Evaluación, análisis comparativo y buenas prácticas son elementos que se pueden tomar del benchmarking para mejorar los programas de Bibliotecología.
A nivel internacional se han dado diversas iniciativas para mejorar la calidad educativa, por ejemplo, la Declaración de Incheon en el año 2015, que traza una agenda educativa para el 2030, a cargo de la Unesco, en la que el Perú suscribió su participación. Como antecedente de este mismo proyecto a nivel regional, se llevó a cabo la Declaración de Lima en la que se desarrollaron los balances y desafíos de la educación en América Latina y el Caribe, 2015-2030, teniendo como principales objetivos promover una educación inclusiva, equitativa y de calidad en todos los niveles, constituyendo estas iniciativas un marco referencial a nivel nacional para impulsar y garantizar una educación de calidad, de manera que el desarrollo de las diversas estrategias para asegurar la calidad estén alineadas a dichos objetivos.
En los programas universitarios, uno de los mecanismos más promovidos e implementados para el aseguramiento de la calidad es la acreditación y los programas de Bibliotecología no son la excepción. A continuación, se muestra una lista de algunos de estos programas en América Latina que han alcanzado la acreditación; cabe señalar que otros no han sido incluidos porque no ofrecen dicha información en las páginas oficiales consultadas:
De la tabla se puede desprender que los procesos y el reconocimiento público de la acreditación, en la mayoría de los casos, es bastante reciente. Este hecho, al igual que las iniciativas mencionadas en un inicio, evidencian que los esfuerzos por mejorar la calidad educativa vienen cobrando mayor impulso en los últimos cinco años, con una proyección en aumento. Una vez que estos programas alcanzan la acreditación, inicia el interminable camino de trabajo de mejora continua, pues si bien alcanzar la acreditación por primera vez es un buen indicador, este no es suficiente debido a los múltiples factores inmersos en la calidad educativa, siempre habrá que hacer correcciones, ajustes, actualizaciones; incluso los mismos modelos bajo los cuales se alcanza la acreditación, independientemente de los organismos acreditadores, irán modificándose acorde a los contextos, necesidades, etc.
En el campo de la Bibliotecología, a raíz de los cambios producto de la globalización, avance tecnológico, tendencias, aparición de nuevos procesos, servicios, entre otros, se hace imperiosa una formación profesional de calidad que garantice que estos profesionales puedan responder de manera exitosa a los retos planteados por estos escenarios; en este mismo marco, la cultura de evaluación educativa, además de ser abordada desde los procesos de acreditación, puede ser complementada y ampliada a través de otros mecanismos o herramientas como es el caso del benchmarking.
¿Qué es el benchmarking, cómo y dónde aplicarlo?
El benchmarking es una herramienta considerada en algunos casos un equivalente a la evaluación comparativa, cabe entonces preguntarnos por qué usar el término benchmarking en lugar de evaluación comparativa. ¿Será cuestión de terminologías, uso, alcance? Si hay diferencias, ¿en qué las hay?
El benchmarking es un anglicismo, no tiene una traducción exacta al español ni una definición única, pero sí tiene diferentes términos de uso equivalente. La concepción de este concepto ha ido madurando a lo largo del tiempo, siendo concebida mayormente como una herramienta que tiene como ejes centrales la evaluación y análisis comparativo de procesos, productos o servicios, previa identificación de buenas prácticas de otras instituciones afines o no a la entidad en cuestión, con la finalidad de obtener información que contribuya en la mejora de resultados.
De acuerdo a lo mencionado anteriormente, la aplicación del benchmarking en los programas universitarios de Bibliotecología aportaría información valiosa para la mejora de su calidad educativa; teniendo en cuenta los factores intervinientes y determinantes en este último, puede aplicarse el benchmarking no solo a procesos relacionados con la pedagogía, por ejemplo: currículo, enseñanza, investigación, sino también aquellos relacionados con la parte administrativa como trámites documentarios, gestión de recursos; la parte institucional, a saber, normativas, canales de comunicación y/o la parte comunitaria, como las iniciativas de proyección social, entre otros elementos según lo que la institución desee mejorar.
Según donde hayamos identificado las buenas prácticas, se establece un tipo de benchmarking. Spendolini, uno de los máximos exponentes del benchmarking, establece tres tipos: el benchmarking interno, aquel que es aplicado entre distintas áreas de una misma institución; el benchmarking competitivo, aplicado entre instituciones que son competidoras directas; y el benchmarking funcional, el cual aplica a instituciones que no necesariamente son competidoras directas.
El benchmarking sigue una serie de pasos que varían según algunos modelos; dentro de los más populares están el modelo de Spendolini o el modelo de Camp. La elección de uno u otro obedece al criterio del equipo responsable de llevar a cabo el benchmarking; a continuación, se muestra el modelo de Camp:
Por último, el benchmarking no es una práctica de copia ni imitación, es analizar a tu competencia directa o no, para comprender de qué manera desarrollan sus procesos para mejorar los propios, adaptándolos e implementándolos acorde a la realidad de cada institución; es aquí donde se estimula la creatividad e innovación, todo esto bajo los principios de uso, intercambio, legalidad y más; en el ámbito bibliotecológico, esta herramienta no solo puede contribuir en la mejora de la calidad educativa, propicia también escenarios de intercambio y colaboración entre diferentes instituciones.
Referencias
1. Del Giorgio, F. (2012). Benchmarking en el sector público: aportes y propuestas de implementación para la provincia de Buenos Aires. Villa Elisa. Buenos Aires: Industry Consulting Argentina
2. Morán, D. (2014). Benchmarking: un viaje a la excelencia. Trabajo de grado en Publicidad y Relaciones Públicas. Universidad de Valladolid, Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación, Segovia.
3. Spendolini, M. (1992). Benchmarking. Bogotá: Norma.
4. Unesco (2016). Declaración de Lima: balances y desafíos para la agenda educativa regional 2015-2030. Santiago de Chile: UNESCO.
Lecturas recomendadas
1. Yamada, G. & Castro, F. (Eds.). (2013). Calidad y acreditación de la educación superior: retos urgentes para el Perú. Lima: Universidad del Pacífico.
2. Escalona, L. & Múnera, M. (Coords.). (2012). La calidad de la educación superior en América Latina: los desafíos para la educación bibliotecológica. México: UNAM, IIBI.
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Licenciada en Bibliotecología y Ciencias de la Información por la UNMSM, actualmente cursando la maestría en Gestión de la Información y del Conocimiento de la UNMSM, miembro del Comité de Calidad de la Escuela de Bibliotecología y CC. I. Le interesa los temas relacionados a la organización de la información, calidad educativa y gestión documental.
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