
Conversamos con César Rodolfo Arriaga Herrera, profesional en gestión de información que cuenta con varios años en el sector público asumiendo puestos de dirección y coordinación. Esta entrevista puede ampliar o ratificar el conocimiento y la experiencia de muchos bibliotecarios que trabajan denodadamente en el Estado a pesar de los efectos de las decisiones políticas que a veces juegan en contra.
Entrevista: César Chumbiauca
Fotografía: Juan Carlos Carranza
Coordinación: Ariana Barba Cubillas
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—Usted es Licenciado en Ciencias de la Información por la PUCP y ha estudiado una maestría en Política Social con mención en Gestión de Proyectos Sociales en la UNMSM. Además, ha realizado diversas especializaciones en gestión pública y ha trabajado como coordinador en el SINEACE, el MINEDU y la BNP, donde además ha sido director recientemente. Con base en eso, ¿qué recomendaría a los bibliotecólogos más jóvenes que desean comenzar una carrera en la gestión pública y que buscan llegar a los puestos de dirección en las instituciones públicas?
Lo que podría sugerir a los bibliotecólogos más jóvenes es que, en primer lugar, miren las cosas en perspectiva. Si miramos al Estado como una fotografía, quizás algunos puedan desanimarse, pero deben recordar que la misión de un bibliotecólogo es satisfacer las necesidades de información de las personas. Considerando esta misión que tenemos todos los bibliotecólogos, una mirada en perspectiva nos ayuda a entender que el servicio público, muchas veces, y más aún en nuestro Estado peruano, tiene procesos un poco lentos.
Pero no deben desanimarse, tienen que saber que va a ser un proceso que puede tomar algunos años, y para eso —y esa sería mi segunda recomendación—, además de tomarlo en perspectiva, tienen que prepararse. La formación inicial que recibimos en las universidades normalmente no profundiza en lo que es la gestión pública. Entonces, sí es indispensable que quienes quieren hacer gestión pública en el Estado, no solo trabajar en él, sino hacer gestión pública, tienen que prepararse, estudiar en la educación formal (maestrías, diplomados), pero también el autoaprendizaje, investigar, leer, y también consultar con otras personas.
Algo de lo que yo aprendí bastante ha sido, justamente, con las personas con las que he trabajado: abogados, educadores, psicólogos, economistas. Y mi práctica siempre fue la misma: preguntaba, observaba, leía en donde era posible, me involucraba trabajando en equipos que, evidentemente, eran interdisciplinarios.
Yo diría que las dos sugerencias más importantes son esas: mirarlo en perspectiva, considerando además que somos servidores de las personas para satisfacer sus necesidades de información; y, segundo, prepararse. Con una mirada de que el servicio es a largo plazo, yo creo que van a poder salir adelante, de pasar de posiciones más de analista, de formar parte de un equipo, de ser especialista, a obtener ya posiciones de liderazgo.

—En su opinión, ¿qué actitudes y estrategias debe considerar un bibliotecario de una biblioteca pública para exigir servicios modernos, horarios adecuados, colecciones conectadas con el interés de la comunidad y recursos para realizar actividades culturales? Sabemos que a veces la falta de estos recursos o el apoyo puede desalentar a alguien que trabaja en la administración pública, especialmente en una biblioteca. ¿Qué estrategias, sobre todo actitudes, para no desalentarse, debería tomar?
Me parece interesante tu pregunta porque tú mencionas de qué manera exigir mejores recursos, mejores horarios, mejores condiciones para prestar servicios a la ciudadanía. Y digo que es interesante porque, para mí, remite a un enfoque de derechos, es decir, las personas tienen derecho a acceder a información y derecho a la lectura. Efectivamente, en esa línea, existe la obligación de que las personas que brindan servicios para que los ciudadanos puedan cumplir y acceder a esos derechos cuenten con los recursos para que esos derechos puedan ser ejercidos plenamente.
Sin embargo, sabemos que en el Estado siempre hay limitaciones, que la necesidad es más grande que los recursos. En ese sentido, creo que la principal actitud que debe tener un bibliotecario o bibliotecólogo es un sentido de realidad. Hay que ser realistas.
—Sentido de realidad, me parece muy bien.
Sí, hay que ser realistas, lo que no significa que seamos conformistas, significa que conozcamos bien cuál es la situación que estamos enfrentando. Si es una biblioteca pública, es una biblioteca grande, es una biblioteca chica, si yo soy el que está a cargo o soy parte del equipo, si tengo superiores que, más allá de las limitaciones institucionales, comparten mi enfoque o no, si cuento con apoyo, si la institución tiene recursos.
A partir de entender esa realidad, ya uno puede pasar a las estrategias, que pueden ir desde, digamos, hacer propuestas, convencer; y, a veces, exigir, aunque por si acaso no en el sentido de reclamar o no respetar los procedimientos o las normas, o el trato adecuado que debe haber al interior de cualquier institución, sobre todo pública, sino en el sentido de ser firmes y claros con aquellas necesidades que deben ser cubiertas para brindar un servicio adecuado a los ciudadanos.

—¿Dirías que es más importante saber negociar que exigir?
Sí, de negociar y de convencimiento. Y eso tiene que ver con otra actitud que deben tener los bibliotecólogos: además de ser realistas, es ser resilientes. Porque uno puede tener buenas propuestas, pero estas propuestas o estas mejoras, estos planteamientos de necesidades, en ocasiones van a funcionar y en otras no o simplemente no se van a poder implementar porque no las van a aceptar. Podrían estar muy bien sustentadas, pero a veces, simplemente por la limitación de recursos o porque de quienes tú dependes no comparten tus enfoques o priorizan otras necesidades o actividades, entonces no se realizan.
Pero el bibliotecólogo, y en general ningún servidor público, puede renunciar o desmotivarse. Uno puede eventualmente sentirse frustrado, eso es natural, está bien, pero uno tiene que ser capaz de ir por encima de esas limitaciones, de esos problemas, de esos retrocesos, y aprender de ellos, insistir.
—¿Eso sería tomarlo con profesionalismo?
Sí, pero además es la obligación de cualquier servidor público, porque, siendo justamente realistas, no siempre las cosas van a suceder, incluso en el caso en el que tú cuentes con superiores jerárquicos que te apoyen, no necesariamente existen los recursos para poder ejecutar los cambios, las mejoras o las implementaciones que se requieren. Tienes que volver a intentarlo, tienes que encontrar otra salida, buscar aliados, articularte con otras áreas, en fin, no existe una única manera de enfrentar un problema o de atender una necesidad, hay que encontrar otra forma, salir de la caja, como se suele decir ahora.

—Habiendo pasado por las áreas ejecutivas al interior de la BNP, en particular la Gran Biblioteca Pública de Lima y las estaciones de biblioteca pública, ¿qué aspectos no deben perder continuidad y cuáles aún se pueden mejorar?
Efectivamente, hace poco he sido director de Direcciones Desconcentradas y en esa dirección se incluye no solo la Gran Biblioteca Pública de Lima, sino las estaciones de biblioteca pública. Y hablando de continuidad, creo que lo que debe asegurar cualquier gestión, en el caso de estas bibliotecas públicas, es que haya una continuidad en la forma de trabajo de estas bibliotecas que están muy vinculadas a sus comunidades, es decir, al conjunto de ciudadanos a los que sirve. Conocen bien a sus usuarios y en ese sentido deben mantenerse las actividades que están dirigidas a atender las necesidades de información de los ciudadanos.
Ojo, las necesidades de información no solamente están vinculadas a lo que tú puedas resolver a través de un libro, una revista o un diario, sino las necesidades de información también están vinculadas, por ejemplo, a cómo hacer, y en ese sentido hay un conjunto de actividades culturales y comunitarias que también atienden otro tipo de necesidades de información. Creo que esas actividades también tienen que continuar y, es más, tienen que fortalecerse para garantizar esa cercanía. ¿Quiénes conocen esas necesidades? Pues los propios encargados de las bibliotecas, los propios referencistas. Muchos de ellos son verdaderos líderes en sus comunidades, así que hay que respaldarlos y escucharlos. En cuanto a lo que habría que mejorar, yo diría que, evidentemente, los recursos.
—¿Por ejemplo?
En primer lugar, fortalecer la dinámica de trabajo tanto de la Gran Biblioteca Pública como de las estaciones. Recursos humanos: para atender a un mayor número de usuarios, se necesita un mayor número de personas que puedan atenderlos. De repente incluso si pensamos en extender horarios, esa extensión requiere más personal. Por otra parte, recursos de información.
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—¿Normalmente cuántos bibliotecarios trabajan en una biblioteca pública?
En las estaciones, en promedio, son dos personas. En algunos casos hay tres, pero en promedio son dos personas, que, desde luego, no alcanza para atender todas las necesidades. Ellos se encargan de todo, me refiero a los servicios propiamente dichos, los servicios de información, los servicios bibliotecarios, las actividades culturales. Todo está a cargo del mismo equipo, entonces ellos se deben multiplicar. Y algo que yo rescato mucho de estos equipos, ojo, no solo de las estaciones, sino también de la Gran Biblioteca, es que, a raíz de las limitaciones, que no son de ahora, sino que son históricas, han trabajado mucho apoyándose en alianzas. Y sí, ellos tienen toda una red de aliados que apoyan, principalmente, con actividades culturales. Charlas, talleres, capacitaciones, presentaciones de libros, cursos, son dictados por profesionales o por instituciones cercanas a estas estaciones o a la Gran Biblioteca, y que son contactados por el propio personal. Y de esa manera, prácticamente sin generar mayores gastos a la institución, brindan una variedad de servicios y de actividades a sus usuarios.

Yo suelo preferir que me digan bibliotecario.


—Cambiando de tema, fuera de las bibliotecas y las unidades de información, ¿en qué otros espacios pueden desenvolverse los bibliotecólogos?
Sí, bueno, en realidad, el mercado ha ido cambiando mucho. De hecho, las currículas de las dos universidades que dictan la carrera también han ido, progresivamente, adaptando sus mallas, sus planes de estudio. En este momento casi podríamos decir que un bibliotecólogo se puede desempeñar en cualquier institución, en casi cualquier actividad, porque, como sabemos, toda actividad económica, cultural, académica, comercial se basa en información. Y, justamente, ese es el rol que cumplen los bibliotecólogos como intermediarios, como gestores de información.
Y, efectivamente, sabemos que esto es producto de toda la evolución que ha habido, sobre todo en la tecnología, que nos ha dado una diversidad de formatos y soportes, una diversidad de medios en donde podemos encontrar la información. Así como han ido cambiando las fuentes de información, la carrera ha tenido que ir cambiando, y, por lo tanto, los espacios de trabajo. De hecho, ya se ha escrito bastante sobre lugares no tradicionales. Incluso, en la Católica (PUCP) ya hace varios años la carrera eliminó totalmente la denominación «Bibliotecología», precisamente para abarcar ese ámbito más amplio de ciencias de la información. No obstante, la esencia de la carrera sigue siendo la misma, es decir, intermediar entre la información, independientemente del soporte en el que esté, y las personas que la requieren.
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—Y es curioso porque los egresados de la Católica, habiendo hecho estudios en ciencias de la información, no tienen ningún problema en llamarse bibliotecólogos.
Sí, incluso bibliotecarios. Yo suelo preferir que me digan bibliotecario, pero, como te digo, ha evolucionado. Ahora, hablando de mi experiencia, espacios no tradicionales han sido, por ejemplo, todo lo que tiene que ver con la información gubernamental.
Al finalizar los años 90, cuando yo terminé la carrera, trabajé por varios años viendo temas de transparencia, temas de acceso a la información pública, que tenía un enfoque fuerte desde el derecho. Sin embargo, desde las ciencias de la información, había una mirada que tiene que ver con cómo facilitas el ejercicio de ese derecho. Es decir, no se trataba de un procedimiento para cumplir con una ley que tiene un plazo, no era solo un tema normativo o un tema desde el punto de vista informático, donde tú colocas información en una página web o programas un formulario para hacer solicitudes de información. No, la mirada nuestra tiene que ver con, bueno, cómo facilitas el acceso a esa información.
Incluso, en algún momento, yo trabajé en la Comisión de Ética y Transparencia del Ministerio de la Mujer. Ahí hicimos una propuesta de una directiva para facilitar el procedimiento de solicitud de acceso a la información, que brindaba mayor apertura de la que daba la propia ley, pues en su momento el Tribunal Constitucional ya se había pronunciado en el sentido de que cualquier directiva que brindara mayores facilidades, mayor apertura, mayor celeridad, era perfectamente válida. Entonces, esa mirada de cómo le facilitas el acceso a la información al ciudadano venía desde las ciencias de la información. Igual en el caso de la transparencia, es decir, no solamente se trata de poner la información en la página web, sino cuáles son los criterios de usabilidad de esa página web, de tal manera que sea fácil de acceder a la información, fácil de encontrar.
Entonces, sí había un enfoque que considero que da un aporte, junto con el aporte que venía desde el derecho, y junto con el aporte que venía desde la informática.

—Alguien por ahí se habrá enterado de tu trabajo porque he visto ofertas para bibliotecólogos en temas, precisamente, de acceso a la información pública. Bueno, están ahí entre otros profesionales, pero son ofertas sobre acceso a la información pública, y bibliotecólogos entre los profesionales que pueden postular a esas plazas.
Bueno, mira, de eso ya hace 20 años, más o menos, y es bueno ver que, efectivamente, esos espacios se van abriendo, que las personas de otras especialidades, que están a cargo de esos procesos, vayan conociendo las posibilidades de desempeño que tienen los bibliotecólogos.
Y así como esta que te acabo de contar, vinculada a la información gubernamental, también otra experiencia que fue bastante interesante sucedió en el Ministerio de Educación acompañando proyectos de innovación tecnológica, donde había una vinculación entre las áreas usuarias que necesitaban un sistema de información y que requerían el apoyo de las áreas tecnológicas. Esta vinculación, a veces, era un poco complicada, porque los especialistas de las áreas funcionales no saben mucho de informática y no lograban hacerse entender, y muchas veces los informáticos tampoco. El rol que yo tuve allí, entonces, fue de articular, de traducir, de facilitar la comunicación entre el equipo tecnológico y el equipo funcional, de tal manera que tuviésemos sistemas de información que realmente respondiesen a las necesidades de las áreas funcionales.
Por supuesto que, en ese momento, porque estoy hablando de hace cuatro años, yo ya tenía todo un trecho trabajando en el Estado, y fue una oportunidad para ayudar a que esos proyectos se ejecutaran, hacerle seguimiento, monitorearlos, pero, digamos, eso tenía que ver más con la gestión pública. Desde la ciencia de la información, creo que el aporte más importante fue esa posibilidad de ayudar a que se comprendan entre ellos, y que haya una relación eficiente y efectiva entre las áreas funcionales y los equipos de informática.
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Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Áreas de interés: periodismo científico, repositorios institucionales e industria editorial. Contacto: cesar_023@hotmail.com
Gracias Cesar por compartir tu experiencia, eres un ejemplo de perseverancia.