Considerado el padre de la bibliotecología peruana, Jorge Basadre Grohmann (12 de febrero 1903 – 29 de junio de 1980) emprendió el arduo trabajo de reconstrucción de la Biblioteca Nacional. Recordemos sus aportes más significativos.
Pocos casos se conocen en la historia de la bibliotecología latinoamericana, o quizá incluso mundial, que una desgracia en la biblioteca de un país genere una impresionante cadena de solidaridad, nacional e internacional, para reconstruirla; y después, o casi simultáneamente, ese mismo hecho desencadene un movimiento a favor de la creación de más espacios públicos —mejor dicho, bibliotecas— para facilitar el acceso a la información y el conocimiento a la población.
Este es el caso de la Biblioteca Nacional del Perú que, un 10 de mayo de 1943, fue presa de un dantesco incendio que afectó gravemente el patrimonio cultural documental que ella custodiaba. Este hecho, calificado en su momento como ‘desgracia nacional’, fue afrontado con prontitud y entereza por el Estado peruano, contando con apoyo de la ciudadanía y la comunidad internacional. Así, en pocos años, se logró que la primera institución cultural del país renaciera desde sus cenizas y, además, de ese proceso, surgiera las bases de un ambicioso programa de impulso al desarrollo de las bibliotecas, al que más adelante se le denominará ‘política bibliotecaria’.
Como bien se sabe, el trabajo de reconstrucción, aunque complejo por su magnitud, fue finalmente exitoso gracias a un factor realmente determinante, casi providencial. Aquí se cumplió lo dicho por Robert Pitnam, prestigioso bibliotecario estadounidense: “Una gran crisis nacional logra siempre producir al hombre capaz de solucionarla”. Efectivamente, esta desgracia permitió que apareciera un personaje premunido de conocimientos especializados y una vasta experiencia en el quehacer bibliotecario con un indiscutible liderazgo: Jorge Basadre Grohmann (1903-1980), el historiador y bibliotecario peruano quien, en tanto ex trabajador e investigador, además, un profundo conocedor de las entrañas de la siniestrada institución. El presidente de la República le confió a él la enorme responsabilidad de conducir el proyecto de reconstrucción de la Biblioteca Nacional.
En relación al proceso de reconstrucción ya se ha escrito antes, pero sin remarcar algunos aspectos del perfil de la nueva biblioteca nacional, propuesto por el líder, que conviene comentarlos. Al respecto, se sabe que desde el primer momento en que recibe el encargo, Basadre pensó no solo en la gran biblioteca de Lima, que ciertamente era su primera responsabilidad, sino también en las necesidades en materia de bibliotecas de todo el país. Por ello es que él propone una biblioteca de triple misión. En primer lugar, una biblioteca de carácter patrimonial, que custodie el acervo cultural bibliográfico documental nacional, destinado a los investigadores y estudiosos; segundo, una biblioteca pública, con colecciones y servicios variados, para toda la población, incluido los niños; y tercero, una biblioteca de “acción nacional”, que promueva e impulse el desarrollo de bibliotecas en todo el territorio y las integre en una gran red. Este es el perfil que aún se mantiene hoy, ciertamente, con variantes, sobre todo desde el 2006, cuando se culminó la construcción de la nueva sede, destinada a la parte patrimonial.
A ese nuevo perfil de biblioteca respondió la creación de la Escuela Nacional de Bibliotecarios, institución encargada de formar personal, primero, para atender la necesidad urgente de la Biblioteca Nacional y, después, para las otras bibliotecas del país. Del mismo modo, el Fondo San Martín (Ley 10847 del 20 de enero de 1947), si bien tuvo por finalidad solventar la construcción y el equipamiento de la nueva sede, tan pronto como se culminara este proyecto, parte importante de la recaudación (75 %) serviría para apoyar a las bibliotecas públicas, escolares, universitarias y de Escuelas Normales del país.
En suma, del proceso de reconstrucción de la Biblioteca Nacional se puede recuperar los diferentes componentes de un programa moderno de desarrollo de bibliotecas, es decir, de una política bibliotecaria. Entre esos elementos, por ejemplo: 1). Visión moderna de biblioteca; 2). Personal bibliotecario capaz de aplicar esa concepción moderna; 3). Recursos económicos provistos por el Estado (el Fondo San Martín) y complementado por otras fuentes; 4). Respaldo de la comunidad, que fue evidente con la participación de la ciudadanía, de gremios, asociaciones, en fin, incluso de organizaciones internacionales; 5). Liderazgo, del conductor del proyecto, factor decisivo para su éxito. Seguramente que hay otros elementos inmersos en cada una de las etapas del comentado proceso, pródigo y fecundo en experiencias y conocimientos.
Son precisamente esos elementos los que han permitido el renacimiento de la primera biblioteca del país y luego la implementación de diversos proyectos bibliotecarios, tanto en Lima y El Callao como en otras ciudades del país. El movimiento que se generó a favor de las bibliotecas, cual círculos concéntricos, fue ampliándose progresivamente hasta llegar a la ciudad fronteriza de Tacna. Desde luego, la ‘acción nacional’ apenas empezaba y debía seguir extendiéndose. Sin embargo, como el propio líder había anticipado, la discontinuidad, ese mal crónico que históricamente ha impedido el desarrollo del país, se asomaría también en el ámbito bibliotecario, afectando la vigorosa marcha de su política bibliotecaria.
A 41 años de la muerte del hasta hoy insuperable líder del proceso de reconstrucción de la Biblioteca Nacional de triple misión, Jorge Basadre Grohmann, y en momentos críticos como los que se vive en la actualidad, conviene recordar y reflexionar profundamente sobre su pensamiento y su obra, su moderna visión sobre el sentido de las bibliotecas. Y todo ello, volcarlo en la construcción de una renovada política bibliotecaria que haga posible el renacimiento y expansión de la biblioteca pública, ese espacio democrático por excelencia que tanto requiere el país para formar una ciudadanía con iguales derechos a la lectura y la cultura. Desde luego, esta tarea no es sencilla ni inmediata. Se perdió demasiado tiempo en proyectos dispersos e incongruentes y en elaborar leyes y normas, creyendo que ellas resolverían los problemas del país en el ámbito bibliotecario. No, para Basadre la política bibliotecaria es un movimiento colectivo, social, en torno a planes, programas y acciones concretas a favor de la propagación de los servicios bibliotecarios a diferentes escalas, pero como servicios esenciales para forjar la vida individual y social de las personas.
Lima, mayo 2021.
Bib. César Castro Aliaga
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Doctor en Bibliotecología y Documentación por la Universidad Complutense de Madrid y exdecano del Colegio de Bibliotecólogos del Perú.
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César Augusto Castro Aliagahttps://www.revistaotlet.com/author/cesar_castro_aliaga/