Este breve ensayo destaca el rol que desempeñaron las bibliotecas anarquistas en la formación de una conciencia democrática y de avanzada en los grupos subalternos de la sociedad peruana durante los primeros años del siglo XX. De este modo, una cultura alternativa, a favor de las reivindicaciones obreras y la redención social, se impuso, enfrentada a una cultura oficial, elitista e inscrita en lo que se ha denominado la República Aristocrática. Escribe: Jaime Gamarra Zapata.
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Durante las tres primeras décadas del siglo XX, los anarquistas emprendieron la crucial tarea de organizar a los grupos subalternos de la sociedad peruana (trabajadores, indígenas, mujeres, etc.), con el fin de mejorar significativamente sus condiciones de vida, así como para dotarlos de una ciudadanía plena y activa. De este modo, los anarcosindicalistas se abocaron a fundar federaciones obreras (v. gr. Federación Obrera Local de Lima, Federación Obrera Regional Peruana), sociedades de resistencia, centros de estudios sociales, bibliotecas obreras, periódicos, y demás, a lo largo del país. Así, no solo en Lima, sino en ciudades importantes del interior surgieron organizaciones como la Liga de Artesanos y Obreros del Perú (Trujillo), la Federación Obrera Local de Arequipa, la Confederación de Obreros 1° de Mayo (Chiclayo), entre otras. Asimismo, aparecieron periódicos en los que se difundieron las nuevas ideas de redención social y de agitación como La Protesta, Los Parias, El Derecho Obrero, La Antorcha, Humanidad, El Jornalero, El Obrero Anarquista, La Protesta Libre, etc.
El anarquismo y la cultura
Un elemento central en el anarquismo es su énfasis en la libertad total del individuo, así como su apuesta por la asociación voluntaria, independientemente de la coerción estatal. Así: “La cooperación libre, voluntaria, a beneficio de todos, es la Anarquía (sic)” (Malatesta, 1975, p. 62).
Una lucha decidida debe ser emprendida por el anarquista contra todo lo que coacte el desarrollo libre de las facultades o potencialidades de los individuos. Por consiguiente: “Reconocemos la libertad completa del individuo; queremos la plenitud de su existencia, el desarrollo de sus facultades” (Kropotkin, 1978, p. 42).
Por otra parte, durante las tres primeras décadas del siglo XX, los anarquistas peruanos emprendieron una formidable lucha contra la ignorancia y el bajo nivel cultural (intelectual) en los que se encontraban los grupos subalternos. En esos años, el Perú era básicamente un país rural (70 %), con un alto índice de analfabetismo y disgregación. De esta manera, los ácratas establecieron bibliotecas obreras, centros de estudios sociales, grupos de teatro obrero, veladas literarias, centros musicales obreros, etc. Una cultura obrera alternativa, como lo ha señalado el profesor Espino (1984), apareció para dedicarse a la autoformación y la concientización de los trabajadores. Así: “Los trabajadores, buscando salir de su situación de explotación y miseria, avanzan en la formación de una conciencia proletaria y en este proceso, como elemento intrínseco e indispensable, realizan una intensa acción cultural” (p. 23).
Bibliotecas anarquistas
Estas bibliotecas fueron creadas por trabajadores y activistas anarquistas, con el propósito de poner de relieve la “autoformación como vía objetiva para alcanzar la elevación de la conciencia y la organización obrera” (Espino, 1984, p. 24).
Una de las más notables y de honda significación histórica fue la Biblioteca Obrera de “Abajo el Puente”, que funcionó entre 1920 y 1928, en la que sesionaron los trabajadores anarcosindicalistas de la Federación Obrera Regional Peruana (Huamaní, 1995). Esta biblioteca quedaba en el Rímac, en la calle Trujillo 206. Militantes anarquistas como Adalberto Fonkén, Pedro Cisneros, César Hinojosa, entre otros, se encargaron de gestionarla. Debido a la fuerte represión que sufrió el movimiento obrero durante las primeras décadas del siglo XX, esta biblioteca fue saqueada por la Policía en 1928, sin embargo, ya había sido intervenida el 17 de abril de 1922, por orden del ministro de Gobierno, Germán Leguía y Martínez. Aquella ocasión la Policía requisó 200 libros (Huamaní, 1995), de temática sociológica, literaria y anarquista.
Desde los primeros años del siglo XX, se formó un núcleo anarquista sólido en el pueblo de Vitarte, en torno a la fábrica textil homónima. Después de fundada la Unificación Obrera Textil de Vitarte, el 26 de mayo de 1911, se logró impulsar una biblioteca obrera que funcionaba en el local gremial. Según el dirigente Julio Portocarrero (1987), la iniciativa de la implementación de la biblioteca fue de Adalberto Fonkén.
Otra biblioteca importante fue la que funcionó en el local institucional de la Liga de Artesanos y Obreros del Perú (Trujillo), que contaba con un ingente material bibliográfico de autores anarquistas y de ciencias sociales. Esta asociación obrera fue establecida en 1898 por anarquistas como Julio Reynaga, Pascual Meza, Tomás Morales, entre otros. La biblioteca fue nombrada Libertad y Progreso, atendió desde el 4 de noviembre de 1905 y contribuyó a la sociabilidad anarquista al promover eventos artísticos y educativos, desde una visión libertaria (Hirsch, 2015).
También debemos mencionar la Biblioteca Obrera González Prada, la Biblioteca Obrera Idealidad Libertaria, la Biblioteca de la Coalición Obrera de los Barrios (Arequipa), fundada hacia 1922, la Biblioteca El Ayllu (Cusco), etc.
Para concluir, podemos afirmar que las bibliotecas obreras, fundadas por los anarquistas peruanos durante las tres primeras décadas del siglo XX, contribuyeron a la autoformación y la concientización de los trabajadores, así como a la consolidación de su identidad. Se subsumen en la conformación de una cultura obrera alternativa, enfrentada a una cultura oficial, elitista y antidemocrática.
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Referencias
Espino, G. (1984). La lira rebelde proletaria: estudio y antología de la poesía obrera anarquista, 1900-1926. Tarea.
Hirsch, S. (2015). Anarchist Visions of Race and Space in Northern Perú, 1898–1922. En G. de Laforcade y K. Shaffer (Eds). In defiance of boundaries. Anarchism in Latin American History (pp. 261-280). University Press of Florida.
Huamaní, W. (1995). La Biblioteca Obrera de “Abajo del Puente”. Revista del Archivo General de la Nación, (11), pp. 135-144.
Kropotkin, P. (1978). La moral anarquista. Ediciones Júcar.
Malatesta, E. (1975). Socialismo y anarquía. Editorial Ayuso.
Portocarrero, J. (1987). Sindicalismo peruano. Primera etapa 1911-1930. Labor.
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Investigador social y gestor cultural, egresado de Sociología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha escrito ensayos sociológicos y literarios para revistas académicas y culturales: Cuadernos Literarios, Open Cusco, Illarik, Soluciones Laborales, Administración y Control, etc. Ha editado los siguientes libros: Ausente ardor de arena y algarrobos. Antología de la poesía peruana contemporánea (2017), Como el viento cabalgando al sol. Primera antología de la literatura de Salamanca de Monterrico (2019), Nueva poesía de Ate-Vitarte (compilatorio), etc. Culminó una investigación sobre los grupos subalternos de Trujillo: El anarquismo y la Revolución de Trujillo. Los grupos subalternos de La Libertad: 1898-1932. ORCID: 0000-0002-0453-9228
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