La Encuesta Nacional de Lectura, Perú: características del comportamiento lector de las personas de 0 a 64 años, se ha publicado en abril de este año por el Instituto Nacional de Estadística e Informática y el Ministerio de Cultura. Al respecto, la jefa institucional de la Biblioteca Nacional del Perú expuso las acciones que su gestión realiza de cara a los resultados de la encuesta y remarca la necesidad del trabajo articulado.
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Revisando la Encuesta Nacional de Lectura, tal vez el dato más importante en lo que respecta a la asistencia de la población a las bibliotecas son las razones por las cuales las personas no van a las bibliotecas. Y la mayor razón que se indica es la falta de tiempo (51.9%). Este resultado respalda una nota que sacamos en la revista Otlet sobre el horario de las bibliotecas públicas. En ese sentido, ¿estaría de acuerdo con nosotros en que las bibliotecas públicas deberían funcionar más bien los sábados y domingos y no en horario de oficina?
Antes de entrar al tema me gustaría comentar un poco. La encuesta se enmarca en la Ley del Libro y también es parte de la Política Nacional de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas y es un instrumento que se constituye como una línea base para el ecosistema del libro. Las bibliotecas y los bibliotecarios cumplimos un rol dentro de ese ecosistema, pero es importantísimo saber que somos parte de un todo y que todos juntos tenemos que trabajar si queremos otros resultados. También lo he dicho públicamente en cuanto a porcentaje de bibliotecas que existen en el país: solo el 25% de los gobiernos locales tiene a disposición de la población una biblioteca pública. Es insuficiente. Luego hablamos del tema de horarios. Y claro que sí, se necesitan ampliar los horarios de los servicios públicos culturales existentes. Y eso también se enlaza con otra pregunta, que es ¿dónde leemos los peruanos? En la mayoría de casos señalaron que leen en casa, seguido por el centro de trabajo, el transporte público y allá, por abajo, otros lugares del espacio público. Y es ese espacio el que tenemos todos juntos que volver a convertir en un espacio de aprendizaje, un espacio de propuestas culturales y también un espacio donde se pueda acercar al libro y a la lectura.
Esta encuesta es muy importante, porque además de constituirse como una línea base también nos dice cómo estamos leyendo a nivel nacional. Más que advertirnos, nos señala algunas brechas que ya veíamos y nuestro trabajo es generar propuestas que tengan un valor para la ciudadanía y cerrar brechas. También nos queda claro que, para lograr esas dos cosas —generar valor público con nuestros programas y cerrar brechas— necesitamos articularnos con otras instituciones del Estado, con la sociedad civil, con otros agentes del ecosistema del libro y también con la ciudadanía.
Esta encuesta va a ser la base para una evaluación posterior.
En tres años se va a hacer otra. Así es. Una cuestión más respecto al contexto, es que, como sabemos, la Ley se promulga en el año 2020 en plena pandemia y justamente por el periodo de pandemia es que se amplía un año más para poder hacer la encuesta y sale en el 2022 cuando todavía estábamos en ese contexto. Eso generó ciertas características propias, por ejemplo, que se encuestara solamente a personas entre los 18 y los 64 años. Luego también algunos resultados. ¿Por qué leen tanto en casa? Y lo comentamos en una mesa: para muchas personas, nuestro lugar seguro durante tres años fue la casa. Hay que comprender que ese fue un contexto que generó algunos indicadores un poco más marcados, pero en general creo que es una encuesta que sí muestra una caracterización del lector peruano.
A propósito de la seguridad y volviendo al tema de los horarios, cuando las personas salen a pasear, sobre todo las que tienen hijos, es común que los fines de semana vayan a los parques o al cine. No hay tantas opciones, pero una de las que probablemente tenga bastante acogida es ir a los centros comerciales. Uno va y ahí se siente seguro, camina por allí… Estaba el proyecto de parques biblioteca (Parques Bicentenario) del Ministerio de Cultura, pero no sé muy bien cómo avanzó. Y son los sábados probablemente cuando uno más tiempo tiene para llevar a sus hijos a pasear y pasar un buen rato. Entonces, si las bibliotecas no tratan de entrar en ese tiempo libre de las personas, si no están presentes, se quedan al margen, ¿no?
A ver, nuevamente, sí es muy importante que las bibliotecas y los servicios de extensión bibliotecaria se afiancen como espacios públicos para el acceso al libro, a la lectura y a la cultura, pero tienen que haber programas y no actividades solamente. ¿Qué sucede si es que un lector, un papá o una mamá, va un día a un parque y encuentra una bonita actividad de promoción a la lectura, una actividad de cuentacuentos quizás, pero no sabe que ahí hay una biblioteca cerca que atiende toda la semana o no sabe dónde va a estar luego ese servicio o actividad? Tienen que haber definitivamente programas. Se trata de cómo generamos una propuesta de valor. Por ejemplo, un espacio de lectura que señala la encuesta son los trabajos. ¿Cómo llegamos ahí? Otro es las casas. ¿Cómo llegamos a las casas? Desde la Gran Biblioteca Pública de Lima y desde las estaciones, desde el año 2020, lanzamos el servicio de préstamo de libros a domicilio. Por otro lado, muchas preguntas de la encuesta se conectan…
Así es.
Los encuestados dicen: “Yo leo más en casa”. Y otra pregunta dice: “¿Y cuántos libros tienes en casa?” Y solo el 11% tiene de 50 a más libros. Entonces te preguntas qué actividades necesitas promover ahí también. En el transporte, por ejemplo, está el Bibliometro que obtuvo el reconocimiento Jorge Basadre el año pasado por la Biblioteca Nacional. ¿Cómo hacemos para que se puedan replicar más bibliometros en todas las líneas del servicio público? Hay que leer junto con datos de otras encuestas. Hay encuestas, por ejemplo, de las amas de casa, de acceso a internet, de consumo de tecnologías, en fin. Ahorita tú me dices que las familias van al parque, que van al centro comercial y tal. Hay que cruzar esa data para poder generar propuestas que muchas veces son de sentido común, pero es importante sustentarlas para elaborar programas articulados. En esa línea, acabamos de acreditar a la Municipalidad de Lima como Centro Coordinador Regional y estamos trabajando acciones con ellos en el uso del espacio público con propuestas culturales, específicamente con propuestas de lectura; adicional, por supuesto, a que las bibliotecas municipales puedan estar abiertas, activas y con un servicio de calidad para cada uno de sus distritos.
¿Cuál es el aporte de la Municipalidad de Lima?
Los centros coordinadores regionales lo que hacen es ser el brazo articulador con todas las bibliotecas públicas municipales de cada departamento del país. Con la Municipalidad de Lima ya tenemos 14 centros coordinadores. Justamente en la entrega de esta acreditación estuvieron con nosotros gerentes de cultura con sus bibliotecarios de distintos distritos, de San Juan de Lurigancho, Los Olivos, Jesús María, La Molina… Generar ese trabajo en red nos permite ampliar nuestra capacidad de acción con las bibliotecas.
Entiendo que la acreditación —estoy pensando en modo universitario— es una institución que viene y acredita que se dan adecuadamente los servicios. ¿La acreditación la da la Biblioteca Nacional a este centro coordinador?
Así es. Nosotros verificamos primero su capacidad instalada, los servicios que brinda y si cumple con una serie de criterios, sobre todo, no solamente la voluntad, sino la decisión de la más alta autoridad de esa municipalidad para ser acreditado. La biblioteca es el centro coordinador, pero pasa por una firma y una apuesta del alcalde de la municipalidad. ¿Qué hacemos con eso? Estamos empoderando a la biblioteca desde una apuesta por parte de la más alta autoridad. Ya tenemos 14 centros coordinadores a nivel nacional que agrupan a más de 40 bibliotecas a nivel nacional.
Otro tema de la encuesta es cómo la población adquirió libros en los últimos 12 meses. Solo un 2% correspondió a libros prestados en bibliotecas. Ahora sé que las bibliotecas periféricas prestan libros a domicilio. También tienen el Bibliomóvil que recorre varios distritos. ¿Este Bibliomóvil funciona sábados y domingos?
Tenemos cuatro bibliomóviles y se van a sumar dos más. Funcionan de lunes a sábado. Se hace bastante trabajo con las escuelas y con los gobiernos locales y se prestan también libros a domicilio. Tenemos algunas actividades los domingos, pero son actividades más que un servicio en horario fijo.
Siempre retornan al mismo lugar los bibliomóviles por el préstamo a domicilio.
Sí, claro. Es que el préstamo se hace por una temporada. Por pocos días en realidad.
Es interesante saber eso. A lo mejor no tengo tiempo para ir un ratito y estar sentado, pero si voy y puedo prestarme un libro y regresarlo en unos días…
Sí, además el programa no solamente es ir y hacer activación de lectura. Es una estrategia documentada, tenemos una guía y un manual de gestión del Bibliomóvil. Lo que buscamos, por un lado, es hacer movilización social, o sea, generar esta necesidad en la comunidad. Por otro lado, trabajamos con los gobiernos locales para que también vean esa necesidad. Luego conectamos a los usuarios con otros servicios que tenemos nosotros o la municipalidad. También vamos a distritos donde hay una biblioteca municipal u otros centros culturales y difundimos su oferta a las personas que van al Bibliomóvil.
También les enseñamos a usar la Biblioteca Pública Digital y promovemos otros servicios como Aló BNP o el servicio de envío de libros en braille Tiflos. Los bibliomóviles se quedan 15 días en cada lugar. En algunas ocasiones se han quedado un mes y en otras hemos regresado porque la demanda es grande. Y hace poco hemos creado una red de bibliomóviles y estamos sumando todas esas iniciativas de bibliotecas itinerantes o servicios de extensión bibliotecaria para poder hacerlos visibles y generar una constancia de estos servicios y un nivel de calidad.
Hace algunos años había servicios de la Biblioteca Nacional que iban a las fábricas, a zonas industriales, a algunas instituciones y llevaban los libros para los empleados. ¿Tienen algún servicio similar?
Ahora mismo estamos trabajando con tres grupos: las bibliotecas públicas municipales, las bibliotecas penitenciarias y las escuelas. Trabajamos con las escuelas no solamente el tema de capacitación, temas de mediación lectora principalmente, sino también con servicios directos y con la entrega de módulos bibliográficos para fortalecer las bibliotecas escolares. Al mismo tiempo seguimos conversando y tratando de articular con el Minedu para que pueda asumir la responsabilidad que tiene frente a las bibliotecas escolares. Pero dentro de eso, justo ahora tenemos un servicio que está en piloto, pero está despegando muy bien con el servicio de préstamo de libros a domicilio. Estamos trabajando con las escuelas cercanas a la Gran Biblioteca Pública de Lima. Los docentes seleccionan de nuestro catálogo un grupo de libros que les interesa que estén en su salón, de repente sobre una temática que van a trabajar los niños en una temporada. Y se prestan los libros, los niños trabajan, luego regresan y pueden prestarse otro grupo de libros. De esa manera generamos que en las aulas también haya un nivel de actualidad, que vean cosas novedosas.
Estoy imaginando a los libros moviéndose, ya no en el estante. Se van al parque, se van a la escuela, se van a las cárceles. Y si pudiera llegar también a los trabajadores, claro, no van a leer en su hora de almuerzo, probablemente pueden llevar el libro a casa. En ese sentido, una buena estrategia para acercar el libro es la Biblioteca Pública Digital. ¿Qué tal ha ido la demanda de este servicio?
Sigue creciendo y de hecho se condice con la encuesta. Todavía hay una hegemonía del libro impreso, pero ya lo vemos en las cifras. Hay un interés por la lectura digital, que tiene muchas ventajas: movilidad, inmediatez, disponibilidad 24×7… Pero sí hay que advertir, y lo dice también la encuesta, en la lectura de libros digitales hay una brecha grande entre lo urbano y lo rural. Por un lado, se entiende porque no tenemos una infraestructura de internet suficiente. Sí que sabemos por otras encuestas que hay muchas personas que tienen un smartphone, que es donde pueden leer libros digitales, pero también hay que tener en cuenta que muchas veces usan datos. Y está el poder adquisitivo de las familias y las personas para comprar datos y destinarlos al consumo de libros digitales. O sea, hay una serie de temas. Luego está poder capacitar a las personas para que sepan cómo usar una plataforma de libros digitales. Un libro digital no es solamente descargarlo y tenerlo ahí; te consume espacio también, porque a veces dices ¿y si bajo el PDF, me va a consumir espacio?
O la aplicación.
La aplicación misma. Entonces, hay mucho que trabajar todavía, sobre todo con la zona rural. Y ahí la estrategia de estaciones de bibliotecas públicas en provincias del interior del país, los propios bibliomóviles y servicios itinerantes o extensión bibliotecaria como las PIAS, el servicio que damos de libros viajeros, son justamente las estrategias y también el trabajo articulado con los centros coordinadores regionales y con los gobiernos locales para que en sus bibliotecas también pongan a la Biblioteca Pública Digital como un servicio que pueden brindar y que puedan enseñar a sus lectores a usar, así podríamos ir cerrando brechas, pero para lograr una cifra más significativa hay que entender bien el contexto y trabajar de manera articulada.
La encuesta tiene eso, las diferencias entre zonas, sexo, nivel educativo… Por ejemplo, a nivel educativo se menciona que quienes más leen son los que tienen acceso a la educación superior. Son los que más visitan las bibliotecas. Podría ser obvio porque la universidad está obligada a ofrecerles ese servicio…
Sí, pero si te fijas en un dato de la encuesta, cuando se les pregunta a las personas entre los 18 y los 64 años: “¿Estás actualmente asistiendo a un centro de educación, ya sea básica o universitaria?”, solamente el 10% declara que está asistiendo a un centro de educación. Y, sin embargo, el 47% dice que sí lee. Entonces, no solamente leemos en un contexto educativo o para fines educativos.
Y solo para contrastar, ¿cuál es el público mayoritario en la Gran Biblioteca Pública de Lima?
Preuniversitario. Preuniversitario es un público bastante asiduo y la verdad es que desde siempre. Yo me acuerdo cuando hacía aquí mis prácticas hace más de 20 años y las salas estaban llenas de estudiantes preuniversitarios, de estudiantes en general, preuniversitarios y universitarios. Luego también, por supuesto, el público infantil, el público escolar, sobre todo cuando vienen con delegaciones. Muchos maestros apuestan por traer a sus estudiantes, no solamente a la sede de la Gran Biblioteca, sino también a la sede de San Borja y a todas nuestras estaciones. Trabajamos mucho con las escuelas.
Aquí hay otro dato importante. Del total de la población de 18 a 64 años de edad entrevistada, el 3,5% padece de alguna discapacidad. Y según edad, el porcentaje más alto es la población de 60 a 64 años, que representa el 7,4%. Al respecto, la sala Delfina Otero Villarán hace un gran trabajo atendiendo a personas con discapacidad visual. ¿Qué haría falta para llevar servicios de este tipo a otras zonas densamente pobladas que no están cerca al centro de Lima?
Nuestro servicio Tiflos nos permite, desde el año pasado, lograr una descentralización en el acceso al libro usando no solamente tecnología, sino la impresión de libros braille y el envío al ciudadano con discapacidad visual, pero también a instituciones que trabajan para personas con discapacidad visual, bibliotecas… Enviamos por ejemplo a la Unión de Ciegos de Cusco.
¿Los libros los envían y se quedan de forma permanente?
Sí. Lo que estamos haciendo es que puedan tener material para que puedan continuar leyendo. Y es absolutamente gratuito porque lo hacemos a través del servicio Cecogramas de Serpost, todo en el marco del Tratado de Marrakech, usando la plataforma ABC de libros en formatos accesibles a la que tenemos acceso porque somos la primera entidad autorizada en el marco del tratado. Definitivamente, lo que necesitamos es replicar. Procuramos que todos nuestros servicios estén documentados, tener manuales, guías de gestión, en eso trabaja la Dirección de Desarrollo de Políticas Bibliotecarias, en tener estos documentos orientadores y en generar estándares de calidad que puedan ser replicados por otras instituciones. ¿Qué es lo que necesitamos? Voluntad de otras instituciones y el trabajo articulado. Para crecer necesitamos tener una mayor capacidad instalada. Esa capacidad instalada tiene que ver con equipamiento, por supuesto, con cantidad de personal, con poder implementar los servicios en todas las demás sedes. En este momento, estamos trabajando mucho este servicio Tiflos y otros servicios para personas con discapacidad visual con nuestra estación de biblioteca de Comas, que tiene cerca al Colegio Luis Braille.
¿Este tipo de servicio es costoso en equipos?
No es costoso en cuanto a equipos. Hasta hace unos años era difícil conseguir esa tecnología, pero ahora es mucho más factible. Si una institución hace una inversión en adquirir una impresora braille y equipos de tiflotecnología, lo bueno es que su desgaste no es tan inmediato y no necesitas tinta para estar recambiando. Realmente es un costo de implementación único y luego es de mantenimiento. ¿Qué cosa sí cuesta más? El tipo de material, insumos, papel, porque es un papel especial. Ese tipo de cosas son un poco más costosas y también que todavía las personas con discapacidad visual, principalmente en nuestro país, tienen una dependencia de otras personas por múltiples factores. Siempre se requieren más personas para atender. Actualmente, en nuestra sala para personas con discapacidad visual, trabaja un equipo de cinco personas de planta y adicionalmente más o menos 14 voluntarios. Se precisan muchas personas porque necesitamos trabajar mucho más en la autonomía de los propios usuarios.
Incluso es más que una sala.
Sí, pero mantenemos un buen nivel de servicio, un servicio reconocido no solamente por los usuarios y las familias, sino por ejemplo hace unos meses nos visitó FOAL, que es la fundación de la ONCE de España, pero para Latinoamérica, y también reconoció que dábamos un servicio bastante integral. Lo que queremos ahora es crecer. Ya empezamos la descentralización y eso realmente es un logro importante para nosotros. El liderazgo de Rosa Yataco, también colega, bibliotecóloga, especialista en el tema, ha sido clave definitivamente, pero sabemos que podemos hacer más. En esa línea vamos.
¿Cuál es el reto que tiene la Biblioteca Nacional respecto a esta encuesta?
Afinar nuestras estrategias y nuestros programas para hacer mucho más pertinentes nuestras propuestas, pero también para generar mucho más impacto. Ahora mismo el equipo directivo, y en realidad muchos colegas bibliotecarios, están leyendo y releyendo la encuesta, viendo algunos datos, pensando cómo pueden contribuir. Lo que nos toca ahora es generar mesas de trabajo, principalmente, con la Dirección del Libro y la Lectura, pero también con el Minedu.
A lo que vamos en realidad es a descentralizar. Seguimos convencidos de brindar servicios a las personas que menos oportunidades tienen, tratando de igualar el piso de alguna manera desde los servicios bibliotecarios. Y eso no solamente va con el acceso, sino también con la alfabetización informacional y con la mediación lectora. Esas son nuestras estrategias y nuestro compromiso, pero sí que hay que ajustar varias cosas para generar mayor valor público y mayor impacto. Así que ese es el reto.
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Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Contacto: cesar_023@hotmail.com
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César Antonio Chumbiaucahttps://www.revistaotlet.com/author/cchumbiauca/
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