aquella biblioteca estaba
allí cuando yo era
joven y buscaba
algo
a lo que aferrarme
y no parecía que hubiera mucho.
Cincuenta años después, impulsado por esa cándida serenidad provinciana, corolario de la felicidad, César Castro subió al estrado oficial al son de los aplausos de sus familiares, amigos y asistentes, donde recibió la distinción de manos de la bibliotecóloga Fabiola Vergara, jefa institucional de la Biblioteca Nacional, en la categoría de trayectoria bibliotecaria, subcategoría: trayectoria a la gestión bibliotecaria.
“La noche del 31 de agosto, al recibir el reconocimiento, sentí una enorme alegría al verme acompañado de amigos y colegas de varias generaciones; de mi familia, especialmente de mis tres nietos; y de los miembros de mi otra familia, de Achikyay, la asociación que dirijo actualmente. Achikyay, término quechua, significa las primeras luces del día, y está conformada por jóvenes bibliotecólogos, profesores y otros profesionales, que buscan descentralizar las actividades bibliotecarias y las de promoción de lectura, con apoyo de los maestros, por ahora, en el centro del país”. Me cuenta César con profunda emoción por el premio ganado. Recibir un reconocimiento en el otoño de su vida es una postal imborrable para César.
Echemos una mirada al camino que tuvo que transitar para llegar a su hora de gloria, la noche del 31 de agosto en el Auditorio Mario Vargas Llosa de la Biblioteca Nacional.
«Quien estudia triunfa»
Con esta frase podemos resumir la vida de un bibliotecario peruano con una fabulosa historia de superación y resiliencia. Narrar la vida de César Castro Aliaga es como relatar una odisea; su relato, mezcla de memoria y sentimiento, arranca desde que decidió preparase para cumplir su sueño de ser un profesional.
Terminando la secundaria ingresó al Instituto Pedagógico de Chupaca (Junín), entre 1969 y 1972. Durante esos cuatro años de intenso estudio, César vivió alejado del espíritu festivo y dionisiaco de los huancaínos, prefiriendo la soledad de la biblioteca municipal, donde se sentía feliz como una perdiz. Primero como un asiduo lector y luego como trabajador voluntario, gracias al profesor Aquilino Castro Vásquez, creador de la biblioteca. Al culminar sus estudios se recibió de profesor de educación primaria con la tesis Organización de una biblioteca infantil en la comunidad de Chupaca (1972). Fue una noche pueblerina donde había luna, sonido de música y risas distantes, cuando César se despidió de sus seres queridos, de sus apus, de la pachamama (madre tierra) que lo vio crecer para ir a la capital a seguir estudiando.
Estando en Lima, César tomó una acertada decisión que le cambiaría la vida para siempre: se inscribió en un curso de bibliotecas escolares auspiciado por la Organización de Estados Americanos, OEA, en la Biblioteca Nacional, curso que lo llevaría a ser contratado por el Ministerio de Educación para trabajar en la biblioteca de Ayacucho como bibliotecario.
Fruto de su esfuerzo y dedicación, en 1975 la OEA le concede una beca para estudiar el curso de bibliotecas escolares en la Escuela Interamericana de Bibliotecología de Medellín, Colombia. A su regreso, la buena estrella le hace tomar otra sabia decisión: por sugerencia de su amigo Augusto Isla y la aprobación de Edith Araujo, jefa de la Oficina de Biblioteca Escolares, ONBE, decide postular a la Escuela Nacional de Bibliotecarios; además, trabaja en la Biblioteca Nacional a pedido de su directora María Bonilla.
César recuerda que fueron cuatro años de intenso trabajo y estudio desde la siete de la mañana hasta las nueve de la noche. Como buen provinciano con deseos de triunfar, superó esta etapa con la resistencia de un corredor de fondo.
Al culminar sus estudios en la promoción 1976-1979, César Castro fue promovido de auxiliar a bibliotecario II y asignado a trabajar en la Biblioteca Escolar Piloto José de San Martín, que funcionaba en un local cedido por el colegio Guadalupe, trabajo que le permitió ganar experiencia, seguridad y viajar por diferentes pueblos del país, divulgando el papel de la biblioteca escolar y promoviendo su organización y uso pedagógico. Más adelante, se dio tiempo para estudiar la licenciatura en Bibliotecología y Ciencias de la Información en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para después ocupar cargos directivos intermedios hasta llegar a la Dirección General de Bibliotecas Escolares en 1992.
Su carrera profesional va viento en popa, ya no es el tímido provinciano, ahora es un ejecutivo de nivel. Su legajo se va llenando de certificados y diplomas que lo llevan a ocupar el cargo de director técnico del Sistema Nacional de Bibliotecas para después llegar a la cúspide de la pirámide ocupando el cargo de director técnico de la Biblioteca Nacional del Perú, y, ocasionalmente, la jefatura institucional. Como es natural cuando uno tiene poder de decisión se ganó también algunos detractores. Después de 33 años de servicios, César Castro decide alejarse de la actividad pública con la satisfacción del deber cumplido y profundamente agradecido con los compañeros de trabajo y los colegas bibliotecarios que lo acompañaron durante su recorrido.
La vuelta al mundo en ochenta bibliotecas
Durante su vida profesional, César Castro Aliaga tuvo muchas satisfacciones gracias a la bibliotecología que le permitió conocer otras culturas, otras realidades, otras bibliotecas, además de conocer a tantas personalidades, nacionales y extranjeras, vinculadas con la bibliotecología y la cultura. Solo entre sus exdirectores, trató con Estuardo Núñez, el fundador de la BEP “José de San Martín”, con Franklin Pease, impulsor del Sistema Nacional de Bibliotecas; con Juan Mejía Baca, el iniciador del proyecto de la nueva sede de la Biblioteca y con María Bonilla de Gaviria y Martha Fernández de López, dos de sus directoras bibliotecarias que emprendieron obras fundamentales para la institución y para el Sistema Nacional de Bibliotecas.
Así como tuvo la oportunidad de viajar por varios países de la región con fines de formación y perfeccionamiento o de participación en diferentes certámenes de la especialidad, en representación de la Biblioteca Nacional, gracias al apoyo de instituciones internacionales que promueven el desarrollo de las bibliotecas, conoció algunos países de Europa que fortalecieron sus conocimientos y habilidades para establecer contactos. Así, después de retirarse de la Biblioteca Nacional, debido a su incorporación a la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas, IFLA, como miembro del Comité Permanente para América Latina y el Caribe, visitó varios países de América Latina, algunos otros de Europa, Canadá y África, en misión de asesoría y supervisión. César Castro, fiel a su vocación educativa, ingresó a la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, España, donde concluyó su formación académica. En marzo del 2012 sustentó su tesis doctoral titulada: Aportes al estudio de la bibliotecología peruana: vida y obra de Jorge Basadre Grohmann (1903-1980).
El espíritu laborioso y su vocación de servicio lo llevaron a ser elegido decano nacional del Colegio de Bibliotecólogos del Perú durante el período 2013-2014. Otro mérito más en el historial de su vida profesional, que lo cumplió con el espíritu renovador de Jorge Basadre, su personaje favorito.
Al retirarse de la actividad oficial, César Castro regresó a la madre tierra que lo vio nacer convertido en un chamán chupaquino, para seguir trabajando y compartir las propiedades curativas del saber con sus paisanos.
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Nació en Ayacucho. Bibliotecólogo de profesión con más de cuarenta años de experiencia. Narrador de cuentos, autor-editor de cinco obras de corte infantil-juvenil. Colabora en revistas y periódicos de Huaral. Gestor de los blogs: Bibliotecologia & Literatura, Crónicas de Pauza y Huaral Huaralín. Trabaja en la biblioteca del SENATI. Contacto: fpebe9@yahoo.com
Felicitaciones Fernando Pebe por hacernos conocer las actividades de nuestra especialidad y de esta forma unirnos como un gremio, destacando tu vena periodística y bibliotecológica. Te mereces un premio.