Lenstra, N., & D’Arpa, C. (2019). Food Justice in the Public Library: Information, Resources, and Meals. The International Journal of Information, Diversity, & Inclusion (IJIDI), 3(4). doi: 10.33137/ijidi.v3i4.33010
En Estados Unidos los niños de familias de bajos recursos pueden almorzar gratis en la escuela. Pero, ¿qué pasa cuando se terminan las clases? Pues existen programas de almuerzo en verano que el Gobierno pone en marcha a través de diversas instituciones, entre ellas, las bibliotecas públicas.
Noah Lenstra y Christine D’Arpa realizaron un estudio donde observan cuatro formas cómo las bibliotecas promueven una cultura de nutrición saludable y de acceso justo a los alimentos: 1) Distribuyendo comida en la misma biblioteca; 2) Incentivando actividades agrícolas en la comunidad; 3) Enseñando a cocinar y consumir alimentos saludables; 4) Apoyando los programas de justicia alimentaria.
Mil quinientas bibliotecas brindado almuerzos
Sobre aquellos dedicados a distribuir comida, señala el artículo: “Una estimación conservadora muestra que al menos el 3.6% de todos los sitios de comidas de verano en los Estados Unidos son bibliotecas públicas. Es decir, de los 42,439 sitios de comidas de verano en los EE. UU. en 2017, al menos 1,546 eran bibliotecas públicas” [Traducción]. La mayoría de estas se sitúan en California, Ohio, Texas y New York.
Algunas comenzaron por concentrar la labor social en niños y adolescentes, pero luego se incluyeron padres y cuidadores para fortalecer los vínculos familiares cerca de los libros. A parte de ofrecer comida, otras bibliotecas administran colecciones de semillas o enseñan a cultivar huertos.
¿Es una función de la biblioteca?
Las autoras reconocen que este tipo de servicio bibliotecario no es común, incluso recogen comentarios de personas que objetan una distorsión de funciones. Lenstra y D’Arpa responden: “Las bibliotecas y los bibliotecarios están en una posición única para colaborar con las comunidades para abordar la inseguridad alimentaria: la biblioteca como lugar y espacio no puede subestimarse ni el acceso que proporciona a los recursos de información”.
Al fin de cuentas, ¿quién puede concentrarse en la lectura con el estómago vacío?
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Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Contacto: cesar_023@hotmail.com
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César Antonio Chumbiaucahttps://www.revistaotlet.com/author/cchumbiauca/
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