
La palabra nos es despojada a través de múltiples estrategias a lo largo de la vida, lo que hace más difícil combatirlo (pero nunca imposible).
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Lo primero que debemos hacer para saber cómo resistirnos al despojo violento de la palabra, es descomponer la pregunta para ponernos de acuerdo en posibles respuestas:
Resistir, del latín resistĕre, significa según la RAE, un montón de cosas, entre tantas, se refiere a oponerse a la acción o violencia de otra; combatir, rehusar, plantarse…
La segunda palabra es despojar y nos quedaremos con la acepción de la RAE que la explica como sinónimo de: robar, quitar, hurtar, desposeer, privar, desplumar.
Finalmente, entenderemos por palabra, el lenguaje representado en las múltiples lecturas, escrituras y oralidades que nos ayudan a construir pensamiento, y, por tanto, nuestra existencia.
Ahora sí, vamos con los tips para la resistencia (¿o re-existencia?):
Tip 1. Identifica los mecanismos de despojo: la palabra nos es despojada a través de múltiples estrategias a lo largo de la vida, lo que hace más difícil combatirlo (pero nunca imposible). Aquí listamos las 10 maniobras de despojo más famosas del mundo, para que identifiques de cuáles has sido víctima y puedas pasar al segundo tip:
1. De niñx no te permitían opinar porque “estaban hablando lxs mayores”.
2. Cuando das tu opinión hacen bromas o comentarios hirientes y sientes deseos de que te trague la tierra luego de pensar “debería quedarme calladx”.
3. Te dicen que leer es muy importante y que si no lo haces te saldrán orejas de burro pero te obligan a leer cosas que no disfrutas, luego te hacen preguntas que no te interesa responder y ahora solo quieres evadirte con cualquier cosa menos leyendo.
4. Han rechazado tu acento, tono de voz, vocabulario y ortografía diciéndote que no sabes hablar ni escribir porque hablas como “indix”, “cholx” “montañerx”, “persona de barrio y sin estudios”.
5. No reconocen tu identidad de género y te obligan a encajar en los binarismos de “los y las” porque no quieren maltratar el lenguaje colonial español usando la x o la e para nombrarte. Además, si eres mujer dicen que “calladita te ves más bonita”.
6. El único conocimiento científico que reconocen en tu entorno es blanco, heteronormado, eurocentrado y masculino, y tus lenguas originarias, saberes ancestrales y prácticas populares y comunitarias son menospreciadas y subvaloradas.
7. Hay personas con autoridad que se toman el “derecho” de hablar por tu comunidad y no creen que lo que tienes para decir sea importante.
8. Te obligan a guardar silencio con la amenaza de ser expulsado de tu colegio, despedido de tu trabajo, echado de tu casa o desplazado de tu comunidad si dices lo que piensas.
9. Los medios de comunicación mienten, manipulan y solo promueven una única versión de los hechos, usualmente la que beneficia a los “dueños del balón”, y solo te ofrecen programas de “entretenimiento” donde no aprendes nada, pero olvidas todo.
10. Utilizas las paredes de la ciudad como medio de comunicación y contrarrespuesta al monólogo del poder, pero la “gente de bien” censura tu palabra borrando con gris plomo los lenguajes que reivindicas.

Tip 2. Escuchar hacia adentro. Si has sido víctima de alguno de los mecanismos de despojo de la palabra listados anteriormente, es posible que sientas que no tienes algo importante que decir, que no te gusta o no sabes leer o escribir, que no eres buenx para hablar en público, que cualquier persona puede hacerlo todo mejor que tú, y, en fin, que no tienes autoridad para hablar.
En ese caso, debes reconocer que en ti han operado múltiples opresiones que han hecho más difícil que puedas creer en tu propio valor como ser humano, y, en tanto necesitas buscar o inventarte las palabras que por años te fueron negadas, no debes culparte por lo que sabes o desconoces, por lo que has dicho o callado, solamente debes hacerte cargo de quién seguirás siendo a partir de este momento.
Tip 3. Construirse una voz. Para esto, una buena receta es cultivar la curiosidad por aprender y explorar distintos lenguajes e ideas que te ayuden a soltar miedos y prejuicios para que esa casa que eres sea habitable, que esa voz tuya sea para ti creíble, amable y confiable, teniendo plena certeza, de que igual que todos los seres humanos, tienes la palabra, una palabra que merece ser dicha y escuchada.
Cuando violentamente nos despojan de la palabra, lo que se quiere es despojarnos de nuestra identidad y capacidad de agencia, lo que se busca es privarnos del derecho a cuestionar y proponer otras maneras de ser y hacer, por eso es tan importante emprender la búsqueda o invención de otras palabras e ideas que vayan formando y deformando lo que vamos siendo (quizás habrá cosas que deban salir para que otras quepan). Explora distintos lenguajes, maneras de ver el mundo y formas de aprender hasta que encuentres tu manera, tu voz. Y muy importante, no permitas que nadie te la quite, eso sí, cuidado y organización.
Tip 4. Arma tu manada. Para resistir los embates de la existencia en este mundo humano repleto de callejones sin salida, palabra incomprensible, dobles sentidos y sinsentidos, es fundamental caminar en compañía. Construir un lugar seguro donde poder hablar, llorar, guardar silencio, preguntar, escuchar y ser escuchados. Grupo familiar, amigas, colectivo, club de lectura, biblioteca, en todo caso, una manada para conspirar, para debatir, para construir estrategias de cuidado y defensa de lo humano, del derecho a existir en diversidad y dignidad.
Tip 5. Saca tu palabra a la calle. Seguro habrás oído aquello de que “lo personal es político”, y es cierto, como puedes haber notado, la escisión de la palabra ocurre desde que llegamos al mundo y nos nombran hombres, mujeres, pobres, negrxs, indixs, ignorantes, tercermundistas. Las palabras con que somos nombradxs condicionan cómo nos sentimos, los derechos a los cuales tenemos acceso, nuestras posibilidades para educarnos, tener un trabajo, construir vínculos afectivos, en fin, condicionan, aunque no determinan, nuestra palabra frente al mundo.
Por ello, es fundamental mostrar al mundo que existimos, que sentimos, que deseamos y exigimos otras relaciones sociales, una distribución justa de los recursos, que nos nombren y traten con respeto, que no vamos a callar frente a las opresiones. Para eso existen muchas maneras que seguro imaginas, algunas de ellas se manifiestan en la literatura, en los libros que muerden, en las canciones que denuncian y proponen, en los muros que dicen “Nos están matando”, en el jolgorio de una batucada feminista contra la violencia patriarcal, en los clubes de lectura y bordado donde se hace juntanza para re-exisitir en compañía. Sacar la palabra a la calle es hacer que cosas pasen, que el vecino sepa que no apoyas el genocidio palestino ni la explotación minera que contamina los ríos, y que, como seres humanos habitantes de este planeta, nos resistimos, de las formas más bellas, al despojo violento de la palabra.
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Forma parte de la Casa Cultural Botones y el colectivo de activismo textil 5_hebras. Estudió Bibliotecología y una maestría en Ciencia de la Información con énfasis en Memoria. Es profesora de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, Colombia y su búsqueda vital es aprender a nombrar lo innombrable.
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