Antes de la pandemia, solo 5 de 44 bibliotecas municipales abrían los domingos, según el Registro Nacional de Bibliotecas. Debido a la pandemia, el horario de atención se redujo aún más.
¿No es lógico que las bibliotecas públicas abran también los domingos? Por supuesto, ahora que estamos en pandemia y que el personal en algunos casos se ha reducido —lo que ha obligado a las bibliotecas a no abrir incluso los sábados—, puede ser una posibilidad para más adelante.
De acuerdo al Registro Nacional de Bibliotecas (RNB), en el caso de las bibliotecas municipales de la provincia de Lima, solo 5 de 44 funcionaban los domingos antes de la pandemia: Biblioteca Municipal Ramón Castilla (Chorrillos), Biblioteca Municipal César Vallejo (Cieneguilla), Biblioteca Municipal Juan Mejía Baca (San Miguel), Biblioteca “Augusto B. Leguía” (Surco), y la División de Biblioteca y Archivo Histórico de la Municipalidad de Lima, aunque la información no es del todo fidedigna porque en el caso de la Biblioteca de la Municipalidad de Lima, antes de la pandemia atendía solamente hasta los sábados.
Asimismo, en el distrito de Lince, la Biblioteca Municipal Javier Prado funcionaba de lunes a viernes hasta las 20:00 y los sábados hasta la 13:00 horas. Por pandemia la atención se acortó a solo de lunes a viernes hasta las 16:00 horas. Cabe mencionar que el distrito también tiene el Parque Biblioteca Infantil en el parque Castilla que, según el RNB, tiene horario de sábado de 08:30 a 17:00.
Siendo el RNB una fuente de consulta oficial, es una sugerencia que la Dirección de Desarrollo de Políticas Bibliotecarias de la BNP, que administra el registro a través del portal del Sistema Nacional de Bibliotecas, solicite a las entidades que actualicen los horarios modificados por pandemia.
Nada por aquí… nada por allá.
Volviendo a nuestro punto inicial, ¿cómo es que cuando todo andaba normal las bibliotecas municipales estuvieran atendiendo en su mayoría de lunes a viernes? Incluso las que atienden los sábados hasta las 13:00 horas aplican un horario parecido a la de las bibliotecas universitarias, cuando más bien son los sábados y los domingos los días en que los padres disponen de tiempo para llevar a sus hijos a conocer los libros y escuchar a los cuentacuentos. A modo de paréntesis, existe una anécdota que la bibliotecóloga Doris Samanez cuenta en esta revista, según la cual su vocación quedó marcada cuando de niña su padre la llevó a ella y a sus cinco hermanos a la Biblioteca Municipal de Miraflores. Ese fue un gesto que la bibliotecaria de entonces, María Bonilla, aplaudió con emoción. Hoy en día un niño no sabe qué es una biblioteca porque sus padres, no teniendo muchas opciones, optan por llevarlo a pasear a un centro comercial o al supermercado.
¿Cuán útil puede ser para los ciudadanos que la biblioteca se encuentre abierta en un horario en el que es difícil visitarla? Las bibliotecas tienen fama de ser poco visitadas, y el horario de atención seguramente sea una de las razones. Si pasa por ellas de lunes a viernes las encontrará con pocos lectores, y si están repletas es porque es el único espacio que los estudiantes preuniversitarios encuentran para prepararse. Por cierto, que hasta ahora nadie se ha preguntado por qué las bibliotecas escolares no se suman para brindar espacios a los preuniversitarios. Bastaría un simple trámite para que alguien que ha terminado el colegio pueda retornar a la biblioteca escolar y encontrar material para estudiar. De hecho, en la Gran Biblioteca Pública de Lima (GBPL), la colección preuniversitaria se encuentra en la Sala Escolar, pero vaya a ver también cómo se repleta la Sala de Lectura en el sótano con estos usuarios.
Cuando fui practicante en la Sala Escolar entre los años 2010 y 2011, recuerdo que los sábados bullían los usuarios en la GBPL. Era una fiesta en que los padres llevaban a sus hijos a conocer un lugar impresionante, abrían los libros ilustrados sobre dinosaurios o planetas, gozaban de las historias de los cuentacuentos, los talleres que se hacían en el auditorio estaban repletos y los turistas recorrían los espacios de aquí para allá. En nuestra sala nos faltaban manos para atender a tanta cantidad de gente, incluso madres humildes llegaban con sus hijos para ayudarlos a resolver sus tareas. Seguramente por eso la BNP anunció en el 2019 que la GBPL abría sus puertas también los domingos hasta las 17:00 horas.
Si las bibliotecas municipales funcionaran sábados y domingos, con un horario que vaya al menos hasta la tarde, la posibilidad de llegar a los lectores de todas las categorías sería mayor. Incluso la visita a una biblioteca podría ser familiar, pues los padres podrían llevar a sus hijos a conocer al fin ese lugar maravilloso lleno de libros y con servicios de otro tipo, donde se pueden reunir también los adultos en clubes o talleres. ¿No es eso lo que pretenden los proyectos de parques biblioteca? En Medellín, Colombia, es natural que los parques biblioteca funcionen de lunes a sábado hasta las 8 de la noche y los domingos hasta las 5 de la tarde.
Lo que intentamos decir es que la biblioteca entre a competir como opción cultural por el tiempo libre de las personas capturado por los centros comerciales. Una biblioteca cerrada cuando las personas tienen más opciones de visitarla es una biblioteca invisible.
Institución para el buen ocio
La lectura tiene tres fines: un fin informativo, uno formativo y otro de entretenimiento. Sin embargo, desde hace décadas, los primeros fines (fin informativo y formativo) ya no se busca solo en los libros, lo que afecta a las bibliotecas públicas, que es el tipo de unidad de información más próxima a las masas. Como diría Armando Petrucci hace más de treinta años: “En general, se puede afirmar con seguridad que hoy día en todo el mundo el papel de información y formación de las masas, que durante algunos siglos fue propio de la producción editorial, y, por tanto, ‘para leer’, ha pasado a los medios audiovisuales, es decir, a los medios para escuchar y ver, como su propio nombre lo indica”.[1]
En ese sentido, la biblioteca pública puede explotar todavía el rol de sano entretenimiento que brinda la lectura, donde leer sea un placer y un primer paso para familiarizarse con los libros. Por supuesto, no hay que tomar al pie de la letra que las bibliotecas públicas son lugares para entretenerse únicamente, porque cualquier tipo de biblioteca tiene el deber, a través del libro, de fomentar ciudadanos formados e informados. El placer de la lectura también se encuentra en aprender y saber. “Todos los hombres, por naturaleza, desean saber”, decía Aristóteles, y si el libro está cerca del usuario, es muy probable que lo lea, de hecho, el servicio del Bibliometro de Lima ha sido un éxito en ese aspecto porque acerca el libro ahí donde el ciudadano está.
En países con buenos índices de lectores nadie se cuestiona por el horario de las bibliotecas los fines de semana. Estos funcionan como los hospitales o el transporte público, es decir, no se concibe que no funcionen los días de más tiempo libre, incluso en su historia la biblioteca pública fue en parte un triunfo de la clase obrera que luchó por reducir las horas de trabajo para poder disfrutar de los mismos privilegios que la burguesía. Según el investigador de bibliotecas públicas, Alfredo Gonzales, en Texas, Estados Unidos, las bibliotecas funcionan los domingos y se pueden devolver los libros en cualquier momento a través de una ranura en la pared de la biblioteca.
Consideraciones a tener en cuenta
Para que las bibliotecas públicas funcionen los sábados y los domingos se necesita personal calificado. Un artículo publicado por Nicolás Robinson García en España en el 2009, curiosamente reveló que quienes precisamente se oponían a que las bibliotecas funcionen los fines de semana eran los mismos bibliotecarios, pero daban razones referentes a sus derechos laborales y afirmaban que si las bibliotecas se abrían iban a seguir llenándose con estudiantes que se preparaban para exámenes.
Esa no es justificación para decidir tener la biblioteca cerrada los fines de semana. De todos modos, el principal problema para abrir sábados y domingos puede venir por asegurar primero estrategias de rotación de personal sin afectar sus derechos o reprogramando los días de atención siguiendo más bien el patrón de horarios de los museos y no el de las bibliotecas universitarias. Por ejemplo, la Casa de la Literatura Peruana no funciona los lunes, pero sí los domingos. Habrá que ser creativos para eso y puede ser considerado en los próximos planes del libro y la lectura de las municipalidades que ya vino aplicando el Ministerio de Cultura en el periodo 2016-2021.
¿Cuánto puede mover una biblioteca durante un fin de semana? Eso le da color al distrito, invita a salir de casa, es un espacio democrático, abierto y seguro, tan necesario sobre todo en aquellos distritos donde la gente tiene menos posibilidad de contar con espacios culturales. La biblioteca puede brindarle eso y más. Desde luego, no es suficiente que operen sábados y domingos. Se necesita personal, colecciones atractivas y presupuestos para talleres y eventos. Y empezar con un letrero grande en un lugar visible, que también hay bibliotecas que existen sin que nadie se dé cuenta de que están ahí porque el letrero verde que indica el número de una calle es más grande que el de la biblioteca.
Además de pocas bibliotecas, que estas funcionen cuando no las podemos visitar es poco inteligente. Lo mejor antes que nada será recoger las experiencias de las bibliotecas que sí han venido funcionando los fines de semana y crear pilotos para observar la demanda. ¿Quién se anima a hacerlo?
❧ ☙
[1] Petrucci, A. (2011). Leer por leer: un porvenir de la lectura. En G. Cavallo y R. Chartier (Eds.), Historia de la lectura en el mundo occidental. (pp. 425-451). Taurus.
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Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Contacto: cesar_023@hotmail.com