Hemos conversado con Joaquín Yrivarren, ganador del primer premio en el Concurso Latinoamericano de Ensayo sobre Acceso Abierto 2020, categoría «El acceso abierto a la información en las universidades», organizado por la Unesco, Redalyc, Clacso y AmeliCA. Joaquín Yrivarren es sociólogo por la UNMSM con estudios en Europa y un par de libros publicados. Actualmente es doctorando por la Universidad Autónoma de Barcelona y realiza una investigación en una empresa italiana dedicada a la automatización de procesos de laboratorios de microbiología.
Debido a su perfil de investigador en el campo de la ciencia y la tecnología, fue convocado en el 2014 por el Concytec, que, en aquel entonces, liderado por Walter Curioso en la Dirección de Evaluación y Gestión del Conocimiento, tenía la necesidad de saber qué iba a pasar cuando la ley que creaba el repositorio nacional Alicia se aplicara. La tarea de Joaquín fue, por lo tanto, realizar alrededor de sesenta entrevistas en diecinueve casos para sondear el contexto sociotécnico de los repositorios y el acceso abierto en el Perú.
De aquel estudio, Joaquín extrajo una conclusión que invierte la narrativa de que el acceso abierto en el Perú comenzó con la publicación de la ley del repositorio nacional, aunque reconoce el papel integrador que tuvo el Concytec: «A mí me parece que el trabajo que hicieron allí, incluso desde el ángulo más político —hacer la ley— fue un logro. Puedes criticarle todo lo que quieras al Estado peruano, un montón de cosas al Concytec, pero eso que hicieron es un golazo».
Lo que Joaquín encontró en su trabajo de campo es que «el acceso abierto no nacía con un marco normativo previo ni tampoco con un conocimiento técnico-informático sólido”. Se trataba de informáticos que conocían sobre interoperabilidad y bibliotecólogos con interés en la informática que venían aplicando Cybertesis, una o dos personas mil oficios que, poco a poco, iban aprendiendo la técnica e involucrando a colegas de la biblioteca, gente del área de informática y del vicerrectorado al interior de algunas universidades públicas y privadas, así como de institutos públicos de investigación.
Dice Joaquín: «Eso es lo que encontré: mucha construcción de abajo hacia arriba, un aprendizaje sobre la marcha guiado por el ingenio y por las ganas de que el conocimiento no quedara perdido más que por una normativa que viniera desde arriba, aún cuando la ley ya había sido publicada, aunque el reglamento no se afinó hasta mucho después. Entonces ya tenías un Alicia funcionando en el 2014 con pocas tesis. A comienzos del 2014 Concytec saca unas directrices alineadas con las de La Referencia y la Driver 2.0 y se inicia un proceso de migración de Cybertesis a DSpace».
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Así que todo fue una iniciativa que partió desde abajo y fue adquiriendo el apoyo de autoridades y de personas vinculadas al entorno bibliotecario e informático. ¿Qué resistencias encontraron?
Bueno, la primera resistencia y la peor de todas es la indiferencia, es decir, que no sepas de qué te están hablando cuando se trata de acceso abierto. Si alguien dentro de una universidad o un instituto tiene que tomar decisiones sobre algo que no conoce, no las toma. Esa era la situación de mucha gente con la que yo conversé. Una parte de mi trabajo fue hacer entrevistas, que fueron muchísimas; y otra parte fue documental. Me descargué todas las actas del Congreso acerca del debate sobre Alicia: proyectos, predictamen, dictamen, actas de las sesiones plenarias y la ley aprobada; el reglamento me lo compartió la gente del Concytec. ¿Y qué encontré ahí? Quién impulsa la ley. Puede ser contraintuitivo, pero fue la bancada fujimorista.
¿La bancada fujimorista?
Claro, uno no se lo espera. A los amigos que yo les cuento esta historia no creen cómo puede ser que una iniciativa tan progre salga de una bancada tan conservadora y reaccionaria. Alguien debería estudiar quién ha dominado desde el año 2006 la Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología del Congreso. No tengo el dato justo, pero me huele que ha sido siempre la bancada fujimorista que ha tenido un interés constante sobre esa comisión. No sé cómo estarán las cosas durante los últimos años. El caso es que les llegó una propuesta de ley, presentada en diciembre de 2011, me parece, que intuyo que más o menos está replicada a partir de lo que en San Marcos quisieron hacer con Amauta. No sé si te suena.
Claro, lo conocí.
Era ese repositorio asociado con la Red Peruana de Tesis Digitales, pero todavía con la lógica de un repositorio que centraliza todo y es un almacén de documentos, no de metadatos.
No interoperable.
No en el sentido de una red federada donde fluyen metadatos, sino como un almacén. Incluso las primeras versiones que sacó Concytec —me acuerdo de una conversación que tuve con un técnico— apuntaron a ello: que Alicia, antes de que se llamara así, fuera un almacén. Pero bueno, durante todo su desarrollo el proyecto de ley fue modificando la definición de acceso abierto, de repositorio… Por ejemplo, para acceso abierto hubo una negociación muy grande con algunos grupos que participaron en el debate en comisión y en el plenario, discutiendo sobre si acceso abierto incluye confidencialidad de la información y quién la aprueba, o si el acceso abierto aplica a todas las instituciones del ámbito de la ley, es decir, instituciones privadas. Se negociaron cosas. Lo mismo pasa con la definición sobre qué es un repositorio y el registro de la información. En lugar de subir archivos a Alicia, lo que se hace es compartir metadatos, por lo tanto, son los repositorios institucionales los que son almacenes. Al punto que quiero llegar para responder a tu pregunta sobre la resistencia es con quién hablan. Están hablando con un grupo de gente que participó en Cybertesis y en el OJS de la Cayetano (UPCH), están hablando con el Ministerio de Economía y Finanzas, con Indecopi y con la Confiep (Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas).
¿Con la Confiep?
Naturalmente, porque es ciencia, tecnología e innovación. Ciencia por libros, tesis, papers, etcétera; tecnología porque ve prototipos, patentes…; e innovación porque estamos hablando del sector privado, es decir, productos y servicios. Los interlocutores que pusieron más peros fueron estas tres últimas instituciones y en particular la Confiep, que calificó el acceso abierto como una puerta abierta peligrosa para el derecho de propiedad intelectual, incluso negoció con la comisión que el ámbito de aplicación de la ley se redujera, mejor dicho, que incluyera la voluntariedad entre persona natural y jurídica para aceptar ser parte del repositorio —que no existía en el proyecto original— y hubo un debate muy importante acerca de la confidencialidad y quién debía gestionarlo.
«Quién impulsa la ley. Puede ser contraintuitivo, pero fue la bancada fujimorista.»
En un artículo que publicaste en el 2019 en la revista Nombres del Reniec, hay una mirada humana sobre los repositorios donde rescatas incluso el trabajo de los bibliotecarios que está a veces invisibilizado, y de eso quería conversar empezando por el tema de la interoperabilidad. Hay un pasaje en el que mencionas: “La interoperabilidad hereda los dilemas de la Torre de Babel: la heterogeneidad de significados y la dispersión del compromiso”. Tiene un tono filosófico fuerte que relaciono con otro término que mencionas a partir de la sociología, la “cooperación compleja”. ¿Podrías comentar cómo afecta esto al desarrollo en conjunto de los repositorios?
La premisa aquí es que la interoperabilidad es un término usado entre gente que programa cosas. Esa interoperabilidad requiere de algunos protocolos que estandarice la comunicación. Para los ingenieros es habitual tener que lidiar con la diversidad de contextos institucionales donde un software viene aplicado, por ejemplo, el software de un repositorio académico. Tú y yo podemos instalarlo en nuestras máquinas. Ahora, que pueda crearse un puente donde se comuniquen es otra historia, porque yo lo instalo con una configuración particular y tú la instalas con la tuya, dependiendo de los datos que quieras resaltar o cómo quieras aparecer en las búsquedas de Google. Es como la Torre de Babel. La vas construyendo, pero la gente va cambiando de lenguaje y comprometiéndose de manera diferente con el objetivo. En lugar de ser un castigo divino, como cuenta el mito, es una realidad común de la gente que hace acceso abierto. Por eso decidieron crear protocolos para estandarizar la comunicación entre los repositorios. De ahí salen las famosas carpetas o sets de datos y el vocabulario base que requiere también un sistema clásico de manual de bibliotecología: Dublin Core. ¿Cómo se hace para cooperar en una situación donde es alta la heterogeneidad? Esa cooperación no es fácil.
Así es. No es fácil.
Yo me he tenido que mudar varias veces y mudarse solo es una pesadilla. ¿Qué haces? A cambio de unas cervezas y un almuerzo llamas a tus amigos. Para convencerles no necesitas mucho porque son tus patas, tienen experiencias previas, hablan el mismo lenguaje, se divierten con lo mismo. En sociología eso es una cooperación simple porque hay cercanía. La cooperación compleja es la que implica que dos personas o dos grupos que son diferentes por edad, sexo, clase, cultura y un sistema de valores, logren una acción conjunta. Por eso yo digo en ese texto que el protocolo de interoperabilidad OAI-PMH tiene una función sociológica orientada a hacer cooperar a instituciones que de suyo no cooperarían, y adicionalmente tiene la virtud —al menos se demostró en la práctica— de favorecer ese tipo de cooperación sin obligar a nadie a cambiar sus estructuras.
¿Sigue siendo cooperación cuando la forma en que hay que tener operativo los sistemas de interoperabilidad como el OAI-PMH o cumplir con ciertos metadatos viene a partir de una norma? ¿Seguimos hablando de cooperación o ya es algo preceptivo?
Ojo: la ley no obliga a acatar ningún metadato ni ningún estándar. Ahí sí habría un problema con la ley. Quien tiene la responsabilidad de gestionar repositorios —si las cosas no han cambiado— es el Concytec, y este saca directrices que varían porque están sujetas a consensos en el ámbito internacional. El problema no es la imposición de los estándares ni de los metadatos. Tiene que haber alguien que gestione, es inevitable, y bien hecho que sea el Concytec. El problema está cuando creemos que la historia de los repositorios comenzó el 2013. Mi ensayo que ganó este premio, si algo tiene que a mí me gusta, es que cuenta una historia que empezó el 2002 en San Marcos, las peripecias, los desafíos, los problemas que no pudieron resolverse, los convenios, los congresos que se realizaron en la PUCP en el 2011, las ganas de la gente de sacar un OJS…
Pero cuando llega Alicia, asociado a La Referencia y al marco tecnológico que supuso Driver, parece que la historia anterior desaparece y que toda la gestión haya sucedido siempre de arriba a abajo, por eso cuando escuchas hablar a los expertos en acceso abierto cuentan una historia que empieza cuando hay repositorio nacional. Está bien porque es un hito, pero lo que no está bien es estandarizar la historia y hacerla calzar en los parámetros que curiosamente van de arriba a abajo. Por el contrario, cuando te das cuenta de que es una continuidad donde todo partió del ingenio, te percatas de que si la ley se va a aplicar es porque hay contextos favorables, una red sociotécnica, es decir, un grupo de personas que poco a poco se va familiarizando con determinadas tecnologías de la información, la van convirtiendo en aliadas de sus intereses de apertura y luego van creando algunos pisos normativos que le permitan garantizar recursos como un equipo, porque necesitas un equipo para hacer materiales de acceso abierto, no lo hace un bibliotecólogo porque sí, no lo hace uno solo.
Exacto.
Y tampoco se trata de contratar al becario de turno para que esté escaneando tesis antiguas. Se requiere una suerte de equipo heterogéneo y un liderazgo. Hay que hablar de la gente que trabajó desde el 2002. Estoy pensado en Fernando Ardito, de la Universidad Peruana Cayetano Heredia; en Libio Huaroto, de San Marcos, muy conocido, ¡mi informante clave! Y otro profesor de San Marcos, muy amigo mío que estuvo dirigiendo la biblioteca… Gente que si mides por sueldo no gana lo mismo que un funcionario de alto nivel. Muchos de ellos tuvieron que formarse en acceso abierto asistiendo a congresos, conversando o en YouTube. Eso no hay que olvidarlo, pues, porque fue un aprendizaje que se dio sobre la marcha, y te garantizo, César, que debe estar sucediendo igual ahora. Yo apuesto por una forma de investigación que cuente la historia desde la gente que trabajó para solucionar un problema usando el ingenio y de pronto se dio cuenta de que estaba haciendo un bien público. En mi primera conversación con Libio, me acuerdo claramente, me dijo: “Mira, yo en el 2001 quería digitalizar revistas viejas sanmarquinas porque estaba harto de que se quedaran perdidas en la biblioteca”. Todo comenzó así. No había web 2.0.
Tuvimos la suerte de entrevistar a Libio Huaroto hace unos meses también y nos contó eso… Claro, es importante buscar el contexto sociotécnico que mencionas para que no se cree una brecha entre la norma y los que deben aplicarla, sino conversar. Es muy valioso.
Y quiero subrayar que esa no es mi opinión; es lo que salió en mis entrevistas. Defender el marco normativo per se es olvidar toda la genealogía de la norma. La gente ya gestiona acceso abierto mirando la ley como si las decisiones se tomaran desde ella. El repositorio de la PUCP es del 2009, si no me equivoco. Ellos fueron los primeros en diferenciar repositorio de tesis y repositorio institucional, diferencia clave porque la Católica tiene el Instituto Riva Agüero que tiene imágenes, fotografías, partituras… Y ellos querían hacer que todo el patrimonio de la universidad estuviera en acceso abierto. Como no había ley, la imaginación te permitía crear. Lo mismo pasó con Amauta, porque al principio solo había Cybertesis, cuyo nombre lo dice todo: tesis. Pero luego, cuando empezaron a enrolar universidades y se dieron cuenta de que estaba San Marcos, UNI, es decir, universidades viejas y con un montón de material que no se limita a tesis, comenzaron a decir: ¿Y qué tal si publicamos power points, informes técnicos…? Imaginación a tope. ¿Qué pasa hoy? La imaginación se redujo porque se cuenta la historia desde la ley.
Yo me quedo con eso último que mencionas. Esa mirada sociológica, digamos, parece incluso a como se entiende la economía cuando es liberal o regulada; pasa un poco con el ecosistema de los repositorios y el acceso abierto. Como te mencionaba, he encontrado en tu artículo fragmentos muy interesantes, como cuando te refieres a los repositorios como “cosas aburridas y mundanas”, y cito: “[…] el aburrimiento es en realidad un sentimiento que surge al haber sustraído de las cosas técnicas todo rastro de historicidad, pasión e incertidumbre. Es decir, tras haber divorciado lo técnico y lo humano”. También compartí con amigos un pasaje donde hablas sobre el trabajo invisible, donde mencionas que cuando un repositorio marcha bien nadie pregunta quién está detrás, pero cuando se estropea ahí uno se hace conocido.
Saqué ese concepto cuando visité los sótanos de la UNI, si no me equivoco, donde vi una chica de no más de 19 años del primer año de bibliotecología, con una mascarilla, un escáner, un computador que se le colgaba a cada rato y una pila de tesis sabe Dios de qué año, pero de comienzos del siglo XX seguro que eran. Le pregunté cuánto le pagaban, y ella me respondió: “Nada”.
No hay que olvidarse que si fue posible el acceso abierto es porque hubo alguien en un sótano escaneando documentos. Si invisibilizamos eso estamos haciendo una política de arriba a abajo que convierte los estándares que facilitarían la cooperación compleja en instrumentos de poder para el funcionario de turno que, seguramente, necesita entregar indicadores de éxito al final de su gestión. El acceso abierto no nació así, creo que no necesita ser contada así y hay que poner nombre y apellido a la gente que trabajó en eso.
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Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Contacto: cesar_023@hotmail.com
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César Antonio Chumbiaucahttps://www.revistaotlet.com/author/cchumbiauca/
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