Zygmunt Bauman. Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica. Año: 2000. ISBN: 9505575130
Uno de los pensadores de la realidad global en los albores del siglo XXI fue Zygmunt Bauman (1925-2017), el sociólogo polaco que alcanzó notoriedad intelectual durante los últimos años de su vida y que nos dejó un libro que tituló Modernidad líquida, cuyo eco aún nos alcanza.
Al escribir en términos de modernidad líquida, Bauman esbozó su visión de la posmodernidad al contraponer lo líquido a lo sólido, pues a lo largo del libro lo líquido será aquello que cambia constantemente, que fluye, que está siempre en movimiento y que se diluye.
Esto de lo líquido para Bauman se desprende de la idea de que la lógica consumista de usar y desechar se ha trasladado a varios campos de la vida humana como las relaciones amorosas o la permanencia en un lugar de trabajo, algo que Bauman ilustra afirmando que antaño una persona relativamente joven que era contratada por la Ford podía tener la certeza de que iba a jubilarse ahí. Hoy en día eso no es lo común, mudamos frecuentemente de empleo porque tenemos la idea de que siempre hay algo mejor.
El autor también resalta que en la modernidad líquida importan siempre más los fines que los medios para alcanzarlos, que estamos más ocupados en saber qué objetivos lograr que en ponernos a trabajar en ellos, como si cambiáramos de meta a cada momento. Señala: “La pregunta “¿qué puedo hacer” ha llegado a dominar la acción minimizando y desplazando la pregunta “¿cómo puedo hacer mejor lo que tengo que hacer de todos modos?” (p.67).
Un trasfondo importante es que Bauman considera que las distopías anunciadas por Aldous Huxley y George Orwell en sus clásicas novelas Un mundo feliz y 1984, respectivamente, tenían más cabida en décadas pasadas cuando el poder tenía el afán de controlar a las masas anestesiando el pensamiento crítico o por medios autoritarios con el fin de imponer su ideología.
Para el sociólogo polaco, hoy nos hemos emancipado de los grandes relatos, cada persona puede seguir o creer en lo que quiera, pero en este contexto liberal cada uno tiene que aprender a decidir qué hacer con lo que le toca, cada uno hace su propio camino; no obstante, el preocuparse por uno mismo ha fomentado también una sociedad individualista donde los ideales colectivos tienen menos peso, donde incluso la idea de ciudadanía está en desventaja:
«El individuo es el enemigo número uno del ciudadano, sugería De Tocqueville. El ‘ciudadano’ es una persona inclinada a procurar su propio bienestar a través del bienestar de su ciudad —mientras que el individuo tiende a la pasividad, el escepticismo y la desconfianza hacia la ‘causa común’, el ‘bien común’, la ‘sociedad buena’ o la ‘sociedad justa’—». (p. 41)
Publicidad
Por otro lado, Bauman considera que los asuntos de la vida privada han invadido la esfera pública, siendo los programas de chismes el espacio donde las personas que exponen su vida íntima ofrecen a los televidentes una especie de catarsis para hablar abiertamente de lo que debería resolverse en privado. Ese asunto de la vida privada se ha trasladado también al interés público. Hoy pocos se escandalizan si un político está involucrado en la muerte de decenas de personas por actos corruptos o autoritarios; no obstante, caerá sobre él todo el peso de la indignación de la opinión pública si se descubre que engaña a su mujer.
Ahora, lo que se percibe como “temas públicos” son los problemas privados de las de las figuras públicas. La pregunta tradicional de la política democrática — ‘¿Hasta qué punto es benéfico o nocivo el modo en que las figuras públicas ejercen sus deberes públicos con respecto al bienestar de sus súbditos/electores?’— ha caído por la borda llevándose con ella el interés público por la buena sociedad, la justicia pública o la responsabilidad colectiva por el bienestar individual”. (p. 76)
Y así el individualismo hace también que las mismas personas sean responsables de sus propias frustraciones. Si alguien no obtiene un empleo o gana poco, creerá que es así porque no se ha esforzado lo suficiente, y que el éxito solo depende de él, sin pensar siquiera que las condiciones estructurales también juegan un papel importante. En el Perú, por ejemplo, esto se nota en la difundida frase: «El pobre es pobre porque quiere». Al respecto, Bauman ya había advertido: “Como resultado, la nuestra es una versión privatizada de la modernidad, en la que el peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen primordialmente sobre los hombros del individuo” (p. 13).
⎚
NOVEDADES BIBLIOGRÁFICAS
Artículos relacionados
Licenciado en Bibliotecología por la UNMSM. Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Salud por la Universidad Carlos III de Madrid. Contacto: cesar_023@hotmail.com
-
César Antonio Chumbiaucahttps://www.revistaotlet.com/author/cchumbiauca/
-
César Antonio Chumbiaucahttps://www.revistaotlet.com/author/cchumbiauca/
-
César Antonio Chumbiaucahttps://www.revistaotlet.com/author/cchumbiauca/
-
César Antonio Chumbiaucahttps://www.revistaotlet.com/author/cchumbiauca/