Quien no sepa de él quizás jamás tuvo tiempo de preguntarse sobre los fundamentos de su profesión. Miguel Ángel Rendón Rojas, a quien le iría bien el epíteto del “filósofo con melena”, es un personaje que se atrevió a proponer el objeto de estudio de la bibliotecología y ciencia de la información; le llamó el Sistema de Información Documental, y lo hizo desde la trinchera del Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas de la UNAM, hoy llamado Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información.
El profesor Rendón es, como diría Marco Aurelio Denegri, un «felix arbor», es decir, un árbol fructífero, ya que ha publicado una veintena de libros y compilaciones donde se tratan complejidades epistémicas y, asimismo, porque está logrando algo que cualquier filósofo de la ciencia anhela: conformar su propio Círculo de Viena, pues, por suerte, encontró a colegas igual de rigurosos y apasionados por las tramas epistemológicas con los que ha fundado un grupo que acaba de anunciarse en el libro Hacia una Escuela de Pensamiento Iberoamericana de Ciencia de la Información Documental (IIBI, 2020). Se trataría de una «escuela» en el sentido primigenio que le daban los griegos, esto es: descanso, ocio y dilación; o como también lo explica Rendón: «(…) un espacio no necesariamente físico y con tiempo continuo, sino como una “noosfera”, construida por un grupo de investigadores iberoamericanos, quienes dedican un “tiempo de ocio”, libre de las actividades física y pragmática, a la reflexión, al estudio y a la investigación».
Para esta entrevista nos acompaña Gustavo Cáceres, bibliotecólogo y lector infatigable de libros sobre epistemología con quien compartimos preguntas. Gustavo es, además, miembro del grupo Infoacceso.
Corrección de estilo: Moisés Azaña (escritor y filósofo).
César: Profesor Rendón, ¿caben las reflexiones teóricas en tiempos donde se requieren soluciones prácticas?
En una ocasión, usando la alusión que hacía Platón sobre el alma, mencioné que en bibliotecología existe la figura de una carreta y tres caballos. Esos tres caballos son la teoría, la práctica y la tecnología. Y el bibliotecólogo es quien debe manejar esos tres caballos para que no se vaya cada quien por su lado. Respondiendo a tu pregunta, por supuesto, hay que resolver de manera inmediata problemas que se presentan en la práctica, pero al mismo tiempo está la reflexión teórica que debe conseguir que la disciplina alcance un nivel científico. No vamos a estar resolviendo problemas caso por caso, sino observar de una manera general para crear, hasta cierto punto, modelos y escenarios que reaccionen a las peticiones que están llevándose a cabo.
C: Precisamente se ven conferencias que presentan experiencias necesarias de conocer, pero pocas observaciones generales, como usted menciona. También hay conferencias que se anuncian usando el término «paradigma», pero está siendo usado en su acepción de simple cambio. ¿Qué nos puede decir al respecto?
Traigo una pelea con ese término que se usa de manera exagerada. En epistemología fue introducido por Thomas Khun en su libro La estructura de las revoluciones científicas para explicar que la ciencia se desarrolla dentro de un paradigma. Es difícil decir qué es, porque el mismo Khun no lo define, pero a grandes rasgos se podría entender como marco teórico, incluso ontológico, un mundo que se concibe; tiene concepto, lenguaje, problemas y, al mismo tiempo, la forma de solucionarlos. Cuando se habla de cambio de paradigma es porque está cambiando la ciencia. No es lo mismo entender el movimiento desde la física de Aristóteles que desde la física de Newton, tampoco es lo mismo la alquimia que la química, ni la astronomía de Ptolomeo que la astronomía de Copérnico y Galileo. La ciencia de la información trabajaba con documentos de papel, bibliotecas en edificios y usuarios presenciales, pero después los documentos ya no son impresos, la biblioteca ya no está en un edificio y mis usuarios ya no se encuentran frente a mí, sino conectados, ¿es ese un cambio paradigmático porque no es lo mismo organizar este conjunto documental en papel que en formato electrónico? ¡No! No hay cambio paradigmático, no hay un rompimiento cuando en bibliotecología y ciencia de la información se pasa de lo impreso a lo electrónico…
C: ¿Es más bien una innovación?
En bibliotecología, cuando se habla de cambio de paradigma, es más bien entendido como un enfoque. Cuando Rafael Capurro habla de los tres paradigmas en ciencia de la información —el físico, el cognitivo y el social—, más que nada se refiere al enfoque. Mi propuesta es que la ciencia sigue siendo la misma, con el mismo objeto de estudio, lo que cambia es la forma como se presentan los elementos del mundo fenoménico. Yo propuse el sistema informativo documental con cinco elementos: documento, usuario, información, profesional e institución informativa documental. Un documento puede materializarse en una tablilla de barro, en rollos de pergamino, en forma de códex, puede estar impreso, en lenguaje binario, y no sabemos en qué podría concebirse mañana, podría estar en moléculas de ácido ribonucleico, y alguien te dirá: «Aquí está tu libro, en esta botellita» (risas). Entonces, ¿voy a ser un especialista distinto para cada uno? No, porque sigue siendo la misma disciplina, el mismo especialista, el mismo documento y el mismo usuario con necesidades de información. No es rompimiento paradigmático, es esa disciplina con los mismos fundamentos y elementos en una situación nueva.
Conferencia donde Rendón Rojas explica su propuesta sobre el sistema de información documental (10 de setiembre de 2014).
Gustavo: Entonces se podría decir que es importante no usar mucho una terminología enfocada en lo concreto, sino más abstracta, para que cuando haya un cambio los bibliotecólogos no se alarmen. Yo recuerdo que cuando apareció el libro digital había incertidumbre sobre si los bibliotecólogos o los libros iban a desaparecer. Por eso creo que es importante que el lenguaje se lleve a un término abstracto para que los nuevos tiempos no nos atemoricen.
Exactamente. Lo que se debe de manejar son conceptos, no cosas concretas. Si yo tengo como objeto teórico la imagen de un libro, es concreto. Cuando ese libro concreto se transforma pierdo mi objeto. Yo propuse el término «documento», que a muchos no les gustó, pero vamos a fijar el concepto. Documento es eso físico que puedo manipular con mis manos, pero cuando está en la pantalla sigue siendo algo físico, aunque esté formado por electrones, fotones, ondas electromagnéticas o ácido ribonucleico; además, lo físico en una máquina se puede llenar y hay que liberar memoria. ¿Qué es entonces el documento? Es ese objeto material en donde se objetiva la información, que es algo abstracto; de nada sirve la información si yo la tengo en mi mente, la tengo que exteriorizar en símbolos que se fijan y quedan permanentes; eso es un documento. Pero es solo un elemento, otra cosa importante es la información que está en relación con un usuario, un profesional y una institución, por eso le llamé sistema de información documental. Sin embargo, ya no me gusta mucho ese término, porque cuando yo hablo de sistema informativo muchos lo asocian a un sistema de información concreto, a un sistema de bibliotecas como el que tiene la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Por eso lo voy a llamar metasistema informativo documentario, porque un metasistema es abstracto, una construcción teórica; y ya no documental, sino documentario. En nuestro «Círculo de Viena» hay una profesora brasileña, Cristina Dotta, que hace la distinción entre documental y documentario. Lo documental es un conjunto de documentos, pero lo documentario, dice ella, es el resultado de una actividad dirigida por un profesional para convertir un documento en bruto en un documento dentro de la bibliotecología y ciencia de la información documentaria.
G: Respecto a lo que menciona sobre el sistema informativo documental y la confusión o falta de entendimiento de los profesionales sobre dicha propuesta, ¿es sobre todo por una falta de formación en epistemología?
Yo creo que no es tanto la falta de formación filosófica, sino la falta de un ejercicio de abstracción que se da en toda ciencia; la parte práctica con la que empezamos la charla es la que a veces gana. Aprovechando el concepto de paradigma de Khun, él manifiesta que hay un paradigma y una comunidad científica creadora de nuevas generaciones de científicos dentro de esa tradición paradigmática. En bibliotecología sí hay una comunidad científica, pero existe una visión pragmática general. Lo que digo es que hay que pasar a una ontología de segundo nivel con abstracciones y conceptos. Cuando nos pasemos a esa ontología de segundo nivel es cuando trabajaremos más como los teóricos. Ojo: estamos en una disciplina humana y social donde no existen modelos teóricos dados ni más o menos necesarios y permanentes. Puedes decir en física que hay una ley de la gravedad que se aplica en el Sol o en Venus y va a funcionar porque es un modelo. En ciencias sociales y humanas, por supuesto, no tenemos que crear ese tipo de modelos, pero sí podemos crear teorías para comprender comportamientos.
C: ¿El positivismo no se acomoda a nuestra disciplina?
La idea que se tiene de ciencia es positivista. Cuando doy mi curso sobre epistemología de la ciencia de la información, digo que hay ciencias que no descubren leyes, entonces los alumnos se me quedan mirando como si dijeran: «¿De qué está hablando!». Sí, hay ciencias que no descubren leyes y ciencias que no necesariamente miden, cuantifican y hacen sus estadísticas con sus gráficas de pastel. El positivismo nos ayuda a desarrollar determinado tipo de ciencia que trabaja con objetos que siempre están actuando conforme a ciertas leyes; esos objetos no tienen imaginación, ni libertad, no sufren, no se desesperan ni se enferman de COVID-19. En cambio, las ciencias humanas y sociales operan con sujetos que tienen una variable totalmente extraña que es la libertad, la imaginación, las emociones y sentimientos que, así nomás, no se dejan manipular y cuantificar. Un médico puede medir la temperatura, la presión, el ritmo cardiaco, la estatura; estas cosas las puede tratar como objeto, pero para saber qué siente una persona el doctor pregunta y el paciente explica; al final el doctor dirá: «Ah, muy bien, pues entonces se va tomar esto…». En bibliotecología y ciencia de la información es exactamente lo mismo. Yo utilizo la hermenéutica como fundamento filosófico para desarrollar esta disciplina. ¿Qué es la hermenéutica? Es el diálogo, encontrar intencionalidades, conocer, comprender al sujeto desde el contexto.
G: Dentro de la historia de la ciencia se han visto aportaciones muy importantes de diferentes corrientes epistemológicas, ¿pueden estas aportar a una misma disciplina al mismo tiempo? ¿Puede haber integración entre ellas?
Yo creo que sí. Yo soy muy abierto en eso de no estar casado con una propuesta epistemológica, sino ver la posibilidad de analizar una realidad desde otro aspecto. El mismo positivismo en ciencias sociales y humanas a veces es muy denostado, pero en ciertos aspectos sirve para entender, por ejemplo, las famosas metrías de la información. ¿Qué utilizan? Matemáticas, estadísticas… Otra cosa es decir que, según la metría, debes usar fuentes recientes. ¡Cómo sufro con eso! Si cito a Aristóteles del siglo III a. C. tengo que buscar una edición de Aristóteles del 2020. Esa es la visión de las metrías de la información, pero tampoco hay que exagerar porque hay clásicos que salen de ese criterio. Mi libro Bases teóricas y filosóficas de la bibliotecología ya tiene 23 años, está obsoleto, pero se sigue citando. El positivismo, entonces, sirve. El funcionalismo y el estructuralismo también pueden dar otra visión. A mí me gusta, por ejemplo, el análisis semiótico, hermenéutico y fenomenológico. No hay que cerrarse a una corriente y más bien tratar de ser ecléctico.
G: Lo bueno de las investigaciones teóricas es que no suelen caducar e incluso pueden durar siglos.
Sí, pero también es relativo, porque las ideas que quedan se van desarrollando. Por supuesto, el mundo teórico es más duradero, pero no eterno.
G: Por otro lado, bien se sabe que pueden existir diferentes propuestas teóricas con respecto al objeto de estudio de una disciplina, pero si no hay un consenso entre las diferentes comunidades epistémicas no se llega a mucho. Actualmente, ¿existe un consenso sobre la propuesta de objeto de estudio de la ciencia de la información documental que usted hace en su libro Bases teóricas y filosóficas de la bibliotecología?
No, no hay consenso, porque esa es otra particularidad de las ciencias sociales y humanas. Para Khun, si hay una comunidad científica y un paradigma eso es signo de que se ha llegado a un nivel de ciencia, pero si hay muchos paradigmas no es ciencia. También decía Khun que las ciencias sociales no llegan aún al nivel de ciencia porque siempre se la pasan peleando. Miren ustedes: Filosofía, Psicología, Pedagogía, Lingüística, Historia, Ciencia de la Información, pues tienen a los estructuralistas, los eclécticos, hermenéuticos, etcétera, y así pues no nos ponemos de acuerdo. Pero sí hay comunidad científica. Lo que hace falta es el diálogo entre distintas propuestas. Si nosotros empezamos a pensar y nos alejamos de cosas concretas vamos a ver qué tenemos en común: los españoles proponen la documentación, los brasileños la ciencia de la información y yo el metasistema informativo documentario. Es cierto que también hay cuestiones extrateóricas y políticas, pero si nos vamos a un campo eminentemente teórico, nos podríamos poner de acuerdo. Hace ocho o nueve años dijimos qué tal si nos sentamos, nos ponemos a dialogar y sacamos unos elementos mínimos comunes. Así nació un proyecto de investigación que se llamó Epistemología de la bibliotecología, documentación, ciencia de la Información. El libro El objeto de estudio de la bibliotecología/documentación/ciencia de la información fue el resultado de ese proyecto.
C: ¿Y cómo nació la idea de una Escuela de Pensamiento Iberoamericana de Ciencia de la Información Documental?
Cuando organicé el Seminario de Epistemología de la Bibliotecología y Estudios de la Información se constituyó un grupo de colegas del Brasil, Colombia, Venezuela, México, Uruguay, Portugal y España, y pensamos en una especie de Círculo de Viena. Dijimos por qué no crear un grupo de discusión, análisis y estudio con colegas iberoamericanos sobre esta problemática; por otro lado, también nos preguntamos por qué siempre vamos a estar citando personajes de Estados Unidos y Europa si nosotros también podemos aportar en la construcción del conocimiento. Esa idea la estuve pensando durante mucho tiempo hasta que el año pasado se concretó. Formamos el Círculo Iberoamericano de Ciencia de Información Documental, básicamente con los integrantes del seminario. La idea es ampliarlo a más personas interesadas en estos problemas. Nos faltan representantes del Perú, Argentina, Ecuador…
G: ¿Qué otro proyecto epistemológico está realizando actualmente?
Personalmente, estoy terminando un proyecto sobre epistemología de la Archivística. La idea es la convergencia de las disciplinas informativo-documental: bibliotecología, archivística, museología, cada una con sus características, pero unidas en un núcleo común. Ese sería el proyecto hacia el que van encaminados los esfuerzos: hablar de una ciencia de la información documental. Recalco: en singular, no «ciencias», sino «ciencia de la información documental».
Artículos relacionados
Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Contacto: cesar_023@hotmail.com
Miguel Ángel Rendón aborda el cambio de paradigma en bibliotecología como un proceso esencial para adaptarse a las nuevas realidades tecnológicas y sociales. Destaca la necesidad del activarlos roles del bibliotecario, quienes deben transformarse en facilitadores de la información y promotores del acceso al conocimiento. La importancia de la formación continua y la innovación en la practica bibliotecaria, fundamental para responder a las demandas de la sociedad cultural.