Un breve recorrido por la historia de las bibliotecas comunales desde los años 80, la conformación de redes y el apoyo gubernamental.
Mi interés por las bibliotecas comunales inició con una experiencia de responsabilidad social en la universidad donde estudié Ciencias de la Información. Cuando tuve la oportunidad de apoyar en la implementación de una biblioteca en el distrito de Comas, decidí indagar sobre iniciativas similares. Si bien en uno de mis cursos de carrera la profesora habló de estas bibliotecas, no fue hasta que llegué a una que me encontré con una realidad tan diversa como interesante.
En las Directrices de la IFLA/Unesco para el desarrollo del servicio de bibliotecas públicas, se define biblioteca pública como “una organización establecida, respaldada y financiada por la comunidad, ya sea por conducto de una autoridad u órgano local, regional o nacional, o mediante cualquier otra forma de organización colectiva”. Es a partir de esta definición que, en el ámbito nacional, diferenciamos a las bibliotecas municipales, promovidas y gestionadas por las municipalidades; de las bibliotecas comunales, impulsadas por iniciativas privadas (personas naturales y asociaciones civiles) o comunitarias (juntas vecinales, grupos juveniles, colectivos barriales, entre otros). No obstante, esta tipología no es consensuada, ya que a lo largo del tiempo se han utilizado otras denominaciones como populares, parroquiales, rurales, móviles e itinerantes, en función de su modalidad de gestión y el espacio en que se desenvuelven.
Breve panorama histórico
Para conocer sobre las bibliotecas comunales, nos situamos en los inicios de los 80. Se sabe que surgieron como respuesta a la necesidad de espacios de apoyo a la educación, la formación política y la difusión cultural. Los grupos juveniles de asentamientos humanos y zonas rurales fueron los principales impulsores de su implementación. Iniciaron con donaciones de libros y mobiliario, y con la participación voluntaria de la propia comunidad organizada. La alfabetización, el reforzamiento escolar y la promoción lectora fueron las primeras acciones que se propusieron. Ante la aparición de nuevas bibliotecas, hubo iniciativas de articulación en redes bibliotecarias, como las redes de bibliotecas comunales de Villa el Salvador y de Carabayllo. Los encuentros coordinados por la Asociación Tarea promovieron la sistematización de las experiencias.
A mediados de los 80, en la Biblioteca Nacional del Perú, se creó la Oficina Nacional de Bibliotecas Públicas, a cargo de la bibliotecaria Carmen Checa de Silva, una profesional que logró coordinar con los gobiernos locales la creación de bibliotecas municipales; pero también las de tipo comunales, en coordinación con las organizaciones sociales de base, brindándoles apoyo en la capacitación del personal. Por su acertado trabajo en la jefatura, es considerada como una de las principales impulsoras de las bibliotecas públicas peruanas.
A finales de los 80, varias de las bibliotecas comunales comenzaron a desactivarse, a consecuencia de factores como la crisis política y subversiva de aquella época. La Biblioteca Comunal Helen Keller de Mangomarca (San Juan de Lurigancho), fundada en 1983, es una de las pocas que ha podido mantenerse hasta la actualidad, porque consiguió ser beneficiada con una plaza para que su encargada reciba una remuneración, pero lamentablemente esta ha sido desestimada hace algunos años.
En los inicios de la década de los 90, comenzaron a surgir experiencias destacadas como la red de bibliotecas comunales del Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas (Cedro). Otras bibliotecas funcionaban de manera independiente y aislada, entre ellas las bibliotecas parroquiales. Sin embargo, debido a los escasos recursos y al manejo limitado de estrategias para la sostenibilidad, fueron muy pocas las que han permanecido activas con el pasar del tiempo.
La Biblioteca Comunal Helen Keller de San Juan de Lurigancho en un reportaje del programa Presencia Cultural (2018)
Nuevos desafíos para las bibliotecas comunales
Con el avance de las nuevas tecnologías y la aparición de los medios sociales, las bibliotecas comunales han conseguido utilizar los entornos digitales para la difusión de su trabajo. Estos nuevos espacios de comunicación, les ofrecen mayores posibilidades de emplear estrategias de captación de recursos materiales (libros, útiles escolares o mobiliario), humanos (voluntarios) y financieros (desde la ciudadanía, empresas u otras organizaciones).
En el 2017, se crea el Grupo Impulsor de Bibliotecas Comunales, un colectivo integrado por bibliotecarias y bibliotecarios. Su principal propósito es identificar y articular las diversas bibliotecas que existen en el Perú, con la finalidad de conformar una red nacional para el fortalecimiento colectivo y el trabajo colaborativo, tomando como modelo a redes bibliotecarias de Latinoamérica: la Red de Bibliotecas Populares de Antioquia en Colombia, la Red Nacional de Bibliotecas Comunitarias de Brasil y la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares de Argentina.
Una de sus principales estrategias de articulación es la realización de encuentros nacionales de bibliotecas comunales, presentados como espacios de reflexión, intercambio de buenas prácticas y desarrollo de competencias en gestión bibliotecaria y mediación de lectura. A la fecha, se han llevado a cabo tres ediciones (2017, 2018 y 2019), y en su transcurso, se han registrado unas 73 bibliotecas comunales a nivel nacional. Es importante indicar que esta cifra no representa la totalidad de bibliotecas existentes, pues queda abierta la posibilidad de que haya otras.
En los últimos años, el Estado ha impulsado iniciativas de apoyo y reconocimiento que incluyen a las bibliotecas comunales:
Desde el Ministerio de Cultura del Perú
– Estímulos Económicos para el Libro y el Fomento de la Lectura, un concurso para el financiamiento de proyectos
– Cátedra de Lectura, Escritura y Bibliotecas, un espacio de formación para mediadores de lectura
Desde la Biblioteca Nacional del Perú
– Programa Iberoamericano de Bibliotecas Públicas, Iberbibliotecas, para acceder al financiamiento de proyectos bibliotecarios y pasantías
– Reconocimiento “Jorge Basadre Grohmann”, en las categorías trayectoria bibliotecaria y buenas prácticas bibliotecarias
A modo de conclusión
Las bibliotecas comunales son espacios de encuentro comunitario que aportan en la construcción del tejido social, al garantizar el acceso a la información y al conocimiento. Sus modos de actuación son tan diversos, pero poseen objetivos en común que podrían fortalecerse a través de la articulación en redes bibliotecarias.
Desde nuestro rol social como profesionales de la información podemos aportar en la formación de gestores bibliotecarios y el fortalecimiento de sus espacios comunitarios. Si logramos que más personas accedan a servicios y actividades orientadas a satisfacer sus necesidades informativas, se forjará una percepción más positiva de la biblioteca, y se la reconocerá como una institución local que contribuye al desarrollo integral de la comunidad.
Referencias
1. Alejos Aranda, R. (2008). Conociendo la biblioteca: estrategias para aprender a organizarla. Lima: Biblioteca Nacional del Perú, fondo editorial.
2. Castro Aliaga, C. (2002). La Biblioteca Nacional del Perú y las bibliotecas públicas municipales: avances y perspectivas. Lima: Informe Profesional. Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Facultad de Letras y Ciencias Humanas. EAP de Bibliotecología y Ciencias de la Información.
3. Civallero, E. (2010). Competencias básicas, aprendizaje continuo y bibliotecas públicas. Experiencias en América Latina. En Castillo Fernández, J. et al., La biblioteca pública frente a la recesión: Acción social y educativa. Murcia: Ediciones Tres Fronteras/ANABAD.
4. IFLA (2001). Directrices IFLA/UNESCO para el desarrollo del servicio de bibliotecas públicas.
5. Maquera Sosa, J. P. (1993). Bibliotecas populares em Lima-Peru. Sao Paulo: Universidade Estadual de Campinas, Faculdade de Educação.
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Profesional en Ciencias de la Información por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Diplomado en Corrección de Textos por la Universidad de Piura y bachiller en Lingüística por la Universidad Nacional Federico Villarreal. Bibliotecario y miembro del equipo de coordinación del Grupo Impulsor de Bibliotecas Comunales. Correo: alan.concepcion@pucp.pe
Me gusta el tema, nosotros somos un grupo de profesores cesantes y en actividad y vivimos en AA.HH del distrito de Puente Piedra y deseamos hacer un proyecto cultural con la consecución de una biblioteca comunal por nuestros niños y niñas ávidas de la lectura solicitamos a Ud. Conocedores de la bibliotecología a construir nuestro proyecto sin fines de lucro.telf.5510384
Buenos días, Sr. Ninahuaman. Puede contactar con Grupo Impulsor de Bibliotecas Comunales bibliotecascomunalesperu@gmail.com. Le dejamos también su fanpage