La medicina basada en evidencia recurre a la información clínica producto de hallazgos en investigaciones externas. Puesto que se trata de información, el papel del bibliotecario médico resulta esencial.
Aunque menos comentado, el avance de la ciencia y la tecnología ha acarreado también la desestimación y la obsolescencia de muchas funciones que antes se consideraron sustanciales o de primer orden. Pero del lado positivo, otras han emergido con fuerza. Es el caso del bibliotecario médico que en sí mismo conjuga el ámbito de la tecnología referida a la información con el avance del conocimiento de la salud humana. Por tal motivo, actualmente, ya no es, ya no puede ser, un mero espectador de los entresijos del servicio médico, sino que asume el rol de ente activo en el proceso de búsqueda, evaluación y uso de la evidencia informativa mediante diversas herramientas como el análisis crítico y la gestión de contenidos.
Medicina basada en evidencia
Aunque el quehacer médico, en su forma más rudimentaria, ha acompañado al hombre desde, prácticamente, sus orígenes, no fue sino hasta épocas muy recientes que alcanzó el prestigio y la rigurosidad de la ciencia que hoy le reconocemos. Por lo que, como un eslabón más para su formalismo, emergió en décadas recientes lo que actualmente se conoce como la ‘medicina basada en la evidencia’. Uno de sus pioneros, David L. Sackett, la define como el paradigma que busca integrar la experiencia clínica individual con la mejor evidencia clínica externa disponible producto de la investigación sistemática. (Sackett et al., 1998).
Si nos trasladamos a los hechos concretos de la atención clínica, se trata de que el médico pueda relacionar la literatura científica, actualizada por la investigación y respaldada por la ética, con su juicio clínico considerando los valores y preferencias del paciente (Guyatt et al., 2008). Para lograrlo es asistido por el bibliotecario, cuya función consistirá en identificar la necesidad informativa, la recuperación y síntesis de la evidencia y la posterior puesta en marcha de los resultados. Su perfil profesional le permitirá trabajar de una manera eficaz en la recolección de publicaciones especializadas mediante el uso de estrategias de búsquedas articuladas y exhaustivas combinando el lenguaje natural y el controlado (tesauros). Por ello, es un aliado en la lectura crítica de artículos y en la administración de estos mediante el uso de plataformas de gestión de referencias. Además, está capacitado para colaborar en la posterior publicación de resultados (de ser el caso).
En claro contraste con las funciones limitadas a los espacios de consulta bibliográfica del pasado, el bibliotecario médico asiste actualmente a las rondas médicas y participa de las reuniones clínicas (Cooper & Crum, 2013), considerándosele una parte fundamental del proceso de toma de decisiones.
Alfabetización en Salud
Para la Organización Mundial de la Salud (1998) “la alfabetización para la salud supone alcanzar un nivel de conocimientos, habilidades personales y confianza que permiten adoptar medidas que mejoren la salud personal y de la comunidad, mediante un cambio de los estilos de vida y de las condiciones personales de vida.” (p. 21). Agrega además que el uso de la información de manera eficaz permite el empoderamiento en materia de salud. Con miras hacia ese objetivo, las nuevas plataformas tecnológicas, la inteligencia artificial, las redes sociales, las herramientas de mensajería instantánea, entre otras, posibilitan que el bibliotecario médico pueda desarrollar un trabajo con mayor presencia real y de renovación permanente, ya que la alfabetización en salud es un proceso que dura toda la vida (Klem et al., 2019) por lo que los programas y productos informativos deben contemplar las necesidades de niños y adolescentes, así como de un público adulto.
Si mencionamos que la medicina basada en evidencia era un pilar para la toma de decisiones clínicas, es esta evidencia la que se tratará de comunicar en un lenguaje que permita el rápido entendimiento y el acercamiento a un conocimiento de calidad. Recordemos que nuestros usuarios no solo se encuentran dentro de los hospitales o centros de salud. Todo aquel consumidor de salud es un usuario potencial. ¿Cómo llegar más eficientemente a ese consumidor? Un estudio reciente acerca de la credibilidad de los sitios Web sobre Covid-19 (Valizadeh-Haghi et al., 2019) comprobó que la información en sitios comerciales era más legible que en sitios gubernamentales, pero de una menor calidad. Con estos resultados, se recomienda como una estrategia fundamental el uso de un lenguaje sencillo para transmitir información a una población más amplia. De allí que la labor del bibliotecario médico sea, también, la de generar propuestas divulgadoras y criterios que apelen a la sencillez y el rigor que la información sobre la salud requiere.
Hacia el desarrollo de una red colaborativa para la alfabetización en salud a nivel nacional
El trabajo en conjunto entre bibliotecas médicas especializadas y bibliotecas públicas (u otras) podría ser la principal herramienta para reforzar los servicios de información que se brindan a los usuarios sobre temas sanitarios. Durante los últimos meses, en nuestro país, algunas bibliotecas han lanzado plataformas de servicios virtuales que permiten consultas en línea de variedad temática. El comúnmente denominado servicio Pregúntale al bibliotecario busca posicionarse ante la creciente demanda de servicios virtuales. Formar una alianza entre bibliotecarios podría reforzar la oferta sobre temas especializados y lograr que se atiendan consultas referidas a la información sobre salud de manera más precisa. Si compartimos experiencias y recursos informativos para reforzar habilidades profesionales estaríamos en camino de alcanzar la alfabetización en salud.
Y si quisiéramos lograr un mayor alcance de esta integración podríamos involucrar a la sociedad civil y transformarlos en agentes de conocimiento especializado en temas de salud que repliquen en sus respectivas comunidades el contenido y las vías de información adecuadas. Una propuesta orgánica en el artículo de Whitney et al. (2017) parte de la función básica de las bibliotecas públicas sobre la cual pueden apoyarse las bibliotecas médicas.
Otro aspecto que considerar es la concientización en salud mediante el desarrollo y puesta en marcha de un programa que incluya elementos de divulgación científica y promoción de bienestar público. Un trabajo nacional que integre a los profesionales en salud, instituciones de investigación, la red de telemedicina y bibliotecarios médicos para desarrollar una plataforma de instrucción en salud (eSalud) que involucre, según Conrad (2019), el abordaje del estado emocional de la persona, un enfoque conductual para generar y fortalecer un compromiso de participación y el formato de entrega de la solución educativa con un lenguaje fácil de comprender basado en diferentes perfiles de usuarios.
Referencias
1. Conard, S. (2019). Best practices in digital health literacy. International Journal of Cardiology, 292, 277–279.
2. Cooper, I. D., & Crum, J. A. (2013). New activities and changing roles of health sciences librarians: a systematic review, 1990–2012. Journal of the Medical Library Association : JMLA, 101(4), 268–277.
3. Guyatt, G., Rennie, D., Meade, M. O., & Cook, D. J. (eds.). (2008). Users’ guides to the medical literature: Essentials of evidence-based clinical practice (2nd ed). McGraw-Hill Medical.
4. Klem, M. L., Saleh, A. A., Devine, P. J., Gutzman, K. E., Knehans, A. C., Mills, T. N., Oren, G. A., & Vardell, E. (2019). Librarians and health literacy: a scoping review. Library & Information Science Research, 41(2), 102–108.
5. Sackett, D. L., Rosenberg, W. M., Gray, J. A., Haynes, R. B., & Richardson, W. S. (1996). Evidence based medicine: what it is and what it isn’t. BMJ : British Medical Journal, 312(7023), 71–72.
6. Organización Mundial de la Salud. (1998). Promoción de la Salud: glosario.
7. Valizadeh-Haghi, S., Khazaal, Y., & Rahmatizadeh, S. (2021). Health websites on COVID-19: are they readable and credible enough to help public self-care? Journal of the Medical Library Association : JMLA, 109(1), 75–83.
8. Whitney, W., Keselman, A., & Humphreys, B. (2017). Libraries and Librarians: key Partners for Progress in Health Literacy Research and Practice. Information Services & Use, 37(1), 85–100.
Lecturas recomendadas
1. Gutiérrez-Olvera, M., Robles, B. A., & Armendáriz, M. P. de. (2009). Perfil del bibliotecario médico. NCT Neumología y Cirugía de Tórax, 68(2), 82–89.
2. Málaga, G., & Neira-Sánchez, E. R. (2018). La medicina basada en la evidencia, su evolución a 25 años desde su diseminación, promoviendo una práctica clínica científica, cuidadosa, afectuosa y humana. Acta Médica Peruana, 35(2), 121–126.
3. Salupedia (s.f.). Presentación del libro de Alfabetización en Salud: De la información a la acción.
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Licenciada en Bibliotecología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Egresada de las Maestrías de Gestión de la Información y del Conocimiento; y Administración con mención en Gestión Empresarial en la misma casa de estudios, con Diplomados en Gobierno Abierto y Gestión de la Calidad. Especialista en Alfabetización Informacional y Gestión de Bibliotecas Especializadas. Miembro de la Medical Library Association (MLA) y coordinadora del voluntariado Una biblioteca para mi pueblo (UBiP), grupo con el cual trabaja desde hace diez años en la implementación de bibliotecas públicas en sectores de Lima y provincias.
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