, se hizo viral en redes frecuentadas por bibliotecarios, la publicación que El Documentalista Enredado había realizado un tiempo antes, del poema «Biblioteca«, que forma parte del libro Vivir Todavía, de Mario Benedetti.
Fue un disparador para abocarse a buscar en la ruma de recortes del archivo sobre libros, bibliotecas, y escritores en su relación con las bibliotecas. Recordaba una fotocopia obtenida en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de un artículo del año 1975, de una columna que Mario Benedetti escribía en el diario Expreso, el artículo se titula: «Biblioteca y nostalgias».
Me interesaba especialmente la corta presencia de Benedetti en Lima, mejor dicho, el exilio de Benedetti de cinco meses en Lima.
El tema del exilio es abordado por Benedetti en sus obras, así como por los estudiosos de su obra. Catalina Naumis (2017) aborda el exilio a partir del dolor generado por el abandono de las bibliotecas privadas por parte de escritores exiliados; Katalina Ortiz (2016), desde la perspectiva del periodismo, desarrolla el contexto histórico y periodístico de la etapa de Mario Benedetti en la redacción del diario Expreso de Lima.
Lo que sigue no pretende ser crítica literaria, es el resultado de un ejercicio de lectura delimitada y condicionada por intereses profesionales y por gustos personales; elaborada en base a búsquedas de información enfocadas especialmente en la obra poética de Benedetti, revisiones realizadas hace más de una década y que se actualizan hoy para ser difundidas a través de Otlet.

Popularidad y crítica literaria
Como muchos, empezamos a escuchar a Benedetti musicalizado, descubrimos su poesía en las versiones de Papel Mojado, por Joan Manuel Serrat y Tania Libertad; y No te salves, por Pelo Madueño.
Y es que Mario Benedetti es un fenómeno de lectura masiva, un éxito de ventas con diversas ediciones alrededor del mundo y sus libros se encuentran tanto en colecciones de bibliotecas públicas como de bibliotecas académicas.
La crítica literaria y el periodismo cultural no coloca a Benedetti en el parnaso destinado a los grandes poetas de habla hispana, lo consideran “un poeta menor de dulces melodías” (Hildebrandt, 2009) y le atribuyen el defecto de haber escrito demasiado.
Ruffinelli (1999) considera que la popularidad del escritor se explica por la existencia de una comunicación fluida y permanente entre Mario Benedetti y sus lectores:
[…] los críticos atribuyeron el éxito (aparte el valor literario, que nunca es garantía de popularidad) a su apelación temática a las clases medias, a un estilo sencillo y directo de narrar, y a que esos lectores reconocían sus problemas en los de los personajes. Sin embargo esta hipótesis de interpretación dejó de ser válida cuando los libros fueron a su vez leídos con inteligencia y fervor en el Caribe, en México o en España. Ya no sirvió la teoría de la representatividad social, por sí sola, para explicarlo. Debe de haber, también, un fondo de verdad emocional, de autenticidad literaria, y una razón poética (que supera a lo social) y que el lector reconoce en sus líneas y entrelíneas. (Ruffinelli, 1999)
Los inicios de la lectura
Benedetti cuenta que aprendió a leer solo. Recuerda que cuando ingresó al colegio ya sabía leer, recuerdos que se encuentran en palabras del poeta en el documental Palabras Verdaderas, de Ricardo Casas (2004):
[…] si me daban un libro en la noche yo me quedaba toda la noche leyendo. Mi padre no quería eso, entonces yo estaba leyendo Dos años de vacaciones, de Julio Verne, que para mí fue el primer libro que me encantó, y entonces mi padre me decía: “¡Veinte páginas, hasta aquí, lees hasta aquí nada más!”, y bueno, a cada rato me venía a controlar, y yo siempre estaba en eso de las veinte páginas, pero lo que pasa es que las leía como diez o quince veces las veinte páginas. (Casas, 2004, minuto: 7:15)
La anécdota del Benedetti lector en la niñez está expresado en un fragmento del poema “Dactilógrafo”, donde menciona que solo podía leer veinticinco centímetros por noche.
Montevideo quince de noviembre
de mil novecientos cincuenta y cinco
Montevideo era verde en mi infancia
absolutamente verde y con tranvías
muy señor nuestro por la presente
yo tuve un libro del que podía leer
veinticinco centímetros por noche
y después del libro la noche se espesaba
y yo quería pensar en cómo sería eso
de no caer como piedra en un pozo
[…]
Otro recuerdo de la seducción producida por los libros iniciales se encuentra en una entrevista realizada por Larre (2003) en Montevideo el año 1995:
[…] un niño de diez años sentado en la fresca escalera de la entrada de su casa en la siesta bochornosa del verano, lee las aventuras de Tarzán de Borroughs. Durante todo ese verano leerá uno tras otro los diecinueve tomos de esa deseada “colección completa” que su padre le regaló como premio por sus calificaciones escolares -siete redondos sobresalientes que conquistaron para él toda una selva de aventuras.
Viajar ligero. El abandono de libros y bibliotecas

No es difícil imaginar la relación de un escritor con sus libros. Importantes colecciones desarrolladas por escritores se imponen ante las infraestructuras de sus hogares, imponen condiciones ante los espacios, convirtiendo sus casas en estanterías llenas de libros, donde todas las habitaciones son invadidas —hasta los baños— por libros que no paran de llegar, reclamando territorialidad.
Lo complicado, en el caso de Mario Benedetti, es que fue un escritor condenado a exilios y deportaciones que lo obligaban a viajar ligero de equipaje.
Como él mismo lo explicaba: “[…] cuando llega el momento del exilio, uno puede llevar a cuestas buena parte de sus problemas, y en todo caso agregarle otros; pero en cambio no puede cargar con su biblioteca”. (Benedetti, 1975)
Importantes colecciones desarrolladas por escritores se imponen ante las infraestructuras de sus hogares, imponen condiciones ante los espacios, convirtiendo sus casas en estanterías llenas de libros, donde todas las habitaciones son invadidas —hasta los baños— por libros que no paran de llegar, reclamando territorialidad.
El exilio
El año 1973 se instaló en Uruguay una dictadura que reprimía a la oposición política.
Benedetti fue perseguido en Uruguay, Argentina y Perú. Pasó 12 años en el exilio. Recordaba el exilio con una mezcla de indignación, dolor, tristeza y humor, tal como se puede notar en un fragmento de la entrevista concedida a Cruz (2006):
Yo no me quería ir. “¡Te tienes que ir!”, me decían, “¡te van a torturar!” Hicimos un acto por la libertad de Daniel Viglietti y después me marché a Buenos Aires. En Buenos Aires estuve poco; era la época de López Rega. Y López Rega sacó una lista de personas que debían dejar el país, porque si no, las mataban. Entre esas personas estaba yo, el único extranjero. Me fui a Perú. Allá me dieron trabajo en un diario, con la condición de que no dijera ni media palabra de política: ni de Uruguay ni de Perú ni de Estados Unidos. Mis artículos versaban sobre literatura. (Cruz, 2006)
“Hay que quemar algunas cosas”
Fueron varias ocasiones en las que Benedetti se vio obligado a quemar documentos que podrían ser considerados comprometedores; una de esas ocasiones ocurrió en enero de 1975, en Buenos Aires, según la narración testimonial “Exilios (Caballo verde)” incluida en el libro Primavera con una esquina rota (Benedetti, 1982).
El eje central de la narración es la llamada telefónica de una amiga que advierte sobre el inicio de una operación militar de rastrillaje en el barrio en el que reside en Buenos Aires. Benedetti se encuentra postrado en cama con los ojos vendados, acompañado de su esposa a la que instruye rápidamente para deshacerse de algunos libros que les podrían ocasionar problemas:
Ella fue quemando libros y periódicos, mientras echaba esporádicas miradas al pedacito de plaza. Hubo que abrir otras ventanas (las que daban al jardín del fondo que separaba los dos bloques) para que se despejaran el humo y el olor a quemado. Así durante veinte minutos. Él trataba de orientarla: “Mirá, en el segundo estante, el cuarto y quinto libro a la izquierda, ahí está Estética y Marxismo, en dos tomos. ¿Lo ves? Bueno, en el estante de abajo, están Relatos de la guerra revolucionaria y El Estado y la revolución”.
[…] “Bueno, no quemes más. Al menos por hoy. Ya se fueron.” Ella también respiró, recogió con la pala las últimas cenizas, las echó en el water, tiró la cadena, vigiló si eran arrastradas por el agua, se lavó las manos, y vino a sentarse, ya aflojada, cerca de la cama. Él alcanzó a tomarte una mano. “Mañana quemamos el resto”, dijo ella, “pero con calma”. “Me da lástima. Son textos que a veces necesito”. (Benedetti, 1982, p. 22)
Benedetti en Lima
Benedetti llegó a Lima después de recibir amenazas de muerte por parte de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA). Amigos peruanos le habían conseguido trabajo como columnista del diario Expreso. El gobierno militar de entonces accedió, con la condición de que sus escritos no trataran de política, ni de Uruguay, ni de Estados Unidos, ni de Perú.
Es en este breve período limeño que publica, el 19 de agosto de 1975, en su columna titulada Nuestra América, el artículo “Biblioteca y nostalgias” (Benedetti, 1975), en la que se desarrolla la condición del exilio y la imposibilidad de contar con una biblioteca personal como aquella que tuvo que abandonar en su tierra.
Hace un par de años, cuando aún trabajaba en Montevideo y dirigía el Departamento de Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Humanidades, mi biblioteca personal tenía (un poco, debido a esa obligación docente, y otro poco, debido a los caprichos de mi gusto) unos seis o siete mil volúmenes. Eran los libros que había ido juntando en treinta años de lector, y allí habían quedado, de algún modo registrados las modas y los desusos, las fobias y los deslumbramientos, las caducidades y las permanencias. Una biblioteca personal no es nunca la historia de la literatura universal, pero en cambio se parece bastante a la historia privada de quien la ha ido formando. (Benedetti, 1975)
El escritor hubiera jurado antes del exilio que su biblioteca y él eran inseparables y, “aún sin acompañamiento de tango” hubiera afirmado que no hubiera podido vivir sin ella. Pero la circunstancia del exilio y la necesidad de desarrollar labores intelectuales genera en Benedetti la constatación, sorpresiva para un hombre de letras, que, frente a la necesidad lógica de un escritor por contar con su biblioteca, es decir, la colección personal de libros reunidos durante toda una vida, no siente nostalgia por su biblioteca.
¿Cómo puede un escritor exiliado no sentir nostalgia por sus libros, por su biblioteca personal? Ocurre que las nostalgias legítimas no son profesionales.
Debo confesar que para mi vergüenza no la siento. A veces preciso un dato, claro, y lamento —por razones meramente profesionales— no tener a mano el libro adecuado para confirmarlo. Pero las nostalgias legítimas no son profesionales. Extraño mucho más las calles de mi ciudad, la cotidiana militancia con mis compañeros, algún café en que solía sentarme a media tarde (y si llovía a cántaros mejor aún). (Benedetti, 1975)
La biblioteca que Benedetti dejó en Montevideo el año 1973 constaba de seis o siete mil volúmenes. Al llegar a Buenos Aires se redujeron a 500 volúmenes; en Lima, el año 1975, solo tenía 47.
Benedetti pasó pocos meses en el Perú. El 22 de agosto de 1975, la dictadura militar de entonces lo invitó a retirarse, dándole a escoger entre dejarlo en la frontera con Ecuador o emplear su boleto de avión de regreso a Buenos Aires. Estos recuerdos se encuentran narrados en primera persona por Mario Benedetti en “Exilios”, incluido en el libro Primavera con la esquina rota.
Seguí arreglando mi maleta bajo la mirada vigilante de mis custodias. De pronto noté que ambos se habían dormido. Roncaban tan apaciblemente que me quité los zapatos para que mis pasos sobre la moquette no turbaran su sueño. Tuve una hora y media para arreglar mucho mejor la maleta y el ducto del incinerador de basura tuvo bastante trabajo. (Benedetti, 1982, p. 34)
Un exiliado político siempre está lleno de papeles comprometedores. En sus manos todo libro o documento, por más inocuo que sea, se convierte, sino en comprobatorio, por lo menos en sospechoso.
Fragmentos de poemas dedicados al libro y las bibliotecas
En el libro El olvido está lleno de memoria (Benedetti, 2000) se incluye el poema “El autor no lo hizo para mí”.
El autor no lo hizo para mí / yo tampoco
lo leo para él / yo y el libro
nos precisamos mutuamente / somos
una pareja despareja /
[…]
el libro me provoca / me arranca confesiones
y yo le escribo notas en los márgenes
es una relación casi incestuosa
nos conocemos tanto que no nos aburrimos
él me describe cielos incendiados
y yo se los extingo con lágrimas marinas
[…]
Benedetti dedicó poemas al libro y a las bibliotecas, especialmente a partir del año 2002, año en que su producción literaria muestra las huellas del resquebrajamiento de su salud. En el libro Insomnio y duermevelas (Benedetti, 2002) se incluye el poema “Palabras”.
En cada libro que leo
siempre encuentro una palabra
que sobrevive al olvido
y me acompaña
son palabras que a menudo
me defienden de la pálida
unas parecen de cuarzo
otras de lata
yo las prefiero milongas
y hasta un poquito canallas
pues si se vuelven decentes
quién las aguanta
El año 2003 Benedetti publicó Existir todavía, un libro que reúne 83 poemas, tantos como los que cumplía Benedetti el año de la edición, por lo que en el libro cada poema representa un año de la vida del autor. El resumen del libro menciona: “A los 83 años, la voz melancólica del poeta le rinde homenaje a la existencia, y la mirada se extiende hasta capturar el alma de las cosas más queridas”. Entre esas cosas más queridas se encuentra el poema “Biblioteca”.
Mi biblioteca es otra humanidad
con patriciados razas personajes
desastres y esplendores del pasado
y lomos gruesos como los de antes
libros para los viejos que se fueron
para los niños que se vuelven padres
libros pesados como diccionarios
unos eternos y otros olvidables
la biblioteca vive en las paredes
me mira suspicaz e interrogante
no está segura de que sea el mismo
que hurgaba en sus manuales hasta tarde
ciertas obras que fueron condenadas
por la censura están en otro estante
cubiertas por la Biblia y el Talmud
y otras mascarillas respetables
mi biblioteca es otra humanidad
plena de rostros dulces o salvajes
pero cuando una noche yo me extinga
mi biblioteca quedará vacante
o vendrán otros ojos inexpertos
que pueden ser espléndidos o frágiles
y libro a libro habrá que sugerirles
cómo es que se cierran y se abren
Canciones del que no canta (2007), es el libro escrito por Benedetti como homenaje a la memoria de su esposa. Calificado como libro de amor y despedidas, escrito a los 87 años, aborda en 90 poemas y un epílogo, la pérdida, el paso del tiempo y la fragilidad de la vida. Allí encontramos el poema “Libros”.
Cuando transitamos
por las páginas de un libro
pocas veces salimos ilesos
siempre hay un personaje
que nos pisa la libertad
o estampa de mujer
que nos prohíbe enamorarnos
es claro que fabricamos pausas
para defendernos de tanta hoguera
pero de todos modos
casi siempre nos queda
un fantasma de papel
en la cárcel del libro
esperamos el merecido indulto
pero el personaje que era juez
se fue de vacaciones
Mario Benedetti dejó libros inéditos, en uno de ellos, Biografía para encontrarme (2011), se encuentra el poema “Libros”.
Quiero quedarme en medio de los libros /
vibrar con Roque Dalton con Vallejo y Quiroga /
ser una de sus páginas /
la más inolvidable /
y desde allí juzgar al pobre mundo /
no pretendo que nadie me encuaderne /
quiero pensar en rústica /
con las pupilas verdes de la memoria franca /
en el breviario de la noche en vilo
mi abecedario de los sentimientos /
sabe posarse en mis queridos nombres /
me siento cómodo entre tantas hojas /
con adverbios que son revelaciones /
sílabas que me piden un socorro
adjetivos que parecen juguetes /
quiero quedarme en medio de los libros /
en ellos he aprendido a dar mis pasos /
a convivir con mañas y soplidos vitales /
a comprender lo que crearon otros /
y a ser por fin /
este poco que soy.
(Montevideo, 2008)
Benedetti promotor de bibliotecas. Patrono de Honor de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Mario Benedetti fue uno de los primeros en autorizar que su obra fuera accesible de manera gratuita a través de la pionera Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. En virtud de este apoyo constante desde que se iniciara el proyecto, el año 1999 por la Universidad de Alicante, en el acto conmemorativo por sus diez años de su creación se nombró a Mario Benedetti como Patrono de Honor de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. (Biblioteca Miguel de Cervantes, 2009)
Rovira (2001) resalta el gesto generoso de Benedetti al posibilitar la primera biblioteca de autor de la Biblioteca Virtual Cervantes, brindando autorización para incluir documentos tanto escritos, como sonoros y visuales.
Hace más de un año inauguramos la primera Biblioteca dedicada a Mario Benedetti que generosamente nos había dicho, como en tantas otras cosas, que podíamos hacer lo que quisiéramos. Un acuerdo con la editorial que publicaba sus obras poéticas nos permitió que unos cuarenta poemas antologados (y acompañados por su voz e imágenes) sirviera también de entrada publicitaria a sus libros. (Rovira, 2001, p. 69)

Benedetti y la Universidad de Alicante
Luego del período que Mario Benedetti denominara el desexilio, su tiempo se repartía entre sus residencias en Uruguay y España. Después de la muerte de su esposa, Luz López, el 13 de abril del 2006, se trasladó definitivamente a su residencia en el barrio Centro de Montevideo. Al cumplir 86 años, Benedetti donó parte de su biblioteca personal a la Universidad de Alicante. Una colección conformada por dos mil ejemplares en las que abundan novelas latinoamericanas, junto a recortes de prensa, artículos y cuentos, adquiridos por el autor durante años.
Algunos de estos libros aún cuentan con personales anotaciones de Benedetti en los márgenes de las hojas, en algunos casos se encuentran hasta teléfonos antiguos de escritores con los que Benedetti mantenía contacto. (Benedetti dona a la UA…, 2006)
Y como suele ocurrir con las colecciones donadas por los propios autores, el personal que labora en las bibliotecas realiza hallazgos que sorprenden. La bibliotecaria María José Giménez, del Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti, de la Universidad de Alicante (UA), descubrió dos poemas manuscritos inéditos de Mario Benedetti mientras procesaba los volúmenes donados por el poeta uruguayo. (Descubren dos inéditos…, 2013)
La Biblioteca Mario Benedetti de la Fundación Mario Benedetti
Más de 10,000 volúmenes que reúnen la obra editada por y sobre Mario Benedetti. Libros y revistas que pertenecieron al escritor, conservados en los mismos ambientes y estantería de la casa de Benedetti, en Montevideo, Uruguay.
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Referencias
Benedetti dona a la UA, al cumplir 86 años, parte de su biblioteca personal (15 de septiembre de 2006). La Verdad.
Benedetti, M. (19 de agosto de 1975). Biblioteca y nostalgias. Lima: Expreso, p. 8
Benedetti, M. (2007). Canciones del que no canta. Madrid: Visor.
Benedetti, M. (2003). Existir todavía. Buenos Aires: Seix Barral. 136 p. Serie Biblioteca Mario Benedetti.
Benedetti, M. (2002). Insomnios y duermevelas. Buenos Aires: Seix Barral. Serie Biblioteca Breve.
Benedetti, M. (2000). El olvido está lleno de memoria. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
Benedetti, M. (1982). Primavera con una esquina rota. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
Benedetti, M. (2011). Biografía para encontrarme. Alfaguara.
Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Biblioteca de autores contemporáneos: Mario Benedetti
Casas, R. (2004). Palabras verdaderas. [Documental sobre Mario Benedetti]. YouTube.
Cruz, J. (17 de septiembre de 2006). Del exilio se vuelve cambiado, otra persona: Mario Benedetti cuenta su vida, su exilio y su pasión por el fútbol. Página 12, Domingo.
Descubren dos inéditos de Benedetti en la biblioteca que donó el autor (5 de febrero de 2013). Diario de Sevilla.
Hildebrandt, C. (20 de mayo de 2009). Benedetti. La Primera. Lima.
Larre, A. (1999). Lector y fábula: la opción ética-estética en la obra de Mario Benedetti. En Carmen Alemany y José Carlos Rovira (Eds), Mario Benedetti: Inventario cómplice (pp. 47-52). Universidad de Alicante.
Naumis, C. (2017). Exilio, Benedetti y bibliotecas. En Adalberto Santana (Coord.), Interacción de los exilios en América Latina y el Caribe (Siglo XX) (pp. 89-101). Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe. Universidad Nacional Autónoma de México.
Ortiz, K. (2016). La etapa de Mario Benedetti en la redacción del diario Expreso de Lima. Contexto histórico y periodístico [Monografía para optar el título de Licenciada en Periodismo, Universidad Jaime Bausate y Meza, Facultad de Ciencias de la Comunicación Social, Escuela Profesional de Periodismo]. Repositorio institucional de la Universidad Jaime Bausate y Meza.
Rovira, J. (2001). Sobre los textos y sus derechos en la biblioteca virtual “Miguel de Cervantes” en la Universidad de Alicante. Métodos de Información, 8(44), Mayo.
Ruffinelli, J. (1999). Mario Benedetti y mi generación. En Carmen Alemany y José Carlos Rovira (Eds), Mario Benedetti: Inventario cómplice (pp. 25-35). Universidad de Alicante.
Imagen principal. Mario Benedetti, 1981. Foto. Elisa Cabot (Wikimedia Commons).
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Licenciado en Bibliotecología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos - UNMSM.
Estimado Orlando. He disfrutado con la lectura del articulo sobre Mario Benedetti, siento la necesidad de buscar sus escritos y libros y me hago complice de tu interes por resaltar su interes y respeto por el libro y las bibliotecas.