La Política Nacional de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas al 2030, que ha sido recientemente aprobada por decreto supremo, pretende ser el marco normativo que ayudará a resolver el “limitado ejercicio del derecho a la lectura en la población peruana”.
Para elaborar esta política, el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación, en coordinación con agentes relacionados, entre los que resalta la Biblioteca Nacional, han planteado tres objetivos prioritarios: 1) Incrementar el hábito de la lectura de la población peruana; 2) Asegurar las coordinaciones de acceso de la población a espacios y materiales de la lectura; 3) Alcanzar el desarrollo sostenible de la producción y circulación bibliodiversa en beneficio de los actores de la cadena de valor del libro.
Estos tres objetivos permiten balancear adecuadamente la política, de tal manera que no resulte solamente en el beneficio de la industria editorial, sino que hace igual énfasis en la lectura como una práctica social que no se acaba en ser fomentada, sino que debe ser medible; y el incremento de la inversión pública en bibliotecas, pues la implementación de esta política exige a las entidades involucradas a destinar fondos a partir de los presupuestos con los que ya cuentan.
«(…) hace igual énfasis en la lectura como una práctica social que no se acaba en ser fomentada, sino que debe ser medible».
En ese sentido, por ejemplo, las municipalidades tendrían que adecuarse al marco normativo para dar más atención a las bibliotecas a la hora de distribuir sus presupuestos, teniendo en consideración que deberán dar cuentas de su gestión, pues como entidades de la administración pública “son responsables de brindar oportunamente la información que se les solicite en el marco del proceso de seguimiento y evaluación, que se realizará de conformidad con las pautas metodológicas que establece el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico – CEPLAN en materia de seguimiento y evaluación de políticas nacionales”.
Todavía está pendiente que el Ministerio de Cultura apruebe las normas complementarias para la implementación de esta política. Asimismo, no debemos descuidar el papel que tendrá que jugar el Ministerio de Educación en lo que corresponde a bibliotecas escolares, que representan un elemento sumamente estratégico para que desde niños los peruanos aprendan a valorar los libros y no los vean, como pasa con frecuencia, como objetos aburridos o distantes.