Giovanni Sartori. Homo vides: la sociedad teledirigida, Taurus, 2001 (segunda edición), 205 págs. ISBN: 9681909240
Giovanni Sartori explica que la cultura tiene dos concepciones: una que guarda relación con el contexto de valores, creencias y conceptos en el cual las personas estamos inmersas; el otro concepto tiene que ver con «saber». Sobre este último, su contraste sería la ignorancia, y Sartori lamenta que hoy en día el hombre culto, construido sobre la base de la cultura escrita, se encuentre desplazado y desprestigiado en un mundo donde impera el ver antes que el leer. «¿Queremos una cultura en la que nadie sepa nada?», se pregunta. (p. 44)
Es verdad que para saber algo, ver es una forma de aprender. Si queremos enseñar a un niño qué es un perro o el cielo, le mostramos una imagen o señalamos directamente un perro o el cielo. Pero hay otras cosas que no se pueden señalar porque son abstracciones, por ejemplo, democracia, libertad, necesitan ser explicadas, son conceptos que si bien pueden ser representados en algunas imágenes (personas votando, unos brazos rompiendo sus cadenas) son insuficientes. Gracias a su capacidad de abstracción el homo sapiens ha construido civilizaciones.
Por eso la mejor manera para entrenarnos en la comprensión de conceptos y abstracciones está en la lectura más que en la imagen, porque eso potencia la capacidad de pensar. En ese sentido, Sartori es un defensor a ultranza de «la lectura, el libro y, en una palabra, la cultura escrita» (p. 153).
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Asimismo, este intelectual italiano se ocupa de señalar los peligros del hombre digigeneracional (el hombre digital, al que el autor se referirá por momentos ácidamente, atacando sobre todo a uno de sus más entusiastas defensores, Nicholas Negroponte). No es que considere a priori que el hombre digital signifique un retroceso en la evolución del ser humano, sino que, desde su perspectiva, el hombre que ve pero que apenas o nada lee representa una pérdida para la especie. Una combinación armoniosa entre ver y leer es, por el contrario, ganar.
Para Sartori, internet tiene tres usos: un uso práctico, que consiste en buscar información para resolver problemas puntuales, en este caso, internet no nos satura y resulta siempre muy útil; el segundo uso es el de entretenimiento; y un tercer uso es el educativo-cultural. En estos dos últimos, el problema radica en que, si bien no está mal entretenerse en internet, el problema está en usarlo principalmente en eso.
Sartori ya se refería al hombre digital como uno en riesgo de vivir neuróticamente dada la ingente cantidad de información y su incapacidad para procesar las cosas de manera lógica, en consecutio, que es algo que se forma en la cultura escrita. Como el mundo multimedial es circular, afecta nuestra capacidad de pensar ordenadamente al momento de resolver situaciones. Lo que dice Sartori a continuación podría tener relación con la ansiedad que tanto atormenta a la juventud moderna: «El vídeo-niño de hoy, de la primera oleada, se limita a desplegar un cerebro lógica y racionalmente atrofiado; el multimedializado de mañana, de la segunda oleada, será también, entonces, un yo desintegrado, un yo «deconstruido» que irá a poblar las clínicas psiquiátricas».
Estos son algunos de los puntos mencionados en el libro. Hay otros tópicos vinculados a cómo afecta el telever en la educación de los niños, qué repercusiones tiene para la vida en democracia y la manipulación de la información en términos de subinformación y desinformación.
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Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Áreas de interés: periodismo científico, repositorios institucionales e industria editorial. Contacto: cesar_023@hotmail.com