
Por su peculiar corte de pelo, sus tatuajes en los brazos y su seguridad al hablar, sabemos que estamos frente a un joven con personalidad, cuestionador, que no regala aplausos con facilidad. Esa actitud es clave para alguien que se dedica a la formación de usuarios, pues tal vez lo que se busca con eso, al fin de cuentas, es enseñar a las personas a discernir críticamente cuando reciben y recuperan información.
Nos encontramos con Christopher en el parque universitario de la casona de San Marcos, recinto histórico de su alma mater. Nuestro invitado no solo respondió con inteligencia y precisión nuestras preguntas, sino que resistió con buen humor el sol ardiente que se puso sobre nuestras cabezas cuando empezamos a grabar. Perdónanos, Christopher.