Un repaso por la vida profesional del bibliotecólogo Segundo Soto: recuerdos de un ambiente de poesía contestataria y su paso como bibliotecario del Congreso de la República.
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Es mejor ser odiado por aquello que somos,
que ser amados por la máscara que llevamos.
Si tuviera que escribir un manual de cómo un bibliotecario puede llegar al éxito profesional en tres pasos, tendría que narrar la historia de mi colega Segundo Diomedes Soto Coronel, un joven provinciano que llegó de la calurosa Sullana a la gris capital para estudiar Historia y terminó estudiando en la Escuela Nacional de Bibliotecarios, donde se encontró con un grupo de jóvenes —muchos provincianos de todas las sangres— que llegaron a Lima para cumplir sus sueños.
Los años maravillosos
Era la maravillosa década de los años setenta, cuando la contracultura estaba en su apogeo y transcurría en el centro de Lima. El Movimiento Hora Zero fue un movimiento vanguardista de poesía surgido a principios de la década de 1970, siendo sus fundadores Jorge Pimentel Vásquez y Juan Ramírez Ruiz, ambos poetas que además suscribieron el manifiesto «Palabras urgentes». Fue entonces cuando inundaron los bares de Lima con su poesía contestataria, con sus interminables recitales, con sus poemarios recién salidos de la imprenta, celebrando la vida con ese espíritu mundano y dionisiaco que se rebalsa. Eran los días cuando los primeros números de la revista poética La tortuga ecuestre llegaba a nuestras manos gracias a su editor el poeta piurano Gustavo Armijos; cuando los libros piratas se vendían masivamente en toda la avenida Abancay y en la mismísima puerta de la antigua Biblioteca Nacional, algo paradójico para nosotros que estudiábamos el derecho de autor; cuando éramos aprendices de todo…
Entre nuestros compañeros de estudio teníamos al reconocido poeta chimbotano Juan Ojeda; a Javier Huapaya, poeta barranquino, autor de Ataraxia; estudiamos con Nieves Verástegui Peláez, hermana del multifacético poeta Enrique Verástegui, autor del poemario En los extramuros del mundo; con Aurelio Ortega Cuentas, hermano del escritor y crítico literario Julio Ortega; con Rosario Fano Gálvez, sobrina del escritor Gálvez Ronceros; con Inés Lazo, pariente del pintor Sabino Springett Canales. En este ambiente poético transcurrió nuestra intensa vida académica, compartiendo el fervor literario que animan la cultura, asimilando las enseñanzas que produce el arte, los saberes y valores relevantes de nuestra maravillosa época; haciéndonos entender el mundo con palabras, entendiendo la creación como una visión del mundo. Fue un momento de álbum para todos nosotros que recordaremos por el resto de nuestras vidas.
La famosa promoción de 1973-1976 fue la más numerosa y la primera en ingresar por examen de admisión a la ex Escuela Nacional de Bibliotecarios, que después de egresados destacaron nítidamente en bibliotecas de instituciones públicas y privadas de Lima; en bibliotecas de España, Italia, Francia y Estados Unidos; profesionales enriquecidos por la maravillosa visión de nuestra época estudiantil que determinó nuestro laborioso andar de bibliotecarios.
En medio de este grupo de estudiantes llenos de energía y curiosidad, ávidos de conocimientos, con voracidad por la vida y la felicidad, Segundo era un estudiante inquisitivo, sensato y lúcido.
Después de egresar de la ENB, estudió la licenciatura en la Universidad de San Marcos en 1980, empezando su caminar laboral en la biblioteca escolar del colegio San José Hermanos Maristas del Callao, con nuestro recordado colega que partió a la eternidad tempranamente: Bartolomé Trejo Rodríguez; luego pasó a la biblioteca del colegio San Luis de Barranco. En la década del noventa retornó a su alma mater en calidad de empleado público de la Biblioteca Nacional, donde trabajó en la Dirección de Planificación, con un sueldo no acorde con sus responsabilidades, cargo que desempeñó satisfactoriamente gracias a su capacidad intelectual y preparación, a pesar de los cuestionamientos de la jefa institucional de aquella época, dominado por el fujimorismo, según me cuenta.
La radiografía de Segundo Soto es clara y sencilla: era un bibliotecario de su época, indiferente a las modas efímeras y al furor del mundo. Era un bibliotecario de a pie.
Como integrante de la generación intermedia de bibliotecarios entre el catálogo de fichas impresas y las bases de datos digitales, Segundo tuvo que capacitarse en alfabetización informacional y otros avances de la tecnología.
Bibliotecario del Congreso de la República
La inteligencia múltiple de Segundo Soto Coronel fue determinante para ganar el concurso público el 2001, durante la presidencia de Alejandro Toledo, para ocupar el cargo de director de la Biblioteca del Congreso de la República “César Vallejo”, con un sueldo soñado para cualquier profesional. Desde ese momento tenía que gestionar una biblioteca legislativa con una valiosa colección histórica y múltiples servicios tradicionales y modernos, como la importante Referencia Legislativa, área especializada destinada a prestar servicio a los legisladores, sus asesores, comisiones y otras dependencias del Congreso Nacional.
Ser director de la biblioteca del Congreso de la República le permitió viajar al extranjero en varias ocasiones a congresos de bibliotecas parlamentarias, eventos de capacitación y actualización tecnológica, siendo una de las más importantes la Conferencia Mundial de Parlamentos 2012, en Roma, Italia, donde se confirmó la tendencia mundial del acceso y transparencia de la información parlamentaria a la ciudadanía a través de aplicaciones informáticas y el libre acceso a la documentación parlamentaria en Internet.
Gracias a su interesante trayectoria fue elegido decano nacional del Colegio de Bibliotecólogos del Perú durante el periodo 2003-2004, convirtiéndose en el primer varón en asumir dicho cargo en una profesión dominada mayormente por mujeres.
Segundo Soto es un hombre global que habla de la bibliotecología con profundidad, que se expresa en clave con el conocimiento adquirido en sus continuos viajes a Cuba, Alemania, Italia, Colombia, México, Francia, España, recorriendo el mundo de la información, la bibliotecología y la gestión.
Comprometido observador de la realidad nacional dice concebir la bibliotecología como un atesoramiento personal de experiencias compartidas. Es un voraz lector de los escritores universales. Entre sus lecturas preferidas están los temas de historia, arqueología, ciencias políticas y sociales. Los autores más frecuentes de su biblioteca son George Orwel, novelista, y crítico británico, autor de visionarias obras como Rebelión en la granja y 1984; Howard Lovecraft, escritor estadounidense, autor de relatos y novelas de terror; también figura Walter Benjamín, filósofo y crítico literario, alemán; Cesare Pavese, escritor, poeta y traductor italiano; Milan Kundera, laureado escritor y poeta checo autor de La inmortalidad y La ignorancia. Segundo escucha frecuentemente a Facundo Cabral, Alberto Cortez, sus cantantes favoritos. Ahora encuentro a Segundo con la última obra que está leyendo para comprender mejor el mundo actual: Historia de las ideas políticas. “Leer estos libros de mis autores favoritos ha hecho que conozca a muchos héroes culturales”, me dice Segundo con satisfacción y remarca como un historiador: “No sabemos valorar nuestras riquezas culturales”.
No es fácil transitar los caminos que Segundo tuvo que recorrer para llegar a la cima de la profesión. Y a pesar de eso, sigue siendo un hombre de incansable empeño, porque como bien dice, todavía tiene mucho trabajo por hacer, por lo mismo es un militante de la vida, con una ejemplar historia de superación. Su discurrir por la vida hasta nuestros días ha generado acciones, procesos y resultados exitosos.
Termino esta semblanza con una frase del genial escritor argentino Jorge Luis Borges: “Uno debe vivir con firmeza y no traicionarse a sí mismo”.
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Nació en Ayacucho. Bibliotecólogo de profesión con más de cuarenta años de experiencia. Narrador de cuentos, autor-editor de cinco obras de corte infantil-juvenil. Colabora en revistas y periódicos de Huaral. Gestor de los blogs: Bibliotecologia & Literatura, Crónicas de Pauza y Huaral Huaralín. Trabaja en la biblioteca del SENATI. Contacto: fpebe9@yahoo.com
Saludos Fernando. ? Gracias por los inmerecidos elogios, solo porque aparte de ser colegas somos amigos?, lo del bicentenario se entiende porque aún estamos vivos y trabajando?. Te felicito por la columna algo se tiene que hablar de los bibliotecarios, y si no lo hacemos nosotros no sé quién. Creo que hay colegas que merecen elogios, son Iconos de nuestra Profesión, y que casi están olvidados, se merecen elogios no por los títulos o cargos si no por sus acciones. Espero que los tomes en cuenta en tus próximas aportaciones: Carmen Checa de Silva, Antonieta Ballón Delgado, Augusto Isla Guerrero, Carlos Puntriano Figari, María Bonilla de Gaviria y algunos otros más.
Escribe en Santos Fabian Tumbajulca Quispe
Gracias por la recomendación Soto, esta en mi agenda necesito más información sobre los personajes.