
Jorge Basadre, el más grande historiador del Perú, fue también bibliotecario, y en ambos aspectos hizo un excelente trabajo. Pero si bien Basadre se formó primero como historiador, fue discípulo de un destacado bibliotecario, el filósofo Pedro Zulen, que en 1922 se encontraba en los Estados Unidos realizando estudios de Filosofía en la Universidad de Harvard y de paso en el ramo de las bibliotecas. A su regreso, se hizo cargo de la Biblioteca de la Universidad de San Marcos con notables logros.
Basadre aprendió de Zulen importantes cosas sobre las innovadoras técnicas bibliotecarias de su época. Más tarde, mientras se desempeñaba como bibliotecario en San Marcos, fue enviado a los Estados Unidos. «Poco después, desde setiembre de 1931, gracias al apoyo entusiasta del gran Rector José Antonio Encinas, me trasladé a Estados Unidos para estudiar organización de bibliotecas con una beca de la Fundación Carnegie. Fui el primer peruano que recibió este cargo. Entre setiembre y junio del año siguiente trabajé en duro esfuerzo como “interno” en varias bibliotecas-tipo y en algunas Escuelas de Bibliotecarios especialmente seleccionadas para mi programa de actividades por la Asociación Norteamericana de Bibliotecarios y bajo la supervigilancia estricta de ella». (La vida y la historia, 1975, p. 353.)
De ese modo, si bien Basadre tenía cualidades para la organización y sus conocimientos en historia le permitían valorar la importancia de los materiales bibliográficos, también fue consciente toda su vida que para gestionar adecuadamente una biblioteca era necesario especializarse en bibliotecología, por eso mismo, cuando fue nombrado director de la Biblioteca Nacional por el presidente Manuel Prado y Ugarteche, puso entre sus condiciones la creación de la Escuela Nacional de Bibliotecarios, fundada el 23 de junio de 1943. (Garfias, La Biblioteca Nacional del Perú: 200 años de historia, 2021, p. 107).
Ahora, tomando como ejemplo a Jorge Basadre, ¿estaría mal que un historiador, literato, filósofo o cualquier otro profesional dirija una biblioteca si es que ha sumado a su formación estudios en bibliotecología y experiencia? ¿Estarían los bibliotecólogos de acuerdo en que profesionales de otras carreras que estudien una especialización en bibliotecología o un posgrado estén habilitados para dirigir bibliotecas?
Quizás no encontremos una respuesta unánime, pero lo cierto es que en la actualidad la alta especialización de un bibliotecólogo, que conforme avanza la tecnología se hace más compleja, lo diferencia de otros profesionales sin demeritar a ninguno de ellos. Asimismo, conscientes de que la interdisciplinariedad es fundamental, los bibliotecólogos no son ni deberían ser enemigos de ningún gremio. Su vocación es el servicio.
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Si quiero construir una casa, contrato un ingeniero civil especializado en construccion de casas. No contrato un sociologo, un literato ni un historiador. Si quiero construir una biblioteca o desarrollar lo que ya existe de una biblioteca, a quien debo contratar? La respuesta pues cae por su propio peso. Por ejemplo, solo contando desde 1943, por la BNP han pasado 8 historiadores, 2 sociologos, 2 literatos, e abogados, etc. etc. Y que se logro con eso? Nada. Su mejor desempeno se logro cuando sus directores fueron Bibliotecologas, aun con lo poco que se logro. Si no vamos a construir y dirigir las bibliotecas de todo tipo y la BNP, entonces cual es el sentido de estudiar la carrera de BCI? Yo soy de los que defiendo la idea de que quien dirija una biblioteca debe demostrar que se embarro los pies con todos los problemas que significa construir y desarrollar bibliotecas. Esa construccion no debe ser dejada a los compadres y comadres de los que tienen una relacion de clase con las estructuras de poder.