
Un análisis a partir de información obtenida de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu).
Escriben: Rubén Urbizagástegui-Alvarado y Mariela Castro Cáceres
La bibliotecología es la ciencia que estudia la organización, conservación, difusión y evaluación de la información. Los bibliotecólogos son los profesionales que se encargan de la gestión de la información en sus diversos formatos, ayudan a los usuarios a encontrar y utilizar la información de manera efectiva y precisa. Para ejercer estas actividades con precisión y rigor, cursan un programa académico universitario donde aprenden los secretos de la profesión. La culminación del aprendizaje es garantizada por un título académico universitario que los autoriza a ejercer la profesión legítima y legalmente.
La bibliotecología y ciencias de la información (BCI) en el Perú es una disciplina relativamente joven, pues actualmente tendría aproximadamente 45 años, si contamos como ejercicio de la profesión desde que hace su aparición en los escenarios universitarios en la década de los 80. Aunque esta se inicia a mediados de los 40 cuando Jorge Basadre crea la Escuela Nacional de Bibliotecarios del Perú (ENB) y luego en la década de los 80 se transforma en una carrera universitaria, formando bibliotecólogos profesionales primero en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y posteriormente en la Pontificia Universidad Católica del Perú, ambas universidades ubicadas en la ciudad de Lima.
Los bibliotecólogos peruanos contamos con un Colegio de Bibliotecólogos (CBP) y con tres o cuatro asociaciones: una asociación de egresados, unas de estudiantes de BCI y otra que opera como una asociación privada. Existen pocas revistas especializadas en BCI peruanas que difundan las investigaciones sobre temas de nuestra realidad. Contamos también con dos escuelas de formación académica de profesionales situadas en Lima. No contamos con un centro de investigación que nos permita conocer la realidad de las bibliotecas y el uso de la información en el país, como existen en otros países de la región. Como se ha señalado en diversos escritos, no se cuenta con una base de datos bibliográfica en BCI peruana que recopile y difunda lo que están investigando y publicando los bibliotecólogos peruanos.
Aunque algunas de las organizaciones mencionadas anteriormente han realizado algunos intentos por identificar la cantidad de bibliotecólogos, los tipos de bibliotecas en las que laboran, no existe información clara ni aproximada sobre estos aspectos, así como tampoco sobre los investigadores activos en el campo ni los asuntos que investigan, lo que limita el conocimiento integral del perfil profesional y académico de nuestra disciplina.
«¿Qué instituciones deben promover la creación de más escuelas universitarias de BCI en nuestro país? ¿A quién le corresponde gestionar estas necesidades? Es imprescindible repensar y evaluar el ejercicio profesional […]».
Para conocer un poco más a estos profesionales se solicitó información a la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) a través del Acceso a la información pública y estos son los resultados:
Entre bachilleres y licenciados, existen 1190 graduados en BCI en el país, de los cuales 758 (63.7%) son mujeres y 432 (36.3%) varones (en este conteo no se incluyen a los egresados de la ENB). El mayor número de mujeres de la especialidad se aprecia desde sus inicios, cuando en la fotografía de la primera promoción de la ENB, el director Jorge Basadre está rodeado en su mayoría por féminas. Si bien la presencia de la mujer era predominante en la década de los 40, en los últimos años de este siglo la participación de los varones ha ido aumentando, aunque todavía no es mayoritaria. Respecto a estudios de posgrado, 134 (11%) profesionales han alcanzado el grado de magíster, 16 (1%) el grado de doctor y 3 profesionales han realizado una segunda especialidad. Algunos colegas cuentan con más de un estudio de maestría en otras especialidades complementarias, sobre todo administración de la educación y gestión del conocimiento. Si consideramos los asuntos que estudian, algunos han abandonado el ejercicio de la profesión y se están desenvolviendo en áreas distintas. Algunos han fallecido. Por otro lado, los datos sobre estudios de posgrado en el exterior son aproximados debido a que no todos los profesionales que estudiaron en el extranjero han realizado el trámite de reconocimiento y validación de sus títulos ante la Sunedu.

La Ley Orgánica de Municipalidades (Ley nro. 27972) establece la obligación de los municipios de crear, organizar y sostener bibliotecas públicas en todas las provincias y distritos del país. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el país existen 1,874 distritos, si cada uno de estos distritos tuviese una biblioteca dirigida por un bibliotecólogo profesional tendríamos un déficit de profesionales para atender esta población. Según el INEI, en el país existen 55,358 instituciones educativas en total, incluyendo colegios de nivel primario y secundario. De estas instituciones, 652 colegios tienen secundaria técnica y albergan a más de 318,000 estudiantes. Nuevamente el déficit de bibliotecólogos para atender a esta población es notorio.
Existe una correlación positiva entre la comprensión lectora y servicios ofrecidos en las bibliotecas, tanto que en el 2024 se registró un retroceso en la comprensión lectora de los estudiantes del país. Las bibliotecas y centros de documentación son espacios que apoyan y fomentan el desarrollo de un habitus lector, que se refiere a las prácticas y experiencias de lectura que están internalizadas y que moldean la forma en que un lector interpreta y se relaciona con un texto. Es una forma de entender la lectura como una práctica social, donde el individuo no solo lee, sino que también internaliza estructuras sociales que influyen en su comprensión y apreciación de los textos. El habitus lector se forma a través de la interacción con el entorno social, incluyendo la familia, la escuela, los círculos de lectura y otros espacios como las bibliotecas. El habitus lector no es estático, sino que puede ser modificado a lo largo de la vida a través de nuevas experiencias de lectura y de la interacción con diferentes contextos. No se limita a la recepción pasiva de un texto, sino que también implica un diálogo activo con el autor, con otros lectores y con la propia experiencia del lector. Comprender lo que se lee, leer en forma crítica, conlleva a tener ciudadanos más informados. Esto se lograría con profesionales de BCI que gestionen adecuadamente los recursos necesarios existentes en las bibliotecas.
Hay otras instituciones que cuentan con bibliotecas como ministerios, museos, iglesias, estudios de abogados, etc. Por lo tanto, no existen los profesionales en BCI suficientes para cubrir esos espacios y el déficit de bibliotecólogos profesionales se expande. La descentralización de los programas de formación universitaria es una necesidad evidente. Urge crear espacios formativos en Puno, Cusco o Arequipa para atender el sur del país; en Tumbes, Piura o Chiclayo para el norte; en Chachapoyas, Cajamarca o Moyobamba para la región de la selva, sin olvidar la importancia de Iquitos.
Los informes profesionales y tesis elaborados en los programas de BCI toman como objeto de estudio las bibliotecas en Lima metropolitana y pocas, muy pocas, escasísimas, sobre las bibliotecas en el interior del país. Si bien se realizan eventos nacionales incluso internacionales en la BNP, bibliotecas universitarias y otras organizaciones, muchos de estos eventos no se enfocan en temas relevantes que den a conocer los problemas existentes en BCI en el Perú, incluso no se conocen sus conclusiones. Peor aún, no existen seguimientos de los acuerdos tomados en esos eventos.
Estamos frente a un dilema: ¿Qué instituciones deben promover la creación de más escuelas universitarias de BCI en nuestro país? ¿A quién le corresponde gestionar estas necesidades? Es imprescindible repensar y evaluar el ejercicio profesional en el país, y, sobre todo, tomar acciones concretas que impulsen mejoras reales y sostenibles. Acabar con el centralismo y ampliar las esferas de influencia de la BCI en las diversas regiones del Perú. Se necesita que el CBP y las diferentes asociaciones de bibliotecólogos se unan y trabajen coordinadamente para conocer mejor la realidad, realizar programas de capacitación y formación académica fuera de los linderos de la capital limeña. Necesitamos, pues, acabar con el monopolio colonialista de la formación de profesionales de la BCI en el país.
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Doctor en Ciencia de la Información.
Bibliotecólogo Emérito por la Universidad de California en Riverside (EE. UU.). Participa regularmente en congresos y eventos de la especialidad presentando resultados de investigación en bibliometría, información e ideología, y sociología de la información. ORCID: 0000-0001-5014-801X. Contacto: ruben@ucr.edu
Licenciada en Bibliotecología y Ciencias de la Información por la UNMSM, bachiller en Educación y egresada de la Maestría en Museología y Gestión Cultural de la Universidad Ricardo Palma. Lleva siete años profundizando en el área de catalogación en bibliotecas universitarias y en la Biblioteca Nacional del Perú, donde laboró, por un tiempo, en el Centro Bibliográfico Nacional. Le interesa también la evolución de las bibliotecas como espacio físico, así como los temas referidos a educación y cultura. Actualmente cursa una Maestría en Educación con mención en Informática y Tecnología Educativa en la Universidad de San Martín de Porres. Contacto: mlcastrocaceres@gmail.com