Soy un hombre de biblioteca, o un hombre de libros de segunda mano.
John le Carré
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Reunía todos los atributos personales para ser un bibliotecario: cortesía, cordialidad y amabilidad; dedicación, responsabilidad y vocación de servicio. Todo en su vida parecía preparado para que su destino fuera inevitablemente bibliotecario. Sin embargo, tuvo una tormentosa relación con su padre, un curtido policía pueblerino que puso el grito en el cielo cuando se enteró que su hijo soñaba con ser bibliotecario, pues decía que es una «profesión de mujeres”; su padre quería que siga la tradición policial de la familia.
Jorge Peña Herrera nació el 24 de noviembre de 1944, en la ciudad de Abancay, Apurímac. Era de origen humilde condenado a la medianía y a la tristeza de la rutina de los provincianos. Agotado de la rutina pueblerina, Jorge desobedeció la orden paterna y tomó una decisión que le cambiaría la vida. Se marchó a la capital para postular a la Escuela Nacional de Bibliotecarios de donde egresó en 1974, con el título de Bibliotecario.
Recuerdo que cuando todos los estudiantes de bibliotecología se encontraban de vacaciones, encontré a un joven con un libro en la mano y aspecto de buena gente en un salón de clases vacío. Era el verano de 1973 y me encontraba en la Escuela Nacional de Bibliotecarios en busca de información sobre la especialidad, ya que por invitación del poeta barranquino Javier Huapaya, autor del poemario Ataraxia; quería postular a la ENB, pero como muchos jóvenes no tenía ni la más remota idea de qué se estudia para ser bibliotecario. El solitario estudiante me informó con mucha amabilidad y claridad de todos los requisitos y materias a estudiar; también me informó que por aquella época los bibliotecarios eran muy solicitados laboralmente. Fue tan precisa y convincente su información que decidí postular a la ENB. Durante mi formación académica conversamos un par de veces, después lo perdí de vista para siempre. Diría que fue gracias a ese solitario alumno que hoy soy bibliotecario.
En busca del bibliotecario Peña
Su nombre se perdió en las páginas de las historias no contadas, se perdió entre la oscuridad y la distancia. Pero como yo practico el arte de recordar y contar, y de la necesidad de recoger esos recuerdos para compartirlos con ustedes, exploro los archivos para construir un relato de vida; es poca la información recogida, pero suficiente para comprender a Jorge Peña Herrera como uno de los bibliotecarios más verdaderos del Perú, que transitó amorosamente los caminos en esta incomprendida profesión.
Repasar los archivos con paciencia acaban haciendo un hallazgo, como descubrir que Jorge estuvo inscrito en la Asociación de Bibliotecarios del Perú, con el número de registro 163-1982. Su nombre aparece entre Pebe y Pereda. Sin embargo, no figura en el Directorio del Colegio de Bibliotecólogos del Perú.
No cabe duda de que a través de las redes sociales podemos conocer las historias de héroes de la vida real. Sin embargo, el bibliotecario Jorge Peña Herrera no figura en el catálogo de ilustres personajes, no hay rastros de su presencia en eventos nacionales e internacionales sobre bibliotecología.
Yo no invento mis personajes, esas vidas que trascienden silenciosamente nutren lo que escribo. No somos nada sin las historias que se nutren de la memoria y la memoria se nutre de la historia.
Su paso por la Biblioteca Nacional
Jorge ingresó a trabajar en la Dirección de Bibliotecas Escolares de la Biblioteca Nacional, en la década del ochenta. Donde realizó una excelente labor de promoción y difusión de los servicios bibliotecarios en muchos pueblos del Perú profundo. Jorge era bibliotecario en una época que no era audiovisual, viral e inmediata; que se ganó el cariño y el respeto de los lectores a puro pulmón, trabajando con dedicación y humildad. Jorge siempre mantenía esa latente vocación de servicio, pues sus días eran anaqueles, archivos y lecturas, lugares solitarios donde se sentía feliz.
Sin embargo, su labor no fue reconocida por algunas autoridades de la época que lo marginaron, hasta su mejor amigo lo abandonó, no lo defendió. Después de 30 años de servicio se jubiló de la BNP. Por su competencia y experiencia fue requerido por el Centro de Formación de Turismo. Después se hizo cargo de la biblioteca de la Universidad Privada San Juan Bautista de Lima.
Muchos años después, nos reencontramos en las aulas sanmarquinas, donde enseñaba cursos de Extensión sobre Bibliotecas Escolares, en la Facultad de Educación. Fue ahí donde me contó que un escritor anónimo estaba interesado en utilizar su nombre como seudónimo para sus poemas, porque consideraba que tenía musicalidad y personalidad literaria. Jorge Peña Herrera era el nombre que heredó de sus padres, él era único.
Jorge el bibliotecario solitario, falleció el 15 de agosto de 2015. Murió de una pleuresía que se complicó con los riñones. La suya fue una vida singular que apareció a inicios de los años setenta en la escena bibliotecológica nacional.
La vida termina, pero la historia continúa. Y aquí me tienen escribiendo sobre héroes y tumbas, porque todas las historias tienen que ser contadas para ser recordadas.
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Nació en Ayacucho. Bibliotecólogo de profesión con más de cuarenta años de experiencia. Narrador de cuentos, autor-editor de cinco obras de corte infantil-juvenil. Colabora en revistas y periódicos de Huaral. Gestor de los blogs: Bibliotecologia & Literatura, Crónicas de Pauza y Huaral Huaralín. Trabaja en la biblioteca del SENATI. Contacto: fpebe9@yahoo.com
Tuve la oportunidad de conocer al Bibliotecario Jorge Peña, una grata persona, bien descrita en el artículo, un bibliotecario por convicción, al realizar mi primera práctica en el área de Bibliotecas Escolares de la BNP en 1979.
Felicitaciones por el artículo.
Excelente recuerdo, Jorge a través de su andar por las bibliotecas, fue dejando huellas que el tiempo va borrando. Por eso es bueno que las personas que lo conocieron relaten su experiencia. Gracias colega.
Motivadora historia, qué genial poder saber de más referentes bibliotecarios a lo largo y ancho del país.
Conocí al señor Jorge Peña a inicios de la década del 90 en la bnp, labore un tiempo con el cargo técnico en biblioteca, luego después de varios años nos encontramos en la universidad San Juan Bautista sede Chorrillos yo labore hasta el 2,014 y el señor peña hasta mediados del 2,015. Muy buena persona amable cordial y respetuoso con el personal, mi padre Gerardo Junchaya trabajo con él en la bnp avenida abancay en lima al inicio de la década del 80 y posteriormente en la biblioteca escolar piloto José de San Martín en la avenida Bolivia en el centro de lima, los amigos ya se encuentran descansando arriba y algunos más ex trabajadores de esa buena época también no se encuentran presentes también, gracias por permitir mi comentario hasta luego.