Los niños más pequeños lo llaman “El señor de los libros” y otros más grandes, como Benjamín, lo saludan desde lejos: “¡Vía Libro!”. En realidad, su nombre es Daniel Arroyo y es el responsable de la Biblioteca Vecinal Los Naranjos (BVLN-VL), un servicio de biblioteca infantil al aire libre en el parque de la urbanización Los Naranjos, en el distrito de Los Olivos (Lima).
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Cada sábado y domingo, cuando el sol se aleja de su pico de calor, el bibliotecólogo Daniel Arroyo sale de su casa con unas maletas de gran tamaño como si fuera a irse lejos y no volver nunca más. Pero la verdad es que solamente se va al parque que está frente a su casa. Lleva alfombras, sillas de plástico y canastas y lo acomoda todo como si fuera un día de pícnic, solo que en lugar de comida, lleva libros.
Luego de instalarse, van llegando los primeros niños, como Sofía, que debe tener entre tres y cinco años. La pequeña, cuyo nombre significa “sabiduría”, de rato en rato se acerca a Daniel para contarle que ha encontrado una mariposa o que el ratón de los dientes le ha dejado una moneda debajo de la almohada.
También llega una señora acompañada de otra de mayor edad. Traen a un par de niñas: una parece de tres años y la otra de dos. Daniel comenta que ellas deberían ser en cuarenta años las presidentas del Perú, porque leen, no estrictamente, pero sí a su manera. Y tiene razón, porque hasta la más pequeña entiende muy bien qué es un libro, selecciona el que le llama la atención, recorre sus páginas, se detiene en las imágenes y emite sonidos y onomatopeyas como si tratara de transmitir lo que ha descubierto. “Cuando a esa edad los libros y la lectura te resultan familiares, te ganaste”, dice Daniel.
Y así, acompañados de sus padres, llegan más niños a explorar los libros. Hay para todos los gustos: cuentos, cancioneros, enciclopedias y hasta cómics. Otros niños más grandes llegan solos, como Benjamín, que siempre está acompañado de su perro Pelusa. Es un niño que prefiere divertirse solo. A veces llega primero o si llega después se queda hasta el final esperando que Daniel se percate y lo felicite. Y él se lo reconoce.
“Todo ese papel que cumple un bibliotecario infantil es oro en polvo a la hora de manejar información que te permita mejorar las relaciones comunitarias. Notas dónde hay más o menos respeto al libro y la lectura por parte de las familias y los adultos”, afirma Daniel.
Padres compartiendo un momento de lectura con su hija. Foto: César Chumbiauca.
Vía Libro
Esta actividad que realiza Daniel Arroyo forma parte de Vía Libro, una asociación sin fines de lucro que tuvo presencia en varios puntos de la capital, pero que ahora se concentra únicamente en Los Olivos. Fue creada en el 2015 por mujeres ligadas al cuerpo diplomático. Una de sus fundadoras es Amy Young, de nacionalidad norteamericana, gestora cultural y consultora en recaudación de fondos. Ella conoció a Daniel realizando sesiones de lectura de cuentos hace algunos años y lo incorporó a Vía Libro en el 2018.
Con la concentración de Vía Libro en la urbanización Los Naranjos de Los Olivos, el material bibliográfico fue llevado a la casa de Daniel. El espacio está conformado por un garaje y una habitación grande; a donde se mire hay estantes con colecciones envidiables. En algún momento Daniel pensó que podía realizar las actividades en su garaje, pero para evitar malos comentarios, prefirió el parque: “Tenía que ser así, no podía ser en el garaje. Tenía que ser la transparencia, la visibilidad, el espacio público, y luego ha caído por sinergia que una vez que están aquí empiezan a correr, juegan, se cansan y vuelven a los libros”, comenta.
Foto: César Chumbiauca
Y así ha venido trabajando. “A lo que me he dedicado es a ganarme la confianza de esta comunidad durante un año”, dice orgullosamente. Y en efecto, ahora es vocal del Comité de Seguridad Ciudadana y vocal del Comité de Parque. “Ahora también soy un ciudadano participante porque la biblioteca me ha hecho visible. Yo no tenía mayores contactos con el vecindario, no he crecido siendo amigo, no he jugado en esa cancha de fulbito ni un solo partido”.
Hojas de hierba
Como bibliotecario, Daniel mantiene su rol de adulto y no infantiliza su voz a la hora de hablar con sus usuarios, porque para él, más que niños, son seres humanos que también buscan información, porque cuando abren un libro e identifican un perro o un gato y lo contrastan con su entorno, para ellos eso es información. “En ese actuar no hay un niño; hay una memoria humana construyéndose”.
Por otro lado, Daniel considera que una biblioteca siempre es generadora de ciudadanía. “Esta construcción de ciudadanía desde el servicio bibliotecario infantil es un principio de política bibliotecaria”. Para él, al prestar un bien público hay un acto de confianza, por lo tanto, de responsabilidad. Jamás se le ha perdido un libro y los niños lo cuidan: “Cuando hay uno al que le aparece algún daño me lo dicen porque ya les he dicho que hay una clínica de los libros, entonces hay quienes ya escucharon eso y me dicen: ‘Este va a la clínica’”.
Además de todo eso, encuentra otras ventajas en la lectura, como el desarrollo de la motricidad fina por la manera como se cogen los libros y se pasan de páginas. También se aprende a ser paciente, lo que favorece la salud mental, sobre todo en tiempos difíciles como el de las inundaciones. Leer echado sobre la hierba es muy agradable. “Es un estado de relajación, de libertad y de confianza porque el papel conserva una temperatura similar a la de la materia misma de la que está hecha, que es la madera, y la madera al ser tibia se aproxima a la temperatura humana, entonces el contacto con el material hecho de papel te transmite una aceptación que la piedra o la pantalla fría o algo que se calienta no te da”.
Lo que me cuenta me recuerda un verso del poeta Walt Whitman en Hojas de hierba: “O sospecho que la hierba misma es un niño, el recién nacido de la tierra”.
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Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Áreas de interés: periodismo científico, repositorios institucionales e industria editorial. Contacto: cesar_023@hotmail.com
Me gustó mucho tu estilo de contar lo que hago, con el apoyo de Vía Libro. Gracias por la oportunidad de verme a mi mismo desde una mirada exterior.
Gracias, Daniel, por dejarnos conocer tu espacio. La pasamos muy bien. Haces un gran trabajo.
Atentamente,
César Chumbiauca.
El demostrar abiertamente que sí es posible encontrarnos con los libros es todo un trabajo arduo, incansable, pero al mismo tiempo satisfactorio, reflejado en las sonrisas, miradas y en la yema de los dedos al momento de leer. Bravo hermano, continua tu camino como «El señor de los libros».