A inicios de julio, la Biblioteca Nacional del Perú inauguró su primera estación de biblioteca pública fuera de Lima. Lo hizo en Cajamarca, la tierra del actual presidente.
Recordemos lo que el presidente Pedro Castillo dijo en uno de sus mítines cuando era candidato: “Yo no necesito leer el libro que viene de la biblioteca que está allá polveándose porque la biblioteca está en mi nariz, porque la biblioteca la siento, la camino, la vivo”.
Acaso lo que quiso decir es que, si la realidad se encuentra en los libros, él no necesita leerlos porque la vive. Podemos no estar de acuerdo con esa idea. Si leemos El libro entre los hijos de Atahualpa (BNP, 2021), de Alfredo Mires, encontraremos la siguiente frase: “Leer es también sembrar la evidencia de que la previa lectura del mundo no ha sido en vano” (p. 50). Y lo dice Mires, uno de los protagonistas de la Red de Bibliotecas Rurales de Cajamarca, que funciona desde hace 50 años y ejerce su labor sin paternalismo y con una perspectiva crítica.
En sus palabras, Pedro Castillo también dejó entrever la biblioteca de su imaginario: “(…) una que está allá polveándose”. Es seguro que, en su experiencia, eso es lo que ha encontrado en las bibliotecas que ha visitado: un total abandono. Los muy cultos que se burlaron o indignaron por lo dicho por Castillo, seguro han tenido la oportunidad de visitar bellas bibliotecas de las principales ciudades del mundo, o bibliotecas universitarias modernas e incluso tengan una cuantiosa colección en casa. No saben lo que es entrar en una biblioteca municipal de una provincia alejada, con estantes, mesas y sillas de madera desgastados, sin acceso a internet y desatendida por el municipio en la compra de libros; peor aún, ocupada por el municipio para depositar objetos en desuso.
El líder cajamarquino es un educador y no podría despreciar los libros. ¿La espontaneidad le jugó mal o acaso sus palabras fueron intencionales? ¿O tal vez los equivocados somos nosotros porque no entendemos la importancia de la oralidad en la transmisión del conocimiento que, en algunas comunidades, traspasa las cuatro paredes de una biblioteca?
Nuevas perspectivas e incluso proyectos bibliotecarios, antes de imponer el libro, van primero al rescate de las tradiciones orales. Bibliotecólogos como César Castro Aliaga en Perú han venido desarrollando ese tipo de labor con gran respeto por las culturas. Y sobre esto ya ha hablado el profesor colombiano Didier Álvarez en una entrevista para nuestra revista:
Sabes que aquí en Colombia hay todo un proceso de paz y se habla mucho de la memoria; pero hay un problema que casi nadie advierte, que es que la memoria no es únicamente escrita, porque muchas de las comunidades que están pidiendo memoria y reparación —no repetición— son comunidades que no tienen un acercamiento cotidiano con lo escrito así sepan leer y escribir, lo que viola su condición cultural. Si yo como institución bibliotecaria integrada a la Comisión Nacional de Memoria Histórica voy a creer que debo constituir colecciones exclusivas o mayoritariamente puestas en lo escrito, me estoy equivocando en el orden bibliotecológico más profundo porque no tengo clara la relación entre información y lenguaje, por lo tanto, no tengo clara las relaciones entre información y memoria, en consecuencia, no hay conocimiento significativo para esas personas.
Didier Álvarez, bibliotecólogo.
Dicho lo anterior, es momento de mencionar el acercamiento que ha iniciado al fin la Biblioteca Nacional del Perú con una sede de sus estaciones de biblioteca en Cajamarca. La primera fuera de Lima.
Un hito para el Sistema Nacional de Bibliotecas
En marzo de 2020, en una presentación dentro de la IV Feria del Libro de San Borja, el entonces reciente jefe institucional de la BNP, Ezio Neyra, mencionó que el Sistema Nacional de Bibliotecas tenía una enorme deuda de descentralización: “Yo muchas veces he escuchado referirse a la Biblioteca Nacional en algunas regiones como la Biblioteca Nacional del Perú de Lima. Es muy triste decirlo, pero es verdad”, dijo en aquella ocasión.
Y esa preocupación no se quedó solo en una autocrítica para hacer interesante la mesa de esa noche, pues el 2 de julio de este año, en Cutervo, provincia del departamento de Cajamarca, se inauguró la Estación de Biblioteca Pública “Manuel Rivera Piedra”, ubicada en el Centro Recreacional Tomás Gálvez Quispe.
En sus redes, Ezio Neyra manifestó que este hecho es un hito en el fortalecimiento de una política de descentralización de los servicios, funciones e infraestructura bibliotecaria de la BNP. Y añadió: “Nuestra meta es que podamos contar al menos con una biblioteca de gran calidad en cada departamento del país. ¡Por más bibliotecas para el Perú!”.
Según una nota de Radio Nacional, la inversión total fue de más de 380 mil soles para el espacio de 270 metros cuadrados y cedido en concesión por 10 años. La biblioteca cuenta con todos los espacios apropiados para brindar un servicio de calidad sin ningún tipo de discriminación.
Ojalá el nuevo gobierno multiplique este tipo de políticas que fortalezcan el Sistema Nacional de Bibliotecas. Si no lo hiciera, será evidente que nuestro presidente cajamarquino se quedó en el cliché. Si se quiere mejorar la educación, las bibliotecas son imprescindibles tanto para fomentar la cultura escrita como para rescatar las tradiciones orales.
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Atahualpa arroja la Biblia
Cajamarca es testigo del primer encuentro del Perú incaico con ese objeto llamado libro. Los cronistas cuentan que Francisco Pizarro encargó al padre Valverde presentar a Atahualpa el “requerimiento”, por el cual el inca debía someterse a la fe cristiana y aceptar hablar con Pizarro porque así lo quería Dios. Atahualpa preguntó dónde decía eso y Valverde le mostró la Biblia. La versión del cronista Tito Cusi Yupanqui relata:
“Atahualpa dijo que el diese el libro para verle y él se lo dio cerrado.; y no acertando Atahualpa en abrirle, el religioso extendió el brazo para abrir, y Atahualpa con gran desdén le dio un golpe en el brazo; no queriendo que lo abriese; y profiando el mismo en abrirlo, lo abrió; y no maravillándose de las letras ni del papel como otros indios, lo arrojo cinco o seis pasos de sí”.
Hay versiones de otros cronistas, pero en todas Atahualpa lanza al suelo el libro icónico del catolicismo. Una mirada diría que el pueblo indígena no entiende el valor de un libro y por lo tanto lo desprecia. Otra mirada vería la imposición de un objeto cultural a la fuerza. ¿Qué vería usted?
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Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Contacto: cesar_023@hotmail.com
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César Antonio Chumbiaucahttps://www.revistaotlet.com/author/cchumbiauca/
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Buenas tardes César. La suya es la primera explicación que veo acerca de la frase del presidente, interesante interpretación. Pero muchas cosas están mal en ese campo en el Perú. Le hablo como ciudadano versado en la materia. Debiera verse como una oportunidad. Urge llegar al congreso y al ejecutivo. Dar nuevas leyes, acabar con la indolencia del ejecutivo y de los municipios. Debe verse como una oportunidad para el Colegio de Bibliotecarios o para esta publicación que está muy interesante. O para ciudadanos como usted.
Valga decirlo, he visitado 20 o 30 bibliotecas de todo tipo en nuestro país. La de Chiclayo es un desastre. La de Lambayeque tiene hace 4 o 5 años un hermoso local, pero no tienen presupuesto ni manejo profesional; nació invadida por el CGT, toda la primera planta.
El Colegio Nacional San José tiene un hermoso local para biblioteca, con amplios ventanales, pero lo usan para depósito de material didáctico. Fue remodelado hace diez años y desde entonces los nuevos ficheros para catálogos están vacíos, y a nadie parece importarle. Nunca sabrán lo que es un OPAC.
Detrás, en propiedad del plantel, se alberga temporalmente l Colegio Mayor de Lambayeque. Este si, cono tosos sus pares, tiene una biblioteca nueva con personal calificado. Prueba el doble estandar del MINEDU sobre este puntos: carne para unos, hueso para el resto.
Y la cercana UNPRG, es otro desastre. Nadie parece saber como deben ser las modernas bibliotecas, a pesar que un par de universidades privadas (USAT y USS) las tienen muy bonitas y modernas.
Es un artículo reflexivo y realista. La condición de bibliotecarios frente a la realidad debe permitirnos observar y opinar con objetividad y amplitud. Tanto en el tema de las declaraciones del actual Presidente de la República (cuando era candidato), respecto a la lectura y las bibliotecas, como en el encuentro de los españoles y el Inca. La metáfora y paralelo es muy bueno.