
Una editorial afirma que no es necesario leer cuentos a los bebés menores de un año y que lo principal a esad edad es el movimiento libre, cantarles y la presencia de sus padres o cuidadores. ¿Qué dice la literatura?
Escribe: César Chumbiauca Sánchez
Foto principal: Reading before bedtime, Librarian Avenger en Flickr, CC BY 2.0.
«No leas cuentos infantiles a tu bebé de menos de un año». Así rotula ING Ediciones uno de sus videos en su cuenta de TikTok.
—Marta, ¿qué le tengo que leer a mi bebé de tres meses? —pregunta un hombre en el video.
—Nada —responde Marta—. Los niños en su primer año de vida no necesitan ni cuentos ni juguetes musicales ultra estimulantes.
—Pero si muchas editoriales venden propuestas de cero a uno.
—Claro, pero que se vendan no quiere decir que sea bueno. A esa edad lo principal es nuestra presencia, que tengan movimiento libre y que les cantemos canciones con nuestra voz. Estos estímulos son los adecuados para su desarrollo sensorial.
Los videos de esta editorial suelen ser así, plantean cuestionamientos sobre la edición de libros infantiles, enfatizando la calidad y la profundidad frente al puro entretenimiento. Sin embargo, como vemos, el diálogo es controversial. ¿Es cierto lo que afirma Marta?
Libros en el primer año de vida
Según María Bautista, fundadora de la corporación Lectura Viva, está probado por diversas disciplinas científicas que, desde el vientre de la madre, los niños adquieren información del mundo exterior, siendo receptivos a los sonidos del lenguaje. Esa recepción estimula su actividad cerebral.
Ya al nacer, un bebé aún no puede ver y mucho menos entender algo de lo que le decimos, pero escucha. Alma Carrasco, fundadora del Consejo Puebla de Lectura AC, afirma que cualquiera puede reconocer que en sus tres primeros meses de vida, cuando los bebés escuchan algo, de pronto se detienen. Es verdad que aún es muy pequeño, que apenas está aprendiendo a regular procesos biológicos básicos, pero cumplidos esos meses comienza a mirar si alguien le habla o le lee.

Evelio Cabrejo Parra, psicoanalista colombiano, sostiene que lo primero que un bebé lee es el rostro de su madre, el cual «no es simplemente algo con una boca, una nariz y dos ojos, sino un “libro” que permanentemente envía informaciones que el bebé maneja a cada instante, así no nos demos cuenta».
Alma Carrasco nos cuenta qué continúa: «Después del tercer mes el niño pequeño sostiene y manipula objetos en las manos, que pueden ser libros. Cuando logra desplazarse con autonomía, hacia el último tercio de su primer año, el niño se dirige a los libros y los usa. Si está familiarizado con sus usos, los mira, pasa las páginas de forma no convencional».
Por su parte, el portal Nemours KidsHealth separa en dos etapas la edad de los bebés menores de un año con relación a los libros. De 4 a 6 meses, los bebés empiezan a mostrar interés por el libro, lo agarran, lo chupan, lo muerden y lo dejan caer. Por eso se recomienda que para ellos los libros sean de plástico o de tela, con imágenes de colores vivos y con contenidos que le sean familiar, además de textos repetitivos y que rimen.
En el caso de los bebés de 6 a 12 meses comprenden poco a poco que los dibujos representan objetos, mostrando interés por algunos dibujos, páginas o incluso historias. Mientras se le lee, responde agarrando el libro o emitiendo sonidos. Cumplidos los 12 meses, será capaz de pasar página con algo de ayuda, acariciará o señalará objetos y repetirá los sonidos que se le vayan diciendo.
En ese sentido, leer y acercar los libros a un bebé de hasta un año sí tendría al menos el efecto de familiarizarlo con el objeto y las imágenes. En lo que no cabe duda en lo dicho por Marta es que la presencia de sus padres o cuidadores aporta mucho cuando le cantan, pues eso ayuda a su desarrollo sensorial, como afirma María Bautista: «Si el niño escucha tempranamente narraciones, juegos rítmicos y poesías, su oído se prepara, a través del placer de ese juego sonoro, como futuro lector de literatura y amplía sus habilidades comunicativas; se prepara como futuro lector consciente y poseedor de mayores y diversas posibilidades expresivas proporcionadas por el lenguaje y sus alcances».
Esa adquisición del lenguaje, por lo tanto, dependerá mucho de cuánto se lo facilite su entorno. La psicóloga Carola Martínez remarca: «Es importante destacar que durante los primeros meses de vida los niños necesitan como material primordial para comprender el mundo el contacto con otras personas. Es a través de la permanente interacción con esos otros significativos como el bebé va a adquirir el lenguaje y, con ello, la posibilidad de decodificar su entorno».
¿Cuándo empezar con los cuentos?
—¿Entonces cuando tengo que empezar con los cuentos? —pregunta el hombre en el video.
—Pues a partir del año o año y medio. Hasta ese momento los niños no suelen tener momentos naturales de quietud y observación.
—¿Y eso qué más da?
—Pues que los cuentos requieren estar en el mundo de las dos dimensiones y esto supone cierta abstracción y tener que fijar la mirada. Por eso hasta que no desarrollen esta quietud los cuentos no son un buen acompañante.
El psicólogo especializado en psicopedagogía, Oscar Castillero Mimenza, indica que el tiempo aproximado de concentración de un niño de hasta un año está entre 3 a 5 minutos. Puede variar un poco, pero es lo general.
Comprender un cuento a esa edad, por lo tanto, es muy difícil, incluso entender las imágenes. Nemours KidsHealth explica: «Es posible que los bebés más pequeños no entiendan qué significan las imágenes de un libro, pero se pueden concentrar en ellas, sobre todo en las caras, los colores vivos y los patrones. Leyéndole o cantándole canciones de cuna a su bebé, lo podrá entretener o tranquilizar».
Durante el segundo año de vida el pequeño tendrá una concentración que oscilará entre los 4 y 8 minutos, incluso hasta los 10. De este modo, pasando un año los niños ya pueden fijar la mirada más tiempo, lo que les permite desarrollar cierta abstracción, tal y como sostiene Marta.
Si el niño ya se familiarizó con el libro durante el primer año, vinculando además el libro con momentos agradables a lado de sus padres, entonces es posible que ahora él mismo lleve los libros a sus padres para que le lean. Alma Carrasco señala: «Al desplazarse con autonomía y salir a conocer el mundo, los niños descubren a otros bebés y generalmente imitan el comportamiento de sus adultos lectores para también leerles a ellos».
¿Cómo empezar a introducir a un niño a la lectura?
—¿Y cómo empiezo a introducirlo a la lectura? —pregunta por última vez el hombre.
—Más que la lectura lo importante son las buenas imágenes —dice Marta—. Las ilustraciones tienen que ser armónicas, realistas y si puede ser pintadas a mano, y poco a poco ir ofreciendo cuentos a la hora de dormir, en ratos en el sofá o durante pausas en un paseo en la naturaleza. Los cuentos no solo son entretenimiento, sino una herramienta esencial en el desarrollo de la infancia.
En efecto, las buenas imágenes son esenciales. El caso del libro sin palabras Chigüiro y el lápiz de Ivar Da Coll es un buen ejemplo. Esta historia muestra a un chigüiro o capibara que se encuentra un lápiz en el camino. Con él, Chigüiro dibuja en el espacio en blanco las actividades que realizará en su día, avanzando en el mismo sentido en que se pasan las páginas: de derecha a izquierda.
Según Yolanda Reyes, una de las voces más autorizadas en lectura en la primera infancia, dicho libro es maravilloso por varias razones, una de ellas es porque sin usar palabras tiene el poder de introducir al niño en la forma en que, en general, leemos: «Aquí están los ancestros de ese movimiento simbólico y de ubicar el tiempo en el espacio que es en el fondo la lectura alfabética».
La armonía de las imágenes, el realismo y que hayan sido pintadas a mano, como dice Marta, son recomendaciones en las que los especialistas están de acuerdo.
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Fuentes
Bautista Cote, María Graciela, «La literatura infantil: un espacio para la construcción de sentido». En Bebés lectores. ¿Cómo leen los que aún no leen?, editado por José Diego González M., 14-17. Bogotá: Cerlalc, 2017.
Cabrejo Parra, Evelio, «La lectura comienza antes de los textos escritos», Nuevas hojas de lectura, núm. 3 (2003): 12-19.
Carrasco Altamirano, Alma, «¿Iniciativas adultas o infantiles? Reflexiones y pistas para seguir leyendo con los bebés». En Bebés lectores. ¿Cómo leen los que aún no leen?, editado por José Diego González M., 28-36. Bogotá: Cerlalc, 2017.
Castillero Mimenza, Oscar, «El tiempo máximo de concentración de los niños según su edad», Psicología y Mente, 26 de mayo de 2017.
Martínez, Carola, «¿Bebés, niños pequeños y dispositivos digitales». En Bebés lectores. ¿Cómo leen los que aún no leen?, editado por José Diego González M., 18-27. Bogotá: Cerlalc, 2017.
Nemours Children’s Health, «Leer libros a los bebés», Nemours KidsHealth, agosto de 2023.
Reyes, Yolanda, «El tiempo irrepetible de la primera infancia», Biblioteca Digital MakeMake (Canal de YouTube), 18 de febrero de 2021.
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Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Áreas de interés: periodismo científico, repositorios institucionales e industria editorial. Contacto: cesar_023@hotmail.com
Querido César, me encanto el artículo. Te puedo dejar una tarea?, ya se acerca la FILLIMA2025, seria un ejercicio interesante una guía de donde encontrar libros para infantes. Un saludo afectuoso.
¡Muchas gracias, Diana! Estoy tomando nota.