
«Una biblioteca o centro de documentación es el espejo donde se mira el propio científico investigador y la calidad de la biblioteca simplemente refleja la calidad de la ciencia que se produce en el país».
Escribe: Rubén Urbizagástegui-Alvarado
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La existencia de una comunidad científica nacional presupone la existencia de mecanismos eficaces para la socialización y reproducción de la ciencia: instituciones sólidas y estables para albergar a los grupos de investigación; recursos humanos calificados para ejercer y promover la actividad científica, así como canales de comunicación eficientes para recopilar, organizar y diseminar la literatura producida y publicada en el país. La ausencia de cualquiera de estos elementos crea condiciones adversas no solo para la institucionalización y la socialización de la ciencia sino también para su evaluación y reproducción.
La generación de nuevos conocimientos está pues relacionada con el desarrollo de nuevas investigaciones, por ende, la regla es que una investigación está terminada solo cuando es publicada. Esa publicación puede concretarse en múltiples soportes físicos como artículos de revistas, capítulos de libros, trabajos presentados en congresos y similares canales de información, capaces de hacer públicos los resultados de la investigación, mostrar acuerdos y desacuerdos, alertar para olvidos o eventuales errores. La ciencia se caracteriza por ser de conocimiento público y la literatura producida sobre un asunto científico es tan importante como la propia investigación que la incorpora, porque el objetivo final de un científico es “crear, criticar y contribuir para alcanzar un consenso racional de las ideas y de la información de esas ideas” (Ziman, 1969, p. 318).
Los responsables de la recolección, organización y diseminación de esa literatura producida sobre un asunto determinado son los bibliotecólogos, archivistas, museólogos. Estos “organizadores de la información” son los profesionales que indizan, organizan y diseminan el conocimiento en esas instituciones llamadas bibliotecas, centros de documentación, archivos, y museos. El investigador que publica y visita esos centros de investigación “… siente satisfacción de ver publicado el fruto de su esfuerzo, eleva su prestigio profesional, y se da a conocer ante la comunidad científica. Por medio de las publicaciones los autores pueden recibir reconocimientos que aumentan su renombre” (Velázquez Carranza, 2015, p. 51), y a veces hasta su salario, pero la no difusión de los resultados obtenidos es perjudicial para la ciencia, pues “si no se publica se pierde la información, con el consecuente desperdicio de esfuerzos y recursos, se atrasa el avance científico y puede llevar a investigaciones innecesariamente duplicadas o con metodologías ineficientes o poco actualizadas” (Rebuelto, 2018, p. 5).
Por lo tanto, las bibliotecas, los archivos, los museos, los centros de documentación son organismos que apoyan la investigación académica, facilitan la literatura publicada y direccionan a los investigadores a las mejores y más adecuadas fuentes de información, para alcanzar el objetivo propuesto en las investigaciones.

Entonces, ¿por qué es están difícil investigar en el Perú?
El país no cuenta con una base de datos bibliográfica en ningún campo del conocimiento, desde las cuales se pueda recuperar aquellas investigaciones realizadas sobre algunos temas específicos. Si bien existen intentos para recolectar documentos como Alicia, Renati, y otros, estos aún presentan deficiencias debido a que las fuentes desde donde se recoge la información presentan carencias que afectan la recuperación de la información. Los encargados de operacionalizar esos servicios carecen de la capacidad y entrenamiento que si tienen los bibliotecólogos, archivistas y museólogos. Esos servicios son encargados muchas veces a profesionales de otras áreas por relaciones sociales de compadrazgos y sin visión de lo que se necesita en el país. Ver, por ejemplo, el caso de la jefatura de la Biblioteca Nacional del Perú.
Es lamentable. Para consultar las bibliotecas existentes en el país, tienes que sacar un “carné” especial de cada biblioteca consultada. Este carné en muchos casos cuesta 30 soles más los gastos de una fotografía tamaño pasaporte cuando bien se podría usar solamente un DNI personal. En otros casos, las llamadas “bibliotecas virtuales” de algunas instituciones, no permiten ni siquiera consultar sus catálogos en línea, a pesar de que estas propias instituciones reciben financiamiento público. Ni para que hablar de bajar los documentos que se necesitan consultar, eso es imposible. El Perú es riquísimo en arqueología, pero ¿dónde está esa base de datos bibliográfica en arqueología peruana? El país tiene dos escuelas de formación profesional en bibliotecología y ciencias de la información, pero ¿dónde está esa base de datos bibliográfica en bibliotecología y ciencias de la información peruana? Simplemente no existe. Para hacer un levantamiento, digo, solamente un levantamiento de lo que se publica en el país, se tiene que mendigar y vagar de biblioteca en biblioteca. Quienes dirigen esas bibliotecas muchas veces no son bibliotecólogos sino compadres de los directores de las instituciones que albergan los centros de documentación y como tales no saben ni lo que hacen en esos centros de documentación. Allí vegetan.
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Una biblioteca o centro de documentación es el espejo donde se mira el propio científico investigador y la calidad de la biblioteca simplemente refleja la calidad de la ciencia que se produce en el país. Si como lector visito una hemeroteca, lo primero que me presentan es un listado de las revistas elaborados en Excel, en pleno siglo XXI. Igualmente en los archivos nacionales, un listado de documentos elaborados en Excel. ¿Eso es todo lo que podemos ofrecer a nuestros científicos nacionales? Lo que es peor creo que ni los propios científicos nacionales se pronuncian sobre esas deficiencias o estos científicos no se ven reflejados en los centros de información que visitan. Con algunas excepciones hasta el servicio es hecho con tan mala voluntad que en vez de continuar persistiendo es mejor retirarse. A veces hasta los propios funcionarios que nos atienden no lo hacen como si nos estuvieran ofreciendo un servicio sino como si nos estuvieran haciendo un favor. Pero sobreviven gracias a los impuestos que pagan todos los peruanos y peruanas.
La Biblioteca Nacional del Perú, así como el Archivo General de la Nación, para ofrecer un carné de “investigador” solicitan una carta de presentación membretada informando sobre las publicaciones realizadas hasta la fecha de la solicitud. ¿qué sucedería si el solicitante es un novato que recién está comenzando a investigar? ¿Si todavía no ha publicado ningún documento? Su solicitud seguramente sería rechazada. Por otro lado, la investigación y publicación de documentos esta correlacionado con el capital cultural acumulado a través de la educación y los grados alcanzados en ese proceso de educación, por lo tanto, las “condiciones” establecidas por esas dos instituciones para otorgar un carné de “investigador” privilegian dos veces más a los privilegiados. Quien tiene un doctorado tendrá mayores probabilidades de obtener un carné de investigador que un obrero de construcción civil, un campesino, o un chofer de taxi, a quienes les gustaría, por ejemplo, investigar sobre sus orígenes.
Necesitamos pues democratizar el acceso a la cultura a través del acceso a la literatura publicada y depositadas en esas instituciones llamadas bibliotecas, archivos, museos o centros de documentación. Necesitamos urgentemente que sean los profesionales de bibliotecología y ciencias de la información los que comanden la organización de la información en esas instituciones.
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Referencias bibliográficas
Rebuelto, M. (2018). Publicar o perecer: algunas reflexiones. Revista de Medicina Veterinaria (Buenos Aires), 99(2), 5-7.
Velásquez Carranza, D. (2015). ¿Porqué publicar un artículo científico? Revista de Enfermería Herediana, 8(2), 51-52.
Ziman, J. M. (1969). Information, communication knowledge. Nature, 224(5217), 318-324.
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Doctor en Ciencia de la Información.
Bibliotecólogo Emérito por la Universidad de California en Riverside (EE. UU.). Participa regularmente en congresos y eventos de la especialidad presentando resultados de investigación en bibliometría, información e ideología, y sociología de la información. ORCID: 0000-0001-5014-801X. Contacto: ruben@ucr.edu
Parabéns Ruben pelo artigo sobre a situação peruana. Tal como Brasil, o Peru também precisa de muitas coisas na área bibliotecária. É importante reforçara o papel da associação de bibliotecários para que, junto com os bibliotecários e leitores, se possa lutar pela melhoria da nossa área.
Saludos. Murilo Cunha