Mediación de lectura en la biblioteca pública (Grupo editorial Vicio Literatura, 2024) es la última publicación del docente Pedro Perales García, quien se desempeña como bibliotecario y mediador en la Gran Biblioteca Pública de Lima. Este libro tiene un poco de todo, desde notas teóricas sobre la mediación, vivencias personales, experiencias en la GBPL, algunas entrevistas estructuradas y fichas de trabajo. Conversamos con Pedro en uno de los estands de la FIL Lima 2024.
Entrevista
¿Por qué te animaste a publicar este libro?
Bueno, de primera intención, como le comentaba a Julio, mi editor, es un libro rebelde porque quiero a través de él demostrar, identificar y visibilizar las actividades que se realizan al interior de la biblioteca pública y sobre todo quiénes son sus gestores, cosa que, lamentablemente, durante estos años no se hace y no se piensa, aparentemente, hacer. Además de eso, quiero establecer mi granito de arena en lo que es la polémica y el cuestionamiento, la problematización, mejor dicho, del tema de la mediación de lectura, actividad que relativamente es nueva, tiene un promedio de siete años en el país y cómo así un concepto que prácticamente engloba actividades que venimos haciendo desde niños, desde las generaciones anteriores, puede ser renombrado y presentado como una actividad envolvente en los actuales momentos.
Normalmente los que no estamos metidos en estos temas no conocemos tanto esas diferencias entre mediación, animación, promoción y fomento. ¿Podrías explicarnos un poquito de qué va esto?
La animación de lectura es un concepto que prácticamente se ha instalado en el imaginario popular desde, aproximadamente, hace treinta o cuarenta años. Yo surgí como estudiante escolar en una etapa en que se estaba incursionando con el concepto de animación de lectura. Según los teóricos de la medición actual, por ejemplo, hablemos de Felipe Munita, el profesor chileno que presentó su tesis en una universidad europea y quién es uno de los guías de este concepto. Para él, por ejemplo, la mediación de lectura es establecer un nexo, he ahí el término de mediación, porque el término de mediación viene desde el entender que hay una problemática y se necesita algo o alguien que intervenga, entonces, cuando se habla de la lectura se quiere explicar que, efectivamente, hay un problema que no permite que el usuario, el lector o el mediado tenga una llegada plena al tema de la lectura y ahí se requiere un mediador práctico, especializado y con mucho ejercicio de la actividad.
¿Cómo trabaja el mediador?
Bueno, actualmente ya es una polémica y a mí me ha tocado por cuestiones históricas trabajar en un centro que prácticamente es el Perú, la Biblioteca Nacional del Perú, pero la Biblioteca Nacional es el Perú, yo agregaría, donde se plantean también los conceptos teóricos y entonces hay esta problemática. Cuando las personas llegaron a la biblioteca desde otros ministerios, plantearon un tipo de práctica sobre mediación y todo lo que hacíamos las personas que trabajábamos ya sobre la lectura era cuestionado por esta práctica. Entonces a mí me tocó ser el moderador, el intermediario, el poder digerir este nuevo concepto de mediación y validar lo que ya veníamos haciendo. Tuve que hacerlo de motu proprio, comenzar a hacer las actividades, ya no era el taller de lectura, sino que las actividades que yo realizo son ya mediación de lectura, entonces ya incluyen ese plus que es conversación y diálogo. La mediación incluye conversación y diálogo, utiliza la teoría básica planteada por Aida Chambers, un escritor inglés, en su obra Dime. Ahí está la teoría básica, la conversación literaria, es decir, un conjunto de preguntas que se realiza en función de los textos y que se adecúan a los contenidos, es como una cartilla, pero el mediador tiene que adaptarlo a su particular situación.
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Has realizado varios talleres en la Biblioteca Nacional, lo comentas en tu libro. Hiciste los talleres de biblioterapia, que es uno de los más conocidos, incluso tuvimos una entrevista sobre eso hace un tiempo; de ahí uno sobre interpretación simbólica del cuento clásico; otro de actividades vivenciales para adultos, entre otros. Y hay uno interesante que se llama Taller para padres: promoviendo la lectura en el hogar. A grandes rasgos, ¿qué recomendaciones dejabas a los padres?
Ese fue un proyecto que se realizó en la sala infantil en los tiempos que la coyuntura política al interior de la biblioteca lo permitía, con directores que me dieron la confianza de poder participar. Una de mis propuestas era intervenir, efectivamente, en la sala infantil con propuestas. ¿Qué es lo que hacía yo? Desarrollaba una programación que duraba seis meses, por decirlo, y cada mes en dos sesiones desarrollaba un tema en relación con la promoción de lectura en el hogar, por ejemplo, cómo seleccionar libros para los niños o cómo el padre debe enfocar determinado tema que aparece en los cuentos infantiles, cómo trabajar con los libros-álbum, que es uno de los temas con el que incursiona la mediación de lectura. Entonces en la sala infantil de la Gran Biblioteca Pública de Lima hay libros-álbum, o sea libros con mucha imagen y poco texto que, aparentemente, es lo mismo que se hacía hace veinte o treinta años atrás, porque se entendía que el contenido para los niños que se aproximaban a la obra tenía que ser asequible; pero el enfoque actual en los libros de mediación con los libros-álbum le agrega un tono más porque incorpora al padre o al mediador con el niño, es decir, las imágenes son con trampa, o sea, tienen un mensaje más allá. En eso tiene que desarrollarse el mediador, que puede ser el padre de familia o un mediador externo.
(…) cuando se habla de la lectura se quiere explicar que, efectivamente, hay un problema que no permite que el usuario, el lector o el mediado tenga una llegada plena al tema de la lectura y ahí se requiere un mediador práctico, especializado y con mucho ejercicio de la actividad.
A propósito de padres, comentas en el libro que tu papá no leía o leía muy poco y, sin embargo, influyó en ti para ser el lector que eres ahora. ¿Cómo fue eso?
Bueno, es un libro muy sentido Mediación de lectura… porque quise hacer de todo un poco y menos mal que se pudo articular, tiene una línea de pensamiento, y uno de los grandes referentes que yo tuve fue mi padre, y al exponer su tema también establezco una relación reflexiva para el lector del libro, para que él, mediante la memoria, haga una recopilación de las influencias que tuvo de niño. En mi caso fue mi padre el maestro, y las personas que tienen acceso al libro también tienen una forma de poder seguir una orientación sobre cómo pueden escarbar y profundizar en su experiencia de lectura.
Dices ahí que a tu papá le gustaba el formato de los libros.
Sí, de repente no los leía, pero admiraba la presentación y las imágenes, era un dandi de la revisión de libros, no los leía, pero le gustaba la apariencia. Él respetaba mucho a las personas con formación. Cuando él veía a una persona que sabía mucho le decía “doctor”.
Tú llegaste a la biblioteca en 1993. Había un clima agitado en ese tiempo, hubo despidos. Cuentas que, cuando llegaste, solamente había una sala de lectura que quedaba en la que ahora está la sala escolar y, entonces, realizaron la distribución de las nuevas salas y a ti te tocó organizar la sala de literatura. ¿Cómo fue esa tarea?
Claro, eso no va a aparecer en ningún libro de historia. Yo entiendo que en algún momento alguien tendrá que estudiar cómo se armó eso y aparentemente las nuevas generaciones que llegan a la biblioteca de otras instancias con otra formación y con otros intereses dará por descontado que no es importante, pero para mí sí fue importante porque fue un hecho histórico. Pedro, un hijo del pueblo. La directora de la Biblioteca Nacional de mi país me dijo: “Arma la sala de arte, literatura e historia, tú ve cómo lo haces”. Y entonces un profesor de literatura que cumplía la función de encargado tuvo que hacerlo. Bueno, ya eran otros tiempos, otra vitalidad, no es la misma de ahora, yo cargaba los libros, llevaba las colecciones, empujaba los carritos y así fui armando una colección más que básica y así se fueron incrementando los libros poco a poco. Con los años llegaron otras direcciones que quisieron tomar otro rumbo, por ejemplo, quisieron retirar libros de literatura por el año de edición, un contrasentido total porque los libros de literatura como los libros de historia son intemporales, olvídate, no puedes retirarlos porque tienen un plus no solamente por el contenido sino por la edición y por el autor.
Claro, entre los lectores más apasionados la edición es sumamente importante. Si la Biblioteca Nacional tiene la primera edición de Los inocentes de Oswaldo Reynoso hay una experiencia ahí.
Claro, una edición del 70 u 80 es totalmente distinta a una edición actual. Hay una carga emotiva y de carácter histórico que está ahí presente.
¿Cuál es tu experiencia con la mediación remota?
En julio del 2020, en plena pandemia, fuimos convocados un grupo de empleados de la Biblioteca Nacional para desarrollar clubes de lectura, entonces fui invitado para desarrollar el club de lectura Letras Peruanas que se realiza hasta ahora todos los martes de 7:30 a 8:30, es un club de lectura donde las personas se comunican conmigo a través del correo institucional y piden participar. Y, paralelo a eso, cuando a mí me hacer una propuesta yo hago mi contrapropuesta: el taller Confinado Lector y el de Biblioterapia de forma virtual. Esos son los dos talleres que yo propuse sumándose al oficial y así se viene desarrollando desde el año 2020. En Letras Peruanas —eso está en la plataforma de la Biblioteca Nacional— libros del siglo XIX, XX, XXI, narradores, poetas peruanos; Confinado Lector es un club universal donde se trabajan todos los formatos, todos los estilos, poesía, ensayo, novela de autores universales, eso era lo que yo quería hacer, que no me estanque solamente con autores peruanos, sino que yo quería hacer las cosas mías también; y Biblioterapia, un taller con el que tengo una relación emocional muy pegada y que tuvo una gran aceptación en el sentido que había personas que necesitaban apoyo en ese momento, necesitaban con quien conversar. En realidad, los tres clubes de lectura se convirtieron en biblioterapia porque todos querían participar, todos querían contarme sus cosas, me llamaban en cualquier momento del día porque estábamos todos en casa. Las veinticuatro horas del día me convertí prácticamente en oyente.
Aló BNP es un servicio de la BNP que tuvo mucho éxito y hasta fue premiado. ¿También participaste?
En la etapa inicial fui uno de los convocados.
¿Qué tal esa experiencia?
Hay que recordar que estábamos haciendo trabajo remoto. Había que hacer uso del teléfono y conversábamos con las personas, pero lógicamente yo quería hacer lo que me gustaba. ¿Y qué era lo me gustaba a mí? Leer poesía. Ellos venían ya con una propuesta y yo les convencía de que hay que leer poesía; así era el nivel de convencimiento que tenía, de leer una novela pasaban a leer poesía. Eran personas generalmente de tercera edad que estaban enclaustradas en sus casas, que estaban pasando por un momento muy difícil. Era un tipo de servicio muy especial porque era telefónicamente y a veces la modulación, la vibración, el tono de contestación tenía ciertos requerimientos y uno, en el proceso, se daba cuenta en qué momento había que retirarse. En mi caso yo me retiré porque en el 2020 me dio el Covid y afectó mis cuerdas vocales.
Quisiera cerrar citándote una pregunta en tu libro: ¿por qué somos menos libres y humanos si no leemos?
Te agradezco porque finalmente pienso que la lectura en todo su ámbito es una herramienta muy importante que permite que no venza el otro lado, el lado oscuro, que es el materialismo; y nos liga con los elementos más importantes del espíritu humano. Solo eso.
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Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Áreas de interés: periodismo científico, repositorios institucionales e industria editorial. Contacto: cesar_023@hotmail.com