
Después de haber dado algunas indicaciones sobre la situación del libro en el Perú, el autor presenta la de la Biblioteca Nacional del Perú y de las bibliotecas públicas, y se interesa en dos grandes bibliotecas universitarias que corresponden a dos modelos de universidades muy diferentes. El autor aborda finalmente la cuestión de los bibliotecarios peruanos, de su imagen y de su formación.
El primer párrafo corresponde al extracto del ensayo de David-Jonathan Benrubi[1], denominado Una mirada sobre el libro y las bibliotecas en el Perú, publicado originalmente en Evaluation et prospective, tercer número del año 2008 del Bulletin des bibliothèques de France. Ese mismo año se difundió una versión en español elaborada por la bibliotecóloga y catedrática Nelly MacKee de Maurial, traducción 99% fiel al original. En 2007, Benrubi, archivero y paleógrafo egresado de la École nationale supérieure des sciences de l’information et des bibliothèques ubicada en Lyon, Francia, llegó al Perú para realizar una pasantía en el Fondo Reservado de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Su ensayo tiene la virtud de dar una mirada franca y descarnada a la languideciente situación de nuestras bibliotecas, así como al estado de la industria editorial. Todo ello en quince páginas y media más tres de notas del autor. Tras culminar su primer párrafo y describir en él la complicada situación del país, agravada por el terremoto de 2007, dice: “En este cuadro, sin duda demasiado breve, demasiado pesimista, y evidentemente subjetivo, ¿cuál es el lugar de las bibliotecas?”. Y continúa: “Esta pregunta, que proporciona el marco de este artículo, requiere una nota introductoria sobre la información disponible para poder responderla”. La poca información disponible no es confiable, y en una frase raya la cancha y causa roncha: “Es por ello que este artículo no pretende sustituir una investigación estrictamente académica que todavía es irrealizable en el Perú”. Esa es una verdad de Perogrullo. Esa investigación seria, amplia y totalizadora, es aún una tarea pendiente, especialmente en el mustio panorama de las bibliotecas públicas municipales, y el de las bibliotecas de las escuelas públicas a cargo del Ministerio de Educación, ente que de por sí debiera ocupar a cientos de bibliotecólogos, pero no lo hace, como si deliberadamente se buscara mantener a los educandos y a los docentes apartados del acceso al conocimiento, palabra con la cual se han llenado la boca desde hace un cuarto de siglo nuestros más grandes políticos y especialistas del rubro.

Benrubi comenta la por entonces aún novedosa Ley N.º 28086, Ley de democratización del Libro y de fomento de la lectura, que tan pocos frutos ha logrado para los lectores potenciales. Se ocupa también de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), pues llegó a conocer sus dos locales y sus 6 anexos. Menciona su rol inicial de biblioteca pública y a la vez nacional, que la ha marcado y que, en cierto modo, limita el alcance patrimonial que debiera tener. Tras referirse también al Sistema Nacional de Bibliotecas, a cargo de la BNP, menciona la escasa información disponible y cree ver un avance prometedor, que, a la luz del primer año de la tercera década del siglo XXI, me parece haber quedado trunco. Sin embargo, tras la turbulencia política y veinte meses de pandemia, es notorio que la rueda empieza a girar de nuevo y no debemos permitir que se detenga. El manifiesto de la Unesco en favor de la biblioteca pública es todavía letra muerta en el Perú.
Tras tocar el tema de las bajas remuneraciones, y una sucinta reseña de la lectura pública, visita las bibliotecas del Cusco, Arequipa, Lima y Miraflores, entre otras, incluso las comunitarias. En el rubro académico, dedica dos páginas a las bibliotecas de la UNMSM, y una a las bibliotecas de la PUCP, cuyo funcionamiento es obviamente muy superior. Al ocuparse de los bibliotecarios, principalmente sus contemporáneos de la escuela sanmarquina, reconoce que, pasado el contexto de violencia política, se investiga poco y precisa que el nivel teórico es con frecuencia débil, influyendo en el escaso avance de la entidad.

Por último, al ocuparse de la formación profesional y las especialidades, tras citar a la investigadora mexicana Elsa Ramírez, añade: “Agreguemos que las tablas comparativas que presenta la autora sitúan sistemáticamente al Perú al final de los países latinoamericanos”. Al reseñar que percibe algunas mejoras en el entorno más privilegiado del país, da en el blanco con una frase que, trece años después, encuentro rigurosamente cierta: “La transformación de la BNP, la cristalización del SNB, el mayor desarrollo de las bibliotecas de las universidades públicas, y la mejora del acceso a los libros en áreas marginales, todavía pertenecen al futuro”. Y culmina cartesianamente con una frase dolorosamente vigente: “¿Serán posibles (esas mejoras) sin el surgimiento cabal de un Estado peruano? Mientras tanto, el bibliotecario solo puede constatar las flagrantes desigualdades en el acceso a la información”.
Exactamente de revertir esa situación es de lo que se trata. En el Perú de hoy, si usted pregunta o habla de bibliotecas, nueve de cada diez adultos le dirá que ellas “ya no son necesarias pues todo está en Internet”. ¿Quién tiene la culpa de esta triste opinión, para que incluso maestros formadores de maestros la compartan? No es otro que el Estado peruano, pues no siempre fue así. Un país que desea progresar, no puede prescindir de las bibliotecas pues ellas son la democratización del acceso al conocimiento, la información y las leyes, además de resultar indispensables para formar un pensamiento crítico y para cerrar la brecha digital.
❧ ☙
[1] David-Jonathan Benrubi es actualmente director de la Médiathèque de Cambrai, Cerca de Lille; tras pasar un año en Lima, asume la dirección del Laboratorio Cultural de Cambrai y lo define como la “integración de las Tecnologías de la Información y de la lectura pública, entre otros, en un mismo equipo”.
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Ingeniero e investigador independiente del tema bibliotecario en el Perú. Contacto: alfredogonzalesb@aol.com
- Este autor no ha escrito más artículos.
Sólo para precisar que a partir del 1 de julio de 2021, tras ganar un riguroso concurso, Benrubi se traslada del norte de Francia al sur, para asumir la jefatura de la Red de Bibliotecas y Mediatecas de Montpellier, ciudad del Mediterráneo que cuenta con quince de ellas.