Roberto Calasso. Cómo ordenar una biblioteca, Anagrama, 2021, 144 págs. ISBN: 978-84-339-1646-4
Hay que tener cuidado con los libros que uno muestra en una videoconferencia. Si podemos llegar a ver los títulos, sabremos cómo piensa el dueño o dueña de esos libros, incluso es posible darnos cuenta de que en realidad no lee nada, aunque tenga libros detrás de sí, porque seguramente veamos que son libros infumables, que están ahí como decoración. De acuerdo a los títulos que veamos, de inmediato vamos a identificar su postura intelectual, sus escritores favoritos, su oficio. También su buen o mal gusto. Por eso, si quiere mostrar sus libros, revise su colección personal, deshágase de esos manuales obsoletos, de los compendios de academia, de los libros de inglés que nunca volverá a repasar. Luego ordene, pero tenga cuidado con colocar como más vistosos únicamente los libros nuevos, porque mostrar solo nuevos también es señal de no haberlos leído y lo pueden delatar como un fetichista, aunque se trate de proyectos de lectura. A menos que usted compre libros porque venera a un autor en particular, como hacía Roberto Bolaño, que decía que si le faltaba un Stendhal iba a morir. Seguro que lo mejor sería dejar ver los libros que de verdad significan algo para usted, aquellos que ha devorado o los que todavía tienen un separador y que por dentro tienen anotaciones por doquier. Si quiere construir una colección de libros que en verdad valgan la pena, entonces debe leer Cómo ordenar una biblioteca, de Roberto Calasso.
Este libro amplía la cultura del buen bibliotecario, aunque también está dirigido a escritores, editores y libreros. En él encontramos, entre otros asuntos, algunas consideraciones sobre la London Library y también sobre el bibliotecario francés del siglo XVII, Gabriel Naudé.
Sobre la London Library, nos cuenta que fue fundada por Thomas Carlyle en 1841, quien estaba cansado de esperar y encontrar siempre llena la biblioteca del British Museum. Prefería, por lo tanto, la comodidad de leer a solas en casa o en un lugar donde pudiera sacar el mismo provecho. Así que ideó la creación de una biblioteca estrictamente para aquellos que fueran capaces de invertir en una suscripción a cambio de contar con un espacio acondicionado; un lugar adecuado para lectores exigentes. No obstante, aunque la London Library, como biblioteca independiente, ha pasado por todo para seguir funcionando, sigue ofreciendo servicios especiales a sus socios, como salas especiales de lectura (el Reading Room en St. James’s Square), bases de datos, incluso envía libros a domicilio.
El otro personaje sobre el que el autor se explaya es Gabriel Naudé, el bibliotecario francés que escribió una obra que inició la discusión sobre los golpes de Estado en el siglo XVII y por fundar una de las primeras bibliotecas públicas en Europa. Sin embargo, se dice que Gabriel Naudé no tenía pretensiones filantrópicas al buscar que las bibliotecas sean públicas, pues se trataba de un “maquiavélico extremo” capaz de utilizar el conocimiento para alcanzar cualquier fin. El crítico literario Sainte-Beuve, citado por Calasso, dice que el bibliotecario catalogaba con criterios que aterrorizan: “Da la receta de lo que consideraba permitido en caso de necesidad: asesinato, envenenamiento, masacre. Divide y subdivide el todo con una inconcebible sangre fría”.
¿Cómo se ordena una biblioteca? “¿Qué es el orden?”, se pregunta Calasso: “La única regla áurea es la del buen vecino, formulada y aplicada por Aby Warburg, según la cual en la biblioteca perfecta, cuando se busca un determinado libro, se termina por tomar el que está al lado, que se revelará aún más útil que el que buscábamos.” He conocido personas que ordenan sus libreros por orden alfabético, que me parece una ordenación de nivel primario. No tan bárbara como aquellos que ordenan sus libros por el color del lomo de sus cubiertas. Otros los ordenan por tamaños. O por autores, géneros, épocas o temas.
Fernando García Ramírez
Crítico literarioTodo el libro de Calasso resulta luminoso, aunque uno se queda con ganas de enterarse de más en el breve ensayo titulado “El nacimiento de la reseña”. Sin embargo, en “Cómo ordenar una librería”, que es el último ensayo de los cuatro que contiene la obra, encontramos consideraciones valiosas sobre el libro electrónico y Amazon, donde se deja en claro que ya es ocioso hablar sobre si algún día los libros impresos desaparecerán. Roberto Calasso entiende que el libro electrónico no es más que una “modalidad” de lectura. En cuanto a la resistencia de las librerías, sostiene algo que podría alcanzar a las bibliotecas. Nuestro autor observa que algunas librerías, en el afán de atraer clientes, incorporan la venta de artículos de oficina, camisetas, café…, lo cual no estaría mal si no fuera en detrimento de su esencia: los libros.
En conclusión, Calasso piensa en las necesidades del lector maduro, aquel que sabe distinguir una buena obra en una librería o que va a la biblioteca porque piensa que es el lugar perfecto para concentrarse. Por eso señala: “El verdadero lector no necesita mucho: un poco de gusto en la decoración y en las luces es suficiente (…). Y si el libro ya no es suficiente, entonces el mundo está escribiendo otra de las páginas oscuras de su historia”.
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Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Contacto: cesar_023@hotmail.com
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César Antonio Chumbiaucahttps://www.revistaotlet.com/author/cchumbiauca/
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