
Foto tomado por Pedro Duque. Charla inaugural del II encuentro de bibliotecas desde Abya-Yala.
Elías Rengifo de la Cruz es profesor asociado del Departamento Académico de Literatura de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es especialista en literaturas de tradición oral y literaturas amerindias. Ha desarrollado proyectos de investigación en estos campos, así como conferencias, charlas y talleres en Bolivia, Argentina, Brasil y México.
Entrevista
¿Quién es Elías Rengifo?
Elías Rengifo es una persona que nació en La Tina, un pueblo muy pequeño, fronterizo con Ecuador, en la provincia de Ayabaca, en el departamento de Piura, al norte del Perú. Vivió sus primeros cinco años con su familia (su papá, su mamá, sus hermanos) completamente en contacto con la naturaleza. Esa fue una educación natural: la que vino de la mamá, del papá, de los animales y los árboles del bosque. Elías Rengifo también es una persona de la ciudad, pues llegó a los cinco años a Lima y comenzó a estudiar, por entonces, su primer año de primaria en esa edad primordial. A partir de ese momento, sus ojos se llenaron de calles, omnibuses y la compañía de otros muchachos y muchachas que también se habían afincado en la ciudad. Desde entonces y hasta entrar en la universidad, olvidó que estaba hecho de las hojas de los árboles, de las gotas de las lluvias torrenciales y del azul del cielo despejado de la montaña. Solo cuando comenzó a estudiar en la universidad, pudo comenzar a recordar quién era y a dónde pertenecía.
¿Cómo llegó a ser profesor universitario?
Parte de este reaprendizaje, de ese reencontrarse con uno mismo, es la adopción de la docencia. Entre muchas personas a las que debo mi acceso a la docencia, menciono, en especial, a Manuel Larrú, un docente de literatura quechua que impulsó en mí esa fuerza por entender la cultura andina. Sin su magisterio, pienso que no hubiese dado los primeros pasos que di desde muy joven, lo cual incluyó viajar fuera del país, en una ocasión a Argentina —y antes a Bolivia y luego a Colombia— para procesar en una ponencia aquello que tenía en mi interior que era el gusto por los autores de raíz andina como Guamán Poma de Ayala y José María Arguedas. La otra persona a la cual debo mi orientación pedagógica es a Arturo Corcuera, quien me dio por primera vez un empleo de docente cuando yo tenía apenas 27 años. Casi al mismo tiempo, Arturo Corcuera me encargó mi primera labor administrativa en la docencia superior. Sin temor, a los 28 años, me convertí en el coordinador académico de más de 50 personas de una institución de formación docente y artística de la cual yo era el de menor edad.
¿En qué momento y cómo comienzas a trabajar temas vinculados con escrituras no alfanuméricas?
En principio, yo pienso que la escritura no puede entenderse sin la lectura y de este conjunto, obviamente, el acto de leer es fundacional; por ello, el acto de escribir es un correlato. En tal sentido, el redescubrimiento de mí mismo me aproximó también al hecho de que las culturas no solamente tienen a la escritura alfabética u otra, sino que existen muchas formas de presentar la información y no solamente de una manera gráfica, sino también que existe una narrativa de fondo, es decir, una sintaxis, un ordenamiento lógico-conceptual y, principalmente, un encajamiento en la cultura local.
En ese sentido, me interesaron mucho, por largo tiempo, los mates burilados que se confeccionaban en la sierra central del Perú, donde, al mismo tiempo de utilizar un elemento vegetal de base, también había escritura e imágenes, es decir, una pequeña historia que se contaba en ese mate. Actualmente, yo estoy interesado en esas formas tremendamente sugestivas que vinculan la imagen con el canto, como sucede, por ejemplo, con los ícaros de los shipibo-conibo, canciones creadas espontáneamente para acompañar el pintado de un telar con los diseños llamados kené.
En principio, yo pienso que la escritura no puede entenderse sin la lectura y de este conjunto, obviamente, el acto de leer es fundacional.
¿Qué proyectos viene desarrollando?
Estoy desarrollando algunos proyectos en forma paralela. Para comenzar, trabajo la narrativa de José María Arguedas, es decir su producción cuentística, su producción testimonial, incluso sus investigaciones de raíz antropológica para detectar de qué manera estos son elementos que sirven como un puente entre culturas, entre naciones, incluso un puente en el orden simbólico.
Por otro lado, también vengo estudiando las literaturas amerindias, básicamente, el caso de México y cómo muchos de sus textos están conectados con intereses que también tenemos en el Perú. Junto con ello, he utilizado una categoría conceptual de México: la idea del libro de la comunidad que es parte de la etimología de la frase Popol vuh. Con esta categoría, es posible entender cómo en el Perú y en muchos países de América Latina existe una conexión entre el libro, la escritura y la oralidad, es decir, hay un paradigma que se centra en el entendimiento de la naturaleza de las informaciones acerca de que en el campo existe una enorme potencia y acción escrita que está presente en muchas comunidades rurales.
Un tercer proyecto que estoy trabajando es el que relaciona la literatura y la escuela, que es una antigua relación. Obviamente, este dúo ha tenido distintos enfoques; sin embargo, la mirada que se le ha dado siempre es del lado de la educación, la cultura o del Estado, mas no así se ha destacado los elementos creativos, en esencia, la capacidad creativa que implica la creación verbal.

Tres libros que nos recomiendes para acercarnos al tema.
Recomiendo algunos textos, en principio, Ruta de Cortés publicada por el Laboratorio Nacional de Materiales Orales, de la Universidad Nacional Autónoma de México, que es una publicación forjada a partir de una enorme labor de recopilación de testimonios de muchas personas que están desde la costa del Caribe hasta Tenochtitlan. Estos textos e imágenes dan cuenta de qué manera hoy las memorias colectivas siguen conectadas con el pasado y están mirando el futuro.
También sugiero la lectura de los cuentos de José María Arguedas, especialmente, los de la segunda época de su producción escrita en los años 50. Uno de los cuentos más sugerentes es “Orovilca”, un notable relato que refiere esa relación existente entre la cultura tradicional andina y la ciudad, una conexión que después ha sido utilizada por el mismo José María Arguedas en su novela Los ríos profundos.
Un tercer libro que recomiendo es Nuestras historias pintadas, que es una investigación de un notable lingüista que es José Elías Ulloa. Este libro es un cómic, es decir, un conjunto de historias gráficas que han sido hechas por los artistas del pueblo shipibo-conibo, de la comunidad de Cantagallo, en Lima. El atractivo más importante es que esta publicación es una selección hecha en distintas etapas que van desde el levantamiento de la información hasta la selección y la asociación con las imágenes correspondientes a esas historias.
En tu experiencia como investigador, ¿qué debemos tener en cuenta antes de emprender un proyecto?
Un aspecto que quiero destacar es la necesidad permanente del trabajo en equipo. Tanto en nuestras labores docentes como en las labores de investigación -de los grupos de investigación-se necesitan de personas comprometidas que impulsen las actividades o que den facilidades logísticas en cuanto a gestiones. Todo ese conjunto de personas hace falta para que un proyecto salga adelante. El proyecto puede estar forjado únicamente por dos personas o puede ser un grupo de investigación de una institución universitaria; de esta manera, el equipo funciona como una planta, como un árbol.
Igualmente, es muy importante que el equipo también sea formado por personas de otros países. Con ello, no únicamente funciona bien, sino que hay un enorme grado de cooperación, de aportes, de distintas miradas que logran que las investigaciones sean más profundas, más sentidas e intensas, y en todo ello como base está el hecho de que antes de ser colegas o socios, debemos ser amigos, porque la amistad supone ese encuentro de pequeñas partículas de interés que con el tiempo van creciendo, fortaleciéndose, y, a partir de las cuales, se entiende que hay una vinculación álmica que trasciende los planos de la existencia.
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Mujer, madre, feminista, militante de la educación, la cultura y las bibliotecas. Posdoctora en Teoría Crítica y Perspectivas Político-metodológicas sobre Educación Inclusiva Transformadora en el Sur Global del Centro de Estudios Latinoamericanos de Educación Inclusiva (CELEI), Chile. Doctora en Ciencias Humanas y Sociales. Magíster en Educación. Cofundadora del colectivo social Bibliotecas a la Calle y de la Sociedad Latinoamericana de Estudios Interculturales SoLEI. Miembro de la sección Library Services to Multicultural Populations Section de la IFLA. Profesora asociada de la Escuela Interamericana de Bibliotecología. Coordinadora de la línea de investigación Bibliotecas desde Abya-Yala: Sociedades y Culturas desde el Sur, del Grupo de Investigación Información, Conocimiento y Sociedad de la Universidad de Antioquia, Colombia.